Bien, quizás no lo necesites, pero teniendo en cuenta que tampoco existe mala voluntad en ello, saquemos lo positivo del tema. Gracias a esa táctica ya conocemos a El Xitxarel·lo, el vino blanco del Penedés que cuida muy bien su diseño y menos bien sus modales.
Martí Serdà es una bodega con sede en Santa Fe del Penedés. No son nuevos en hacer vinos y cavas
-llevan desde 1987- pero sí en tratar a quien bebe su vino de una
manera cariñosamente áspera. La idea nació entre copas. Con alguna de
más, de hecho. «Solo una de cada tres botellas que se consumen en
Catalunya son de Catalunya. Queríamos contribuir a cambiar esta
tendencia y diseñamos un vino con un concepto desenfadado que resultara
atractivo para el público joven catalán», explica Albert Virgili, encargado de marketing en la bodega e integrante de la familia que se dedica a sacarla adelante.
Desde hace poco, desde el momento en el que los hijos se han
involucrado en la vida diaria de la bodega, tratan de aportar un punto
de vista menos tradicional a lo que hacen. De esa manera, en la
iconografía de la bodega, se han colado nombres y siluetas más
propias de la cultura pop que de los viejos viñedos. «En Cataluña, el
Capitán Haddock y Vegeta son considerados grandes embajadores del
insulto catalán, gracias a las traducciones que tuvieron el cómic de Tintín y la serie Dragon Ball
en lengua catalana», cuenta Virgili, que diseñó la etiqueta. Así, quiso
rendirles homenaje tanto a ellos como al pionero del insulto en la TV3
catalana, el malvado J.R. de Dallas.
La parte gráfica de la botella se completa con el trompímetro,
un básico medidor de borrachera que permite ahorrarse multas de
tráfico. «Lo he elaborado con insultos catalanes para designar a los
borrachos, en orden etílico según se vacía la botella. Cuando te la
terminas eres un “buidaampolles” (vacía-botellas en catalán)».
El Xitxarel·lo es un blanco joven elaborado con xarel·lo,
una de las variedades autóctonas de uva del Penedés. Albert Virgili lo
describe como «pálido y brillante, con aromas de fruta madura y fondo
cítrico y floral, muy fácil de beber, con un paso suave
y sedoso. Responde muy bien a la imagen desenfadada del packaging. No
buscamos complejidad, es un producto desenfadado, pero tampoco
renunciamos al carácter de donde procede».
La nueva añada, que acaba de ser envasada, alcanzará las 30.000 botellas, el triple que la primera, de 2013.
Martí Serdà trabaja ahora en la elaboración de un tinto con el mismo
nombre y un concepto similar. «Me gusta ver la botella de vino como un
frasco de perfume. Porque, aparte de ser bueno, tiene que transmitir los valores del vino en un packaging sugerente y original. Nunca comprarás un perfume si no te identificas con su marca», explica el diseñador.
[Fuente: www.yorokobu.es]
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