La escritora colombiana publicó un video sobre el feminismo y los derechos de las personas trans que sabía que podría generar un debate. Pero las repercusiones fueron más profundas y divisivas de lo previsto.
Carolina Sanín autora, profesora y traductora colombianaPero con su publicación del 30 de octubre, titulada “La identidad, las mujeres y el mundo siguiente”, Sanín, de 49 años, aterrizó en el centro de lo que definió como una controversia al estilo estadounidense sobre la “corrección política” que ha dividido los círculos literarios en América Latina y que planteó preguntas sobre los límites de la libertad de expresión.
En el video, que era más largo que sus participaciones habituales en Cambio, Sanín expresó su apoyo a los derechos de las personas transgénero, que a menudo son objeto de violencia y discriminación en la región. También dijo que “si se equipara totalmente la identidad de una mujer trans y una mujer que nace mujer” sería como “borrar” la experiencia histórica de ambos grupos y que el activismo transgénero puede reforzar los estereotipos de género.
“Hemos ampliado tanto el ámbito de lo femenino para incluir el mundo como para que ahora las niñas sientan que si no se ajustan completamente a lo esperable de una niña o una adolescente entonces eso quiera decir que, en realidad, son varones”, dice Sanín en el video.
Muchas de las opiniones de Sanín no son diferentes a las expresadas por la autora J. K. Rowling, que han hecho que los actores de las películas de Harry Potter se hayan distanciado de ella. Sus perspectivas también, hasta cierto punto, coinciden con las llamadas creencias críticas de género que se centran en las diferencias entre el sexo biológico y la expresión de género. Sanín ya había escrito sobre algunos de estos temas, especialmente para un artículo publicado en Vice en 2017 titulado “El mundo sin mujeres”, y ha sido etiquetada por algunas personas como una feminista radical transexcluyente (TERF, por su sigla en inglés).
Sanín anticipó que el video podría tener repercusiones en su vida personal y profesional, y así lo dijo al comienzo de la grabación. Al inicio, hubo pocas reacciones. Pero el 4 de noviembre, Sanín tuiteó que Almadía, una editorial que contrató los derechos para publicar dos de sus novelas en México, había cancelado los planes de publicación por sus “cuestionamientos a la política identitaria”.
La controversia estalló cuando escritores de toda América Latina, incluidos algunos de los novelistas más destacados de la región, reaccionaron con vehemencia, aplaudiendo o denunciando la decisión de la editorial, como lo describió Sanín. Almadía no ha respondido a las solicitudes de comentarios ni ha emitido ningún comunicado sobre el incidente.
En Twitter y en algunas entrevistas con medios mexicanos, Sanín insinuó que meses antes de publicar el video había comenzado a tener dudas sobre la situación de su acuerdo con Almadía porque la comunicación con la editorial comenzó a interrumpirse a principios de este año. Dijo que su exagente, quien negoció el contrato, le transmitió la noticia de la cancelación y que el propio editor “nunca le explicó nada”.
Mónica Ojeda, la autora de Mandíbula, obra que está preseleccionada para el 2022 National Book Award for Translated Literature y que toca temas de la feminidad y la adolescencia, tuiteó la frase: “Amando a @Almadia_Edit más que nunca”. Otras personalidades, como la novelista argentina Mariana Enríquez y la escritora mexicana Margo Glantz, cuya obra es referente para el pensamiento feminista en América Latina, cuestionaron la conveniencia de cancelar el contrato de Sanín y expresaron su desacuerdo con la esencia de sus ideas.
“Produce malentendidos que a su vez producen ruido y confusión”, dijo Glantz sobre la cancelación del contrato, y agregó que las opiniones de Sanín se conocen desde hace mucho tiempo. Dijo que los editores de Almadía “siempre han sido impecables” con ella y que considera que Sanín es su amiga.
Cuando Enríquez, quien se ha ganado una reputación como firme defensora de los derechos de las personas transgénero, en parte a través de las representaciones de la sexualidad y la identidad en sus obras, tuiteó su apoyo a Sanín, algunos en Twitter la etiquetaron como una TERF.
El 9 de noviembre, Linterna Verde, una organización sin fines de lucro con sede en Colombia que monitorea la opinión pública en las redes sociales, emitió un comunicado en el que decía que no era posible concluir que la publicación de Sanín hubiera provocado un aumento del lenguaje tóxico hacia las personas transgénero en línea, como lo habían afirmado algunos grupos de defensa. Sanín se negó a hablar con el Times de manera oficial, diciendo que sus puntos de vista habían sido distorsionados y que, por ahora, creía que seguir tratando de explicarse sería contraproducente.
Según Sigal Ben-Porath, profesora de la Universidad de Pennsylvania y autora de Cancel Wars, un libro que se publicará pronto y que se centra en la libertad de expresión en los campus universitarios, el discurso vehemente sobre los temas transgénero tiene sentido, debido a la mezcla de incomprensión y discurso de odio que las personas trans enfrentan a menudo. Ben-Porath dijo que las voces transgénero son “más nuevas y emergentes, y por lo tanto creo que protegen más sus límites”.
“Hay mucho miedo en esta discusión”, comentó Ben-Porath, “temores sobre la seguridad, pero también temores sobre la pérdida de derechos. Lo que nos falta es confianza y creer en una visión compartida para el futuro”.
Al responder a la polémica, Sanín ha expresado en repetidas ocasiones su solidaridad con las personas transgénero. Pero algunos expertos ven los argumentos y el tono de su video como un reflejo de tópicos antitransgénero comunes. Muchos de los puntos de vista de Sanín encajan con un “discurso propagandístico” en el que ideas equivocadas sobre la identidad transgénero se replican a través de las fronteras, dijo Danila Suárez Tomé, becaria del Instituto de Investigaciones Filosóficas de la Sociedad Argentina de Análisis Filosófico.
Suárez comentó que, de hecho, se había logrado “un cambio paradigmático de comprensión de la sexualidad” a través del trabajo y la defensa realizados por los grupos feministas. “Y es completamente normal no entender qué pasa cuando se te saltan las categorías que vos venías usando”, dijo. “Pero hay diferentes formas de acercarse a ese problema y definitivamente una forma no curiosa, no científica, no interesada, no es la adecuada”.
Suárez rechazó la noción de Sanín de que el feminismo y el activismo trans están inherentemente en tensión. Y señaló algunos avances recientes para los derechos de las mujeres en Argentina, que desde 2012 ha tenido una ley de identidad de género pionera, basada en la autopercepción.
“Tenemos evidencia empírica de que el feminismo y el transactivismo no se repelen entre sí, sino que se potencian entre sí”, dijo Suárez.
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