quinta-feira, 4 de maio de 2017

Lo primero: “Hay que aprender a mirar, a pensar y a hablar y escribir”

Por Juan B. Viñals Cebriá 

------------------------Los consejos de los sabios------------------------------


Lo primero: “Hay que aprender a mirar, a pensar y a hablar y escribir”
"En El ocaso de los Dioses, Nietzsche formula tres tareas por las que se requiere educadores: hay que aprender a mirar, a pensar y a hablar y escribir. El objetivo de este aprender es, según Nietzsche, "la cultura superior". Aprender a mirar significa "acostumbrar al ojo a mirar con calma y con paciencia a dejar que las cosas se acerquen al ojo", es decir, educar el ojo para una profunda contemplativa atención, para una mirada larga y pausada. Este aprender a mirar constituye la "primera enseñanza preliminar para la espiritualidad". Según Nietzsche, uno tiene que aprender a "no responder inmediatamente a un impulso, sino a controlar los instintos que inhiben y ponen termino a las cosas". La vileza y la infamia consisten en la "incapacidad de oponer resistencia a un impulso", de oponerle un NO. Reaccionar inmediatamente y a cada impulso es, al parecer de Nietzsche, en sí una enfermedad un declive, un síntoma de agotamiento. Aquí Nietzsche no formula otra cosa que la necesidad de la revitalización de la vita contemplativa. Esto no consiste en un Abrir-Se pasivo, que diga Sí a todo lo que viene y a todo lo que sucede. Ahora bien, opone resistencia a los impulsos atosigantes que se imponen. En lugar de exponer la mirada a merced de los impulsos externos, la guía con soberanía. En cuanto a acción que dice No y es soberana, la vida contemplativa es más activa que cualquier hiperactividad, pues esta última representa precisamente un síntoma del agotamiento espiritual. La dialéctica del ser activo, que a Arendt se le escapa, consiste en que la hiperactiva agudización transforma esta última en una hiperpasividad, estado en el cual uno sigue sin oponer resistencia a cualquier impulso e instinto. En lugar de llevar a la libertad, origina nuevas obligaciones. Es una ilusión pensar cuanto más activo uno se vuelva, más libre se es.
(...) Los logros culturales de la humanidad, a los que pertenece la filosofía, se deben a una atención profunda y contemplativa. Esta es reemplazada progresivamente por una forma de atención por completo distinta, la hiperatención. Esta atención dispersa se caracteriza por un cambio de foco entre diferentes tareas, fuentes de información y procesos. Dada, además, su escasa tolerancia al hastío, tampoco admite aquel aburrimiento profundo sería de cierta importancia para un proceso creativo. Walter Benjamin llama al aburrimiento profundo "el pájaro de sueño que incuba el huevo de la experiencia". Según él, si sueño constituye el punto máximo de la relajación corporal, el aburrimiento profundo corresponde al punto álgido de la relajación espiritual. La pura agitación no genera nada nuevo. Reproduce y acelera lo ya existente. Benjamin lamenta que estos nidos del tiempo y el sosiego desaparezcan progresivamente. Ya no se "teje ni se hila". Expone que el aburrimiento "es un paño cálido y gris formado por dentro con la seda más ardiente y coloreada", en el que "nos envolvemos al soñar". A su parecer, sin relajación se pierde el "don de la escucha" y la "comunidad que escucha" desaparece. A esta se le opone diametralmente nuestra comunidad activa. El "don de la escucha" se basa justo en la capacidad de una profunda y contemplativa atención, a la cual al ego hiperactivo ya no tiene acceso.
---------------------Aprendamos de nuestros maestros-------------------
Con la expresión vita contemplativa no debe evocarse aquel mundo en el que originariamente fu establecida. Está ligada a aquella experiencia del Ser, según la cual lo Bello y lo Perfecto son invariables e imperecederos y se sustraen de todo acceso humano. Su carácter fundamental es el asombro sobre el Ser-Así de las cosas, que está libre de toda factibilidad y procesualidad. La duda moderna y cartesiana reemplaza al asombro. Sin embargo, la capacidad contemplativa, no se halla necesariamente ligada al Ser imperecedero, justo lo flotante, lo llamativo y lo volátil se revelan solo ante una atención profunda y contemplativa. Asimismo, el acceso a lo lato y lento queda sujeto al sosiego contemplativo. Las formas o los estados de duración se sustraen de la hiperactividad. Paul Cezanne, aquel maestro de la atención profunda y contemplativa, dijo alguna vez que podía ver el olor de las cosas. Dicha visualización de los olores requiere una atención profunda. Durante el estado contemplativo, se sale en cierto modo de sí mismo y se sumerge en las cosas.
(...) Por falta de sosiego, nuestra civilización desemboca en una nueva barbarie. En ninguna época, se han cotizado más los activos, es decir, los desasosegados.
Fragmentos del libro "LA SOCIEDAD DEL CANSANCIO", de Byung-Chul Han  

[Texto y fotografías: Antonio Marín Segovia - fuente: www.globedia.com]

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