La mejor opción quizás sea “colecta”, palabra que ya se aplicó a la recaudación de Olof Palme
En octubre de 1975, Olof Palme participó en una colecta para España por las calles de Estocolmo.
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Escrito por ÁLEX GRIJELMO
Olof Palme,
entonces primer ministro sueco, salió a las calles de Estocolmo en septiembre
de 1975 con una hucha en la mano derecha y un cartel colgado del cuello, que
decía: “Para la libertad de los españoles”. Él pretendía recoger fondos
destinados a los partidos de oposición a la dictadura, pero la prensa española
se refirió durante años a aquel hecho con mentiras como “Olof Palme recoge
dinero contra España” (Abc, 4-10-1975) o “la colecta de Olof Palme a favor de los
terroristas españoles” (Abc, 4-12-1976).
No he buceado en las hemerotecas para referirme a aquellas mendacidades, sino
para verificar con qué términos se designó entonces la acción de obtener
donativos. Y he hallado “colecta”, “recaudación”, “pasar la hucha”,
“cuestación”…
Hoy podemos imaginar sin muchas piruetas retóricas
que si los anglicismos hubieran dominado en aquel tiempo tanto como ahora, nos
habríamos encontrado ejemplos como “Olof Palme hace crowdfunding contra España” o “crowdfunding para el terrorismo”. Y si hubieran
existido los periódicos digitales, habríamos leído ingeniosos titulares como
“Averigua los cinco motivos de Olof Palme para hacer crowdfunding” o “¿A quién piensa destinar Olof Palme su crowdfunding?”.
Esta palabra inglesa está formada por tres
segmentos: crowd, que puede significar “muchedumbre” o
“colectivo”; el nombre común fund, que se traduce por lo general como “fondo”
o “fondos” en su sentido económico; y el sufijo -ing,que sirve, entre otras funciones, para formar
sustantivos que reflejan una acción. Por todo ello, cabe traducir crowdfunding como “financiación colectiva”.
Pero “financiación” se puede usar lo mismo para el
caso de sufragar los gastos de un amigo que para la inversión en una empresa; y
por eso la equivalencia mejor en español en lo referente a las microdonaciones
políticas quizás sea “colecta” (término que ya predominó en aquellas noticias
sobre la hucha de Olof Palme, por encima de “cuestación”).
“Colecta” se define en el Diccionario como “recaudación de donativos voluntarios, generalmente para fines benéficos”, y
por tanto se puede aplicar a todo tipo de causas (civiles o religiosas) a
beneficio de alguien o de algo. En cambio, “cuestación” se ha ceñido a la
caridad: “Petición o demanda de limosnas para un objeto piadoso o benéfico”.
A esas dos opciones cabe añadir “micromecenazgo”
si se trata de aportaciones a fondo perdido con interés cultural; y
“microinversiones” si se busca un término que evoque una financiación de la que
se espera retorno. Quizás un poco largas ambas palabras, sí, pero sin duda de
mayor facilidad prosódica y de mejor escritura que crowdfunding para la mayoría de los hispanohablantes.
Sin embargo, las colectas que han emprendido los
candidatos a la secretaría general del PSOE se vienen denominando así: crowdfunding. Ese anglicismo, como tantos otros, sirve para
formar un léxico pretendidamente moderno; adaptable a lo que cada cual crea que
quiere decir con él, porque no lo tenemos codificado; y que sonaría raro en
muchas ocasiones. No sé... Por ejemplo, si el monaguillo que cae al suelo
durante la misa mayor y desparrama las limosnas de la cesta dijese después,
para contarlo: “Me tropecé con la alfombra y se me fue todo el crowdfunding a tomar por saco”.
[Foto: KEYSTONE-FRANCE/GAMMA-KEYSTONE VIA GETTY IMAGES – fuente: www.elpais.com]
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