La
compositora, pionera de la difusión de la viola de teclas en España,
investiga en la música tradicional en su nuevo disco 'Leyenda'
Por Toni Castarnado
A Ana Alcaide (Madrid, 1976) un viaje a Suecia con motivo de una beca para estudiar biología le cambió la vida. En principio iba a estar un año, pero al final se quedó cuatro y aprovechó la experiencia al máximo. Movida por su alma aventurera, allí descubrió la viola de teclas, un instrumento de origen sueco cuyos vestigios se remontan al siglo XIV y su nombre original es el nickelharpa. Desde entonces todo un mundo lleno de posibilidades se abrió ante ella, convirtiéndose en la gran pionera en su divulgación en España. “Suecia es un país muy musical, con unas tradiciones increíbles. Allí la música está muy presente en la vida de la gente. A los festivales van todos con su instrumento, pero van a bailar y a tocar. Fue muy inspirador”, cuenta por teléfono la compositora desde Québec, donde inicia una gira por Canadá.
En el otro lado del Atlántico, va a presentar Leyenda, su quinto disco, un trabajo que ha sido reseñado en la prensa internacional con comparaciones a Björk. La obra está inspirada en la mitología y las fábulas relacionadas con mujeres ancestrales. “Hay un lado oscuro que las mujeres no estamos acostumbradas a mostrar, por razones sociales, históricas, por nuestra educación… Es una asignatura pendiente que tenemos las mujeres; la de aceptar ese lado oscuro y sentirnos bien con él”, explica. “Estamos marcadas por mostrar ese lado luminoso, esa bondad… La mujer necesita conciliarse con esa parte que está más en la sombra”, añade. Alcaide es madre y tiene su propio punto de vista al respecto. “Nunca se habla de lo difícil que es ser madre, está muy idealizado, y detrás de todo esto hay una historia de dolor, de sacrificio, y de preguntarte donde estoy yo, porque no llegas a todo. Por nuestras ambiciones ahora, es muy distinto a como lo vivían nuestras madres”, apunta.
Amante de la música tradicional, esta inquieta cantante hunde sus investigaciones en varios ámbitos de la conocida world-music, intentando recuperar las raíces del folclore más auténtico como en Leyenda. Tanto es así que en paralelo trabaja en la serie Tales of Pangea, un proyecto con otros músicos que se inauguró en 2015 con el disco GOTRASAWALA ensemble, registrado en la isla de Java en Indonesia. “Fue una invitación de un director de un festival que me propuso un proyecto bastante ambicioso que consistía en componer junto a músicos locales. La música, lo bueno que tiene, es que aunque te cueste comunicarte a través de un idioma, te pones a tocar y la cosa fluye. Conectas de otras formas. Es precioso. Y te preguntas, ¿cómo puede ser que yo esté aquí tan lejos de mi mundo y tenga este encuentro tan íntimo?”, cuenta.
Se instaló en Toledo hace diez años y ha tocado en todos los rincones de la ciudad, ya sea en la calle, en un palacio o en un auditorio. “Es un sitio donde he encontrado paz y tranquilidad, un entorno que me ha ayudado a sacar de mí todo esto. Si bien es cierto que si no fuera porque viajo muy regularmente, también se me quedaría pequeña la ciudad. Es decir, está muy bien como sitio base, tengo allí mi casa y estoy encantada, pero siempre tengo un pie fuera con la mirada puesta en otros lugares”, matiza.
De todas formas, no contempla su vida sin viajar, compartiendo con más personas, aprendiendo de cada cultura. “Viajar me recuerda lo que es importante de verdad. A veces no nos damos cuenta, estamos cómodos en nuestro entorno y nos acostumbramos a eso de manera natural, y, cuando viajas, realmente es un ejercicio de valorar muchas cosas, de apreciar lo que tenemos, de agradecerlo”, dice.
[Fuente: www.elpais.com]
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