Las pinturas de Hugo Echarri en homenaje al neoyorquino más
famoso, desde el jueves 6 en el CC Borges.
Queremos tanto a Woody. Una de las pinturas de Hugo Echarri. |
Por María Luján Picabea
Así como en el filme Los secretos de Harry (1997) el director
Woody Allen muestra a uno de sus personajes fuera de foco; aquí el que
interpreta al realizador es el artista plástico Hugo Echarri y lo hace
en un empaste de colores vibrantes en la muestra “Queremos tanto a
Woody”, que inaugura el jueves 6 en el Centro Cultural Borges (Viamonte
esquina San Martín).
“El uso del color es una de las claves para
captar los trabajos de Echarri que, desprejuiciadamente, arremete con la
fuerza de sus verdes brillantes, los azules plenos y los rojos
desafiantes”, dice Diana Saiegh, curadora de la muestra.
“Queremos
tanto a Woody” reúne veinticinco pinturas de gran tamaño, una
instalación y varias video instalaciones. En cada una de las obras, el
artista se vale de la pintura, el dibujo, la fotografía y también de
fotogramas de filmes del director neoyorquino que utiliza como base para
sus intervenciones. Pone, así, en diálogo a Allen con el poeta y
escritor peruano César Vallejo y hasta con el santito popular el
Gauchito Gil, sobre el que Echarri trabajó en una exhibición en 2012.
“Si
algo caracteriza a nuestras sociedades y al cine de Allen es el
individuo sumergido en sus obsesiones y su inestabilidad emocional,
producto de factores políticos, sociales y económicos. Por ello, quienes
constituimos el público de sus películas nos sentimos no sólo
interpretados por su aguda mirada sino de una manera reflejados en
algunos de sus variados y reconocibles personajes. Entre ellos el del
propio Woody que también es un personaje de su cine”, dice el artista y
declara que sus obras son “simplemente un tributo a un artista lúcido
del tiempo y la sociedad que me toca vivir”.
Las video
instalaciones de Echarri que acompañan las pinturas son y no parte del
mismo relato. Construyen una lógica propia, un tipo de diálogo hacia
adentro de los filmes de Allen. El artista juega libremente con las
escenas y con su protagonista; monta, reedita e interviene el color con
un crudo solarizado. Luego proyecta en loop situaciones que invitan a
dejar de ver la superficie para ver lo demás, un detalle, un contraste,
un gesto. “Hay algo lúdico, con una notable carga de humor, en cada una
de estas piezas”, dice Saiegh.
[Fuente: www.revistaenie.clarin.com]
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