quinta-feira, 18 de maio de 2017

La Patagonia nazi

Pacto de silencio, de Carlos Echeverría (2006)

El director Carlos Echeverría es oriundo de Bariloche y de ascendencia germánica, estudió en el colegio alemán y en este documental investiga y reconstruye la historia de algo que le tocó vivir de cerca: la comunidad alemana en esa ciudad, concentrada en el barrio Belgrano. 
 
Erich Priebke. El documental reconstruye el exilio del criminal de guerra nazi en Bariloche.
Los primeros inmigrantes alemanes llegaron a la Patagonia en el siglo XIX y con el tiempo construyeron colegios y comercios y establecieron lazos con el poder a nivel regional.
Más allá de disidencias puntuales, orgánicamente la comunidad no solo mostró afinidad ideológica y fanatismo por el Tercer Reich, sino que, terminada la segunda guerra mundial, fue asilo de oficiales de nazis, entre ellos Erich Priebke, de la SS, conocido por formar parte de la masacre de las Fosas Ardeatinas en 1944, donde 335 civiles italianos fueron asesinados por orden de Hitler, luego de un ataque de la resistencia partesana que había dejado 33 oficiales alemanes muertos (La orden del führer fue que por cada alemán caído hubiera diez italianos muertos).
Priebke fue cobijado y luego venerado por la comunidad alemana de Bariloche.  De a poco, su pasado se fue borrando no por ocultamiento sino por mera omisión, una de las formas más amables de complicidad.
Pacto de silencio funciona como pivot entre dos formas de relato: la narración en primera persona, entre autobiográfica y ensayística, y el documental de investigación, con recopilación de datos, archivos y testimonios .
A contramano de la autoridad de la “voz de dios” del documental clásico, una de las formas de la “verdad” en el documental contemporáneo está en ese punto donde convergen la subjetividad del realizador con la información presente como huella histórica de las imágenes, de los rostros, de las voces que testimonian frente a cámara. 
A contramano de la autoridad de la “voz de dios” del documental clásico, una de las formas de la “verdad” en el documental contemporáneo está en ese punto donde convergen la subjetividad del realizador con la información presente como huella histórica de las imágenes, de los rostros, de las voces que testimonian frente a cámara.
El caso Priebke, más allá de su potencia histórica, es sólo una manifestación visible de algo más profundo y que la película problematiza sin la necesidad de dar conclusiones simplificadoras. Centrándose en el colegio y la familia como instituciones adoctrinadoras de una comunidad reterritorializada y ávida de mantener las raíces culturales, el pacto de silencio no es el que permite que una sociedad conviva felizmente con un genocida sino el punto ciego sobre el que se construye ese entramado complejo entre sociedad y estado y que en este caso, por la configuración del espacio y la pequeña escala, se vuelve inquietantemente visible.

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[Fuente: www.lavaca.org]

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