sexta-feira, 19 de maio de 2017

El inédito pasado antisemita de los Thyssen-Bornemisza: la condesa Margit organizó la caza y muerte de 200 judíos como regalo a sus invitados en una fiesta


Escrito por Ricardo Mateos

En 1906 el nuevo y flamante industrial alemán barón Heinrich Thyssen-Bornemisza de Kaszón, recientemente ennoblecido por el emperador Francisco José de Austria tras su matrimonio con la baronesa Margit Bornemisza de Kaszón, última de estirpe, adquirió a los príncipes Batthyány el castillo de Rechnitz. Un enorme castillo situado a 150 kms de Viena en la frontera entre Austria y Hungría, alrededor del cual se conformó una importante colonia judía a lo largo de los siglos. Años después, en 1938 y con la segunda gran guerra europea en puertas, el barón cedió la propiedad del castillo a su hija Margit, afincándose él en Suiza.

La nueva propietaria, de quien se dice que tenía un apetito sexual extraordinario, había nacido en el castillo en 1911 y en 1933 había contraído matrimonio con el conde Iván von Batthyani, descendiente de los antiguos propietarios del lugar. Aquella boda vino a afianzar la escalada social de los burgueses Thyssen, pues el yerno del barón era hijo del príncipe de Batthyány-Strattmann, una familia histórica e influyente del imperio de los Habsburgo, y aportó conexiones con las más importantes familias nobles del imperio austro-húngaro (Windisch-Graetz, Trauutmansdorff-Weinsberg, Zichy, Auersperg, Esterhazy), contribuyendo a afianzar la por entonces muy tibia nobleza de los Thyssen-Bornemisza.

Desde la Villa Favorita de Lugano, Heinrich Thyssen, padre del conocido Heini, controlaría desde entonces su enorme imperio industrial de minas y fábricas proveyendo al Tercer Reich de carbón, acero y barcos de guerra, y a su amigo Hermann Goering de conexiones bancarias internacionales para la financiación de la contienda, al tiempo que en 1941, ya en plena guerra, el August Thyssen Bank de Berlín contribuía con 400.000 marcos al mantenimiento del castillo de Rechnitz, propiedad de Margit, que había sido requisicionado por las SS nazis. Para entonces el conde Batthyany se había retirado a vivir en otra de las muchas propiedades de su familia, mientras Margit vivía de la generosa pensión que recibía de la compañía familiar Thyssengas y se había convertido en la amante de un empleado de Thyssengas, Joachim Oldenburg, miembro del partido nazi, simultaneando esos amores con Franz Podezin, líder local del partido en Rechnitz y administrador de las cuentas de la Gestapo.

El sádico gusto de la condesa Margit

Hacia 1944, 10.000 judíos y gitanos húngaros se habían sumado a los 100.000 obreros forzados que desde Rechnitz construían fortificaciones para evitar el avance del ejército rojo de Stalin hacia tierras austriacas. 600 judíos fueron entonces adscritos a los trabajos de fortalecimiento de las defensas del castillo, siendo muchos de ellos golpeados y ejecutados aleatoriamente, a pesar de vivir ya en condiciones inhumanas. Acciones que la condesa Margit contemplaba con sádico gusto, según testigos oculares, mientras la guerra avanzaba y el ejército alemán comenzaba a batirse en retirada. Así, en la primavera de 1945 se hacía evidente que los rusos pronto entrarían en Rechnitz y la condesa se mostraba dispuesta a presentar batalla. Por ello, el 24 de marzo se decidió a organizar una fiesta en el castillo, a la que invitó a líderes del partido, de las SS, de la Gestapo y de las Juventudes Hitlerianas. La fiesta dio comienzo a las 9 de la noche y se alargó hasta la madrugada, en medio de bailes y copas generosas.
El castillo de Rechnitz
El castillo de Rechnitz
Pero el gran regalo para sus invitados fue que, a medianoche, 200 judíos hambrientos considerados incapaces de trabajar fueron llevados en camión a un campo a escasa distancia de los salones del castillo. Y fue entonces cuando, Podezin animó a su amante la condesa y a 15 de sus invitados a tomar armas y munición y salir a la caza del judío. Los prisioneros fueron desnudados y asesinados como animales, y algunos de ellos estrangulados por los amigos de Margit, que acto seguido continuaron con su fiesta. Los cuerpos fueron enterrados por 15 afortunados que fueron salvados de la barbarie para ese propósito, que también fueron posteriormente ejecutados.

Regreso de exilio muy orgullosa tras la caza de 200 judíos

Poco después el castillo, que fue destruido, caía en manos del ejército rojo mientras Margit y sus amantes conseguían huir de tan terrible escenario instalándose en Suiza, desde donde uno de los amigos de la condesa huyó a Sudáfrica y el otro a Argentina. Margit Thyssen-Bornemisza nunca sufrió persecución alguna tras el final de la guerra, y concluida la ocupación soviética de Austria regresó orgullosa a Rechnitz para pasar temporadas en uno de los pabellones de caza de la familia Batthyány, al tiempo que pasaba otra parte de su tiempo ocupándose de la granja Erlenhof, en Bad Homburg, en Alemania, que su padre había adquirido por un precio irrisorio después de que los nazis se la hubieran expropiado al industrial judío Moritz James Oppenheimer, que oficialmente acabó suicidándose.

Margit y su esposo Batthyány vivieron el resto de su vida plácidamente en Suiza, falleciendo él en Lugano en 1985 y ella en 1989 en Castagnola, cerca de la emblemática Villa Favorita de su hermano Heini. Los Thyssen siempre se han esforzado en negar o minimizar su implicación con el Tercer Reich, relegando al olvido episodios tan vergonzantes como este en un mundo donde el antisemitismo era un sentir muy extendido entre la nobleza centroeuropea del momento.



[Fuente: www.extraconfidencial.com]

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