domingo, 18 de dezembro de 2016

“Sin cava, la vida sería un error”

Lo del cava no lo dijo Friedrich Nietzsche pero si hubiera sido catalán, seguro que lo habría hecho.

Los alemanes tienen la cerveza, los franceses el champán, los escoceses, el whisky, los asturianos la sidra, los madrileños el chinchón… y por nuestra sangre catalana corre el cava. No podemos definir la identidad de Cataluña y Barcelona sin mencionar al invitado principal de las fiestas, las reuniones familiares y los eventos especiales.
Reconozco que al principio no me gustaba mucho pero era el único alcohol que me dejaban tomar mis padres en navidades, justo después del Tió de Nadal. Me lo servían en una copita pequeña para brindar y me sentía parte de la mesa de los mayores. Poco a poco le fui cogiendo el gusto, incluso averiguando mis marcas favoritas. Es más, cuando me fui de Erasmus a Roma, lo primero que hicieron mis padres fue enviarme una botella de Anna de Codorniu (ni jamón serrano ni leches). Recuerdo el cabreo que me cogí cuando mi compañera de piso francesa dijo que aquello era una copia de su champagne. Pobrecita, se tragó todos los improperios y tópicos habidos y por haber acerca de los parisinos. No volvió a hablarme.
cava 2
Cuando estudié el máster en Madrid, mi maleta pesaba más de la cuenta, no hace falta mencionar por qué. Mis compañeros no tardaron en reírse de mis “catalanadas”, pero mi cava y sus patatas bravas hicieron buenas migas. Entendieron lo que a mí me había llevado años comprender. Hay algo especial en ver caer este líquido entre dorado y verde en una copa alargada, es como una oda a la elegancia y el buen gusto. Puede que al principio haya más espuma que chicha, pero ahí está la gracia tanto del cava y de la vida, en apartar aquello que nos distrae para exprimir al máximo su esencia.
También ocurre que el primer sorbo tiene un sabor un tanto molesto, pero una vez nos acostumbramos queremos más y más. Por eso, al nacer lo primero que hacemos es llorar, pero después, hasta que no nos damos por satisfechos con la vida, no paramos. A veces se nos atraganta, tosemos. Otras nos reímos por el subidón y ante las dificultades, eructamos. A veces, si abusas da dolor de cabeza y juras y perjuras que no volverás a caer en el mismo error.
cava 2
Entre reflexión y reflexión, creo que acabamos de exprimir el último suspiro de la botella. No es la primera ni la última que me termino. La fiesta ha terminado y llevo un moco considerable, creo que por eso me he puesto tan filosófica. Brindo por vosotros, que habéis tenido la decencia de leerme hasta el final y por el cava, con el que aún me queda una larga y próspera amistad.

[Fuente: www.barcelonasecreta.com]

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