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Crónica de un amor maldito trata sobre dos viajes: el de un hombre en busca de una esperanza salvadora y el de ese mismo hombre hacia su destrucción final. Desde su angustia existencial, desde su desesperación por devorar cuanto hay y ocurre a su alrededor, este escritor que parece haber agotado la fuente de su inspiración, va haciendo su vida tratando de absorberlo todo al tiempo que lo pierde todo: su familia, su hijo, su honor, las razones vivenciales más allá de todo lo que considera fútil.
El protagonista es un escritor, Gustavo H. Mayares, autor de dos o tres novelas, que se encuentra escribiendo una nueva en el ocaso de su vida y su carrera. No es que ese ocaso se refiera a la edad del autor, sino a la decadencia física y moral en la que se ha sumergido. Consume drogas y alcohol hasta intoxicarse; no puede escribir más, luego del relativo éxito obtenido; está divorciado y comienza a olvidar el amor paternal; practica un tipo de sexualidad desenfrenada y perversa y, básicamente, sufre una imposibilidad crónica de amar en medio de la monotonía y de un calor sofocante.
No obstante, siempre aparece una esperanza en el horizonte, y se enamora -o eso cree- de una adolescente, alumna de su mejor amigo. Así es que con su nuevo e improbable amor -Catherine-, realiza un viaje que parece llevarlo a su ansiada liberación, donde todo debería ser cristalino y bello, donde el calor es justa y lógica compañía para unas vacaciones-luna de miel. Pero los espera la lluvia, una tormenta interminable y penosa que trae consigo otra vez la monotonía, el hastío, y otra vez la agonía que significa vivir -o sobrevivir- prácticamente sin propósito, sin sentido.
Como en un laberinto, todo concluye en la muerte: en el asesinato paranoico o en un crimen psicótico ejecutado en las sombras. Y así Mayares confirma que todo amor está maldito porque, en definitiva, los es por definición.
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[Fuente: www.zonaliteratura.com]
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