Por Horacio Otheguy Riveira
En el desierto es el último estreno de la Compañía de Teatro-Danza Losdedae, creada y dirigida por Chevi Muraday: un universo pleno de matices a través del cuerpo de actores-bailarines en una integración coral asombrosa. Una consagración de la esperanza solidaria a partir de soledades desesperadas que hacen un precioso viaje por su propio cuerpo, hasta encontrar los cuerpos de los otros…Pocas palabras, música original con aportes clásicos, iluminación extraordinaria, final conmovedor.
Un hombre de negro lucha contra una pared que avanza con fuerza, parece que va a lanzarle al vacío, pero él resiste y baila, expresa con todo su cuerpo un ansia fiera de resistencia, pero la pared no cede, aunque llega un momento en que corrige su feroz presión, de pronto parece posible una escapada… Y todo esto le sucede bajo el delirio lírico de Tosca de Puccini (crónica de una persecución política, un intento de violación, una tragedia) para luego engancharse al bravo Rigoletto de Verdi (la historia de un bufón al servicio del poder que se verá atrapado en su propio servilismo).
El cuerpo del hombre de negro adquiere mayor fortaleza con el brío de la música y las voces de los cantantes que persisten con impresionante poder de convocatoria —tragedias operísticas tan llenas de vida que revitalizan al más abatido de los seres humanos—… y en esas el hombre de negro (Chevi Muraday) empieza a salir de la angustiosa encerrona y más allá aparece otro hombre, uno que corre desnudo (David Picazo), corre sin cesar sobre un camino mecánico que no le lleva a ninguna parte, y de pronto atraviesa el gran escenario una muchacha con la cabeza rapada (Ana Erdozain) que se arrastra desolada, le roban la ropa, su cuerpo desnudo es de una belleza celestial que pronto habrá de conocer el cuerpo de una preciosa compañera de travesía, esta vez rubia, de largo cabello (Sara Manzanos), y también el de una mujer madura de espléndida presencia (Maru Valdivieso).
Tres mujeres muy hermosas cuya energía invoca las principales coordenadas de una serie de historias cruzadas entre buscadores de reinos dentro y fuera de sí mismos, atravesando emociones encontradas En el desierto donde sólo parece haber una soledad que se entrelaza a otra, pero no se suma, no se abraza, como la del pianista que busca la nota mágica que le descubra una vitalidad perdida (Ernesto Alterio), o la del enorme caballero (Alberto Velasco) que viste gastado traje de faralaes, porque quizás logre serenarse, gustarse, aceptarse… bajo la apariencia de una mujer revestida de adornos, saturada de gestos…
Todo circula con el donaire de un mundo cuya expresión lleva coreografía amplia y generosa para ser danzada, caminada, bosquejada, entre pocas palabras que colaboran con la creación de los espacios imprescindibles para ir más allá y lograr caminos posibles de libertad y regocijo, siempre en compañía de otros. Y es que hay quien llega a la conclusión de que:
La soledad es el mejor camino para perderse.
Todos parecen comunicarse perfectamente con la legendaria máxima oriental: Quien no entiende una mirada, jamás comprenderá una explicación.
Todos al servicio de un prodigioso espectáculo que deja en manos de la imaginación del espectador cuantas interpretaciones se le antojen, aunque no le cabrá duda alguna de que al final del recorrido las distancias podrán romperse, las lejanías acercarse, los labios alcanzarse, y los abrazos podrán trascender el cálido recorrido de otra piel para sentirse vivos.
Un espectáculo que confirma el talento de la Compañía Losdedae, creada en 1997, y que se transforma desde el primer momento en una experiencia de gran deleite para quien se abandone a la seductora atmósfera creada por la música y la iluminación (siempre muy acertada, muy creativa, por el también bailarín en escena David Picazo) no más llegar a la sala.
Alguien dice: Tengo el cuerpo lleno de preguntas… Y a continuación se lanza a su busca y captura con todo su ser desprovisto de prejuicios y lamentos.
De izquierda a derecha: Maru Valdivieso, Chevi Muraday, Ernesto Alterio, Ana Erdozain, David Picazo, Alberto Velasco y Sara Manzanos. |
La puesta en escena ha logrado una formidable armonía en los diferentes estilos de los intérpretes, quienes maravillan especialmente cuando pasan de sus monólogos (bailados o hablados) a sentirse plenos sobre el alma y los músculos de sus compañeros, un deslizamiento de la tragedia a la esperanza que colma el espacio de insólita belleza hacia un final sorprendente en el que se une lo mecánico con lo puramente humano, más que humano, una humanidad que a base de resistencia y solidaridad es capaz de consagrar la esperanza.
En el desierto
Idea original: Chevi Muraday
Textos: Guillem Clua, Pablo Messiez
Dirección artística y coreografía: Chevi Muraday
Dirección teatral: Guillem Clua
Música: Mariano Marín, Ricardo Miluy, Pablo Martín Jones
Iluminación: David Picazo
Escenografía: Emilio Valenzuela, Losdedae
Vestuario: Ana López Cobos / María Calderón
Fotografía: Ignacio Urrutia
Fechas: Del 2 al 26 de octubre
[Fuente: www.culturamas.es]
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