Las faltas de ortografía no siempre tienen que ver con las letras. ¿Escribes bien todos los signos de puntuación en tus textos?
Escrito por Isabel Garzo
Es sabido que Cervantes entregó El Quijote a
imprenta sin apenas signos de puntuación. En aquella época, eran los
editores los encargados de ponerlos. De ahí se desprendieron las
diferencias de interpretación entre unas ediciones y otras.
Camilo José Cela colocó un solo punto en las 238 páginas de su novela Cristo versus Arizona. También Gabriel García Márquez escribe largos párrafos sin un solo punto y aparte en El otoño del patriarca. Y Benedetti escribió Testigo de uno mismo sin puntos ni comas (utilizó la barra para separar las frases).
Anécdotas aparte, los signos de puntuación parecen el «maquillaje» de
los textos: pensamos que ayudan a presentar estos mejor, pero que
tampoco sería tan grave omitir o cambiar uno. Pero, en ocasiones, una mala utilización de los signos puede provocar que una frase se entienda de forma totalmente diferente. Así lo explica José Antonio Millán en su libro Perdón imposible (que no «perdón, imposible»). También en internet podemos encontrar numerosos juegos
en los que un mismo texto puede significar varias cosas distintas según
dónde se coloquen las comas. Pero del mal uso de las comas hablaremos
más adelante, porque ese asunto podría ocupar varios artículos.
Estos son algunos de los otros signos que se escriben de forma incorrecta con relativa frecuencia:
1. Los puntos suspensivos son solo tres
Aunque pueda parecerlo, la intriga no aumenta por escribir más puntos
suspensivos. Ese efecto se debe conseguir con la redacción, pero los puntos suspensivos son siempre solo tres.
Pueden aparecer cuatro puntos seguidos cuando los tres suspensivos se sitúen detrás de una abreviatura, ya que esta lleva su propio punto:
Disculpe, Sr….
O incluso podrían aparecer cinco en el caso de que,
después de la abreviatura y los puntos suspensivos, haya un signo de
interrogación y exclamación o dos puntos. Pero, de esos cinco puntos
consecutivos, en realidad solo tres son suspensivos.
¿Puedo ayudarle, Sr….?
Además, los puntos suspensivos no son compatibles con el empleo de la palabra etcétera o su abreviatura. O lo uno, o lo otro.
Ya tengo listos los entrantes, las bebidas, el postre…
Ya tengo listos los entrantes, las bebidas, el postre, etc.
Ya tengo listos los entrantes, las bebidas, el postre, etc….*
2. Las comillas no sirven para subrayar
No es difícil encontrar mensajes en los que el emisor ha pretendido
resaltar una palabra o frase utilizando las comillas. Es frecuente, por
ejemplo, en algunos comercios tradicionales: bares, mercerías… Me
refiero a carteles con frases como Tenemos jamón «ibérico»* o Se hacen arreglos «rápidos»*.
Las comillas no producen el efecto de resaltar lo entrecomillado, sino el de indicar que se trata de algo irónico.
También tienen otros usos: el de enmarcar citas textuales, el de
señalar una palabra vulgar o de otra lengua… Pero, cuando no se trata de
ninguno de esos casos, el único uso aplicable es el de la ironía o el
doble sentido. Por eso, las personas que conocen las reglas de
puntuación encuentran esos carteles bastante cómicos: lo que en realidad
están diciendo esos comercios, con toda su buena intención, es que los
arreglos están lejos de ser rápidos y que ese jamón es menos ibérico que
una pieza de sashimi.
En cuanto al uso de comillas latinas, inglesas o simples, se
recomienda utilizar las primeras («») y reservar las otras (“” y `´)
para cuando un texto ya entrecomillado lleve además dentro algunas
partes que tengan que ir también entre comillas.
«Su padre le dijo: “¡Deja de distraerme o se me quemarán las `cocretas´!”»
3. Igual significa igual
En los establecimientos de una conocida cadena de ropa masculina han
estado publicados durante todas las fiestas navideñas sendos carteles
promocionales en los que podía leerse: 3=2*
Un poco más abajo, un texto aclaraba que la promoción permitía
hacerse con tres prendas por el precio de dos. Esa aclaración era
totalmente necesaria, ya que la inscripción inicial era confusa.
Si no tenían espacio para escribir «tres por el precio de dos» o «llévese tres y pague dos», al menos podían haber puesto «3×2», una fórmula mucho más habitual y acertada para estos casos.
4. En español, las preguntas y las exclamaciones llevan signo de apertura
La verdad es que los teclados táctiles no lo ponen muy fácil. A
veces, escribir los signos de apertura supone la pérdida de un tiempo
precioso. Pero, nos guste o no, esos signos son tan necesarios como los de cierre.
Su omisión, además de ser señal de una escritura descuidada, puede
hacer que el mensaje se interprete peor (por ejemplo, en casos en los
que la pregunta afecte solo a la mitad del enunciado).
Por ejemplo, en frases como «A Mónica le gusta la leche desnatada, ¿tiene alguna preferencia más?» el significado varía según si los signos de interrogación enmarcan la frase al completo o solo la segunda parte de la misma.
5. El punto y coma existe
Y no solo eso: utilizarlo correctamente es, cada vez más, muestra de una escritura cuidada y culta. Y es que es el signo más poético y subjetivo de todos. Las
reglas dejan mucho espacio a la interpretación. Por ejemplo, un punto y
coma puede separar dos enunciados cuando la relación semántica entre
ellos no sea tan sólida como para poner solo una coma ni tampoco tan
indirecta como para poner un punto:
Solo me quedan tres meses de paro; estoy empezando a buscar trabajo también fuera de mi ciudad.
También puede utilizarse para establecer un equilibrio, de manera que
se forma una balanza entre las palabras que se encuentran a un lado y a
otro de este signo, aunque uno de los dos lados sea más extenso:
Despertarme y no ver tus ojos; morir.
La RAE expone algunas reglas que explican la adecuación de su uso,
pero solo quien comprende plenamente sus connotaciones puede utilizar
este signo con propiedad y conseguir buenos resultados.
La excepción es su uso en enumeraciones cuyos elementos ya contienen comas: es el más “objetivo” de cuantos se pueden atribuir al punto y coma:
Italia, ocho puntos; España, diez puntos; Dinamarca, doce puntos.
Mi consejo es, entonces, el de animaros a utilizar tantos signos de puntuación como podáis; enriquecerán vuestro texto. Siempre y cuando, claro está, tengáis «clarinete» su significado y su uso… ¡Si no, podría ser aún peor!
[Foto de la autora - fuente: www.yorokobu.es]
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