Un estudio de Jaume Vallcorba identifica la «Chanson de Roland» con la Pasión de Cristo
Por Francisco R. Pastoriza
28 de enero de 814. Pocas fechas tan lejanas se conocen con tanta
precisión como la de la muerte del emperador Carlomagno, recogida en
«Vita Karoli Magni», la obra de su biógrafo Eginardo: «Murió el
veintiocho de enero, el séptimo día desde que cayó en cama, a las nueve
de la mañana, tras participar de la eucaristía, en su septuagésimo
segundo año de vida y el cuadragésimo séptimo de su reinado».
Quien fuera rey de los francos y fundador de un imperio que se
prolongaría casi hasta el desenlace de la Primera Guerra Mundial, cuyo
inicio se conmemora también este año, murió en su palacio de Aquisgrán
hace ahora 1200 años. Fue coronado como «emperador de los romanos» el
día de Navidad del año 800 por el Papa León III. Para expandir y
mantener este imperio tuvo que guerrear toda su vida contra enemigos
interiores y exteriores. Una de las gestas más conocidas es la
protagonizada por su sobrino Roldán, sorprendido por los gascones en los
desfiladeros de Roncesvalles. Este episodio histórico fue mitificado en
una de las obras literarias más divulgadas de la Edad Media, «La
Chanson de Roland». La conmemoración de este aniversario de la muerte de
Carlomagno es una buena ocasión para volver a su lectura.
Una nueva mirada a la Chanson de Roland
La «Chanson de Roland», la más antigua y la más bella de las epopeyas
heroicas francesas, recoge los acontecimientos de un hecho histórico
del siglo VIII, la muerte del caballero Roldán, sobrino de Carlomagno,
en los desfiladeros de Roncesvalles. El cantar convierte a los vascos o
gascones atacantes en sarracenos, con el fin de simbolizar la lucha de
la cristiandad contra el islam, representado aquí por el Rey Marsil,
soberano de Zaragoza. La ayuda de Dios es decisiva para la victoria de
los cristianos, que encarnan la justicia y la razón.
Traición, muerte, venganza, justicia
Conviene resumir en pocas palabras el desarrollo de la gesta:
Roldán, sobrino de Carlomagno, es traicionado por su padrastro Ganelón,
quien advierte al rey moro Marsil de la debilidad de las tropas de
Roldán y sus doce pares, encargados de cerrar la retaguardia de
Carlomagno. A pesar de que los sarracenos son obligados a huir después
de una encarnizada batalla, Roldán muere víctima del enfrentamiento,
después de negarse a solicitar la ayuda de Carlomagno. Cuando lo hace,
ya tarde, el emperador toma venganza sobre las tropas de Baligán,
llegado de Babilonia para sustituir al rey Marsil, gravemente herido en
la contienda. La victoria de Carlomagno sobre los infieles es total,
hasta el punto de tomar Zaragoza, expulsar a sus moradores y convertir
al cristianismo a los súbditos de Marsil. El cantar termina con la
ejecución del traidor Ganelón después de un duelo o juicio de Dios entre
Pinabel, partidario del indulto, y Terrín, quien piensa que debe pagar
sus culpas.
Divulgada por trovadores y juglares, el objetivo de la narración era
influir en los creyentes acerca de la intervención de fuerzas
sobrenaturales en favor de los objetivos de la cristiandad, y convencer a
los caballeros sobre la protección divina de que gozaban quienes
luchaban por una causa justa. La «Chanson…» está dotada también de un
aura de cruzada, ya que el objetivo de la lucha de Carlomagno, más allá
de vengar la muerte de Roldán, era la de convertir a los infieles. De
ahí que la narración se utilizase también como un elemento de propaganda
para el reclutamiento de voluntarios en las cruzadas que se organizaron
para rescatar los santos lugares, en manos de los musulmanes en los
años en que la «Chanson…» se divulgaba por territorios cristianos (se
cantó por toda Europa al menos desde el año 1000, aunque la versión
definitiva fue redactada entre 1087 y 1095).
Nuevas lecturas
Un reciente libro de Jaume Vallcorba, Lectura de la ‘Chanson de
Roland’ (Acantilado) añade nuevas interpretaciones a las ya clásicas del
texto original, a saber: la lucha de la Cristiandad contra el Islam, el
Bien contra el Mal y el paralelismo entre Cristo (Roldán) y Judas
(Ganelón). Vallcorba identifica también el sacrificio de Roldán con el
episodio bíblico de Abraham-Isaac y, sobre todo, con la pasión y muerte
de Cristo, reuniendo de este modo acontecimientos de los testamentos
Antiguo y Nuevo.
Carlomagno-Abraham es consciente de la futura muerte de Roldán-Isaac
cuando acepta que sea él quien cubra su retaguardia, ya que el emperador
conoce, a través de sueños y revelaciones, la traición y la suerte que
espera a su sobrino. Asimismo, tampoco Roldán parece querer evitar su
sacrificio ya que, antes de comenzar el enfrentamiento en el que perderá
la vida, se niega por tres veces a hacer sonar el cuerno para pedir
ayuda a Carlomagno.
El sacrificio de Roldán se presenta como una pasión libremente
aceptada, que adopta además un tono de redención, lo que lleva a
identificarla también con la pasión de Cristo: los argumentos son los de
que un vasallo debe sufrir por su señor. La «Chanson…» habla también de
extraños fenómenos meteorológicos desatados a la muerte de Roldán:
tormenta de truenos y de viento, lluvias y granizo, rayos, un terremoto,
grandes tinieblas en pleno mediodía… fenómenos que reproducen con mucha
aproximación los narrados en los Evangelios de Mateo y Lucas en el
momento de la muerte de Cristo (también la agonía de Roldán mantiene un
paralelismo con la de Cristo en la cruz). La reacción de Carlomagno ante
la muerte de Roldán va a suponer no sólo una victoria militar sino la
conversión al cristianismo de todo un pueblo. Como en la Pasión de
Cristo, el sacrificio de Roldán representa también una victoria de la
cristiandad, esta vez sobre el islam.
El número 7
En esta Lectura de la ‘Chanson de Roland’ Jaume Vallcorba profundiza
en otro de los aspectos apenas apuntados en otros estudios, el de la
utilización del número cabalístico siete como símbolo a lo largo del
poema. En él se dice que Carlomagno estuvo siete años en España (la
realidad histórica señala que únicamente fueron tres meses los que el
emperador pasó en su Marca Hispánica). Los hechos de la «Chanson…» duran
exactamente siete días, y la jornada decisiva, la de la muerte de
Roldán, se sitúa en el cuarto día, exactamente en la mitad de la
duración total, como eje sobre el que giran las partes primera segunda.
Estos dos periodos regidos por el número siete introducen la gesta en un
espacio alejado del realismo y proyectado hacia el terreno de lo
mítico. Ambos periodos míticos se sitúan en paralelo y se proyectan
sobre una realidad también paralela. En el cantar, el último día se hace
coincidir con la fiesta de San Silvestre, es decir, el día final del
año, en el que además se celebra un juicio, que se podría identificar
con el juicio final.
Para quienes no conocen el texto original, es recomendable iniciar la
lectura de este libro en la página 139, que reproduce en su integridad
todas las tiradas del cantar de gesta, para abordar después, con mayor
conocimiento, los argumentos expuestos brillantemente por Jaume
Vallcorba.
[Ilustración: Xulio Formoso - fuente: www.euroxpress.es]
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