segunda-feira, 24 de novembro de 2025

Pier Paolo Pasolini (1922-1975): en el cincuentenario de su asesinato

Con conmovida unanimidad de acentos, de derecha a izquierda, la prensa italiana llora a Pier Paolo Pasolini, el intelectual más incómodo que hemos tenido en estos años.


Escrito por Rossana Rossanda y Olivia Laing (*)

Convertido, es más, en incomodísimo. A nadie le gustaba lo que en los últimos tiempos andaba escribiendo. No a nosotros, la izquierda, porque luchaba contra 1968, las feministas, el aborto y la desobediencia. No le gustaba a la derecha porque estas salidas suyas se acompañaban de una argumentación desconcertante, para la derecha inutilizable, sospechosa.

No gustaba sobre todo a los intelectuales, porque eran lo contrario de lo que suelen ser, cautelosos destiladores de palabras y posiciones, pacíficos usuarios de la separación entre «literatura» y «vida», incluso aquellos a quienes 1968 había dado mala conciencia. Solo de entre ellos, [Edoardo] Sanguineti [poeta vanguardista del Gruppo 63] tuvo ayer el valor de escribir: «Por fin nos hemos librado de este atolondrado, residuo de los años cincuenta». Es decir, los años de la laceración, apocalípticos, trágicos. Finalmente, para el intelectual de izquierda, superados.

Esta casi total unanimidad es sin duda el segundo automóvil pesado que pasa por encima del cuerpo de Pasolini. Al igual que con el primero, quien tiene la conciencia tranquila puede decir: «Se lo ha buscado». Para quien no tiene estas certezas, es, en cambio, el último signo de contradicción de esta criatura contradictoria: una contradicción verdadera, que no puede recomponerse con ningún artificio dialéctico.

Porque si una cosa es cierta es que este repentino reconocerse todos en sus razones, ahora que ha muerto y de esta manera, es realmente la última burla que le devuelve nuestro mundo no amado. De hecho, no es el tradicional homenaje al difunto ilustre, ni la acostumbrada absolución para el difunto detestado en vida. Si todos escriben en el mismo registro (L'Unità [diario del PCI], en un emotivo artículo, esboza incluso una autocrítica, mientras que el Partido Radical lo inscribe post mortem), es porque cada uno, a partir de las razones de Pasolini, piensa hoy poder sacar provecho de ello.

¿No decía que los jóvenes son ahora como la espuma que deja la marejada que ha destruido los viejos valores? ¿Que una colectividad debe dotarse de un orden, un sistema de convivencia, un modelo? En esto todos están de acuerdo, salvo que cada uno da a este orden y a esta denuncia el signo que más le conviene.

Pasolini, el intelectual más outsider de nuestra sociedad cultural, proporciona con su indecorosa muerte la férrea prueba de que así no se puede seguir adelante. Tan cómoda, que todo lo demás se perdona. Creo que, ante este fervor y sus corolarios, Pasolini habría -si es lícito imaginar este gesto en un hombre tan humildemente amable- escupido encima. Que, si hubiera salido vivo, hoy estaría del lado del joven de diecisiete años que lo mató a golpes. Maldiciéndolo, pero con él. Y así hasta otra inevitable, quizás prevista y temida, ocasión de muerte.

Pero con él, porque era el mundo, estas criaturas de su vida más verdadera («yo los conozco a estos jóvenes, de verdad, son parte de mí, de mi vida directa, privada») en las que buscaba, obstinadamente, una luz. En ellos, no en el mundo del orden, que no son solo las comisarías de policía. Aquí volvía, porque en su visión del mundo no había otros caminos. Su denuncia del «desarrollo», de los valores del consumismo, del beneficio, del achatamiento que estos provocaban en una sociedad preindustrial en la que aún podían prevalecer las relaciones personales, no alienadas, no aceptadas pasivamente, era -como es por lo general en esta corriente, que cuenta con exponentes ilustres, católicos y laicos- tan unidimensional como la sociedad que criticaba; se vivía como el fin de la historia, como una barbarización ante la que solo cabía retroceder.

Retroceder hasta que un rechazo opuesto a este tipo de «desarrollo» -¿y quién puede oponerse a él si no es el marginal o un tercer mundo que aún no ha llegado a este umbral?- ofreciera un salvavidas. En otros lugares, no veía salvación: por eso Pasolini volvía, obstinadamente, al barrio y, cuanto más se le escapaba, más volvía a él, atormentadamente. Tanto más cuanto que, en todos los sentidos, debía presentársele como una frustración, una contradicción.

¿Buscaba una relación auténtica y no tejía, en cambio, una relación mercantilizada? ¿Buscaba una relación libre y no repetía él mismo -el intelectual rico que llega con su Alfa [Romeo] y paga al chico que tiene delante, socialmente y personalmente mucho más frágil- una relación entre opresor y oprimido? Ni la humillación que debía recibir a cambio (cuántas pruebas, menos trágicamente concluidas, de esta muerte suya debió de haber vivido; la irrisión del compañero ocasional, el rechazo, la resistencia de quien se deja usar, pero se siente usado y, por lo tanto, se rebela) podía absolverlo del hecho de que él mismo entraba en este mecanismo alienante. En el que el interlocutor se volvía cada vez más esquivo, más «objeto».

Distinto de un tiempo cuando el chico iba con él, pero manteniendo su propia figura, su dimensión no integrada, no sometible, como el Tommaso de Una vita violenta. Hoy ya no era así: el chico que lo mató tiene poco en común con el chico de barrio de antaño. Debería ser puesto en libertad mañana, de acuerdo con los valores que rigen esta sociedad (además de una humanidad elemental), porque no hay que dudar del testimonio de su barrio, y por tanto de que no tenía muchas ganas de trabajar -¿y quién las tiene?-, pero estaba dispuesto y a punto de reincorporarse al orden familiar, solo violado de forma provisional y venal.

Nada en esta historia es realmente lo que parece. No es el rico vicioso que busca amores ocultos entre los marginados, ya que nadie como Pasolini vivía más sencillamente su inclinación homosexual y podría haberla satisfecho, en una sociedad ya más permisiva, sin riesgo alguno. Tampoco el joven vicioso, que no existe: ni como vicioso, ni como delincuente, ni siquiera como desviado voluntario, rebelde a la norma. Muerte accidental en la persecución de un fantasma, se podría decir. Con satisfacción para la mayoría, con amargura para quienes estimaban y respetaban a Pasolini. Y ahora, funerales, con la asunción en la gloria por parte de quienes primero construyeron y luego exorcizaron ese fantasma.

Si Pasolini es hoy tan alabado, si probablemente muchos se reconocen de buena fe en una mitad del discurso que él hacía, es porque la otra mitad, para él esencial, aquella en la que depositaba su esperanza, no tenía fundamento. Cuántas discusiones, las pocas veces que lo veía, y siempre las mismas; las mismas que repetía, puntualmente, con Moravia. Es cierto que el capital nos ha deshumanizado. Es cierto. Es cierto que la conformidad con su modelo es monstruosa. Es cierto que es tan poderoso que se refleja incluso en quienes lo niegan: en 1968, cuando escribió el famoso poema sobre los enfrentamientos de Valle Giulia, Pasolini veía en el estudiante el producto de una clase social que puede incluso «probar» la revolución, algo que al policía, hijo de un jornalero del sur, no se le permite; y captaba una parte de la verdad.

Es cierto que hoy, y no ayer, se puede hablar de aborto, y no solo porque haya madurado el movimiento feminista, sino porque la sociedad masculina piensa en «economizarse». Es cierto que la escuela obligatoria y la televisión son organismos de consenso. Es cierto que el fascista no es tan diferente del demócrata, en sus modelos culturales, como lo era en 1922.

Todo es cierto, y todo es parcial: porque cada vez que Pasolini tocaba con la mano estas incómodas verdades, la ambigüedad del presente, daba un salto atrás, hacia la humanidad no ambigua de «antes», en lugar de captar en el estudiante, en el feminismo, en la escolarización, en la propia conformidad, el principio de una salida hacia adelante seguramente espuria, pero vital. La idea de que este itinerario debía completarse hasta el final, y a partir de ahí recuperar el hilo de un mundo devuelto a la humanidad, estaba cada vez más lejos de él.

Podría haber sido un escéptico, se convirtió, en sentido clásico, en un «reaccionario». Y esto se aprovecha hoy, este es el segundo automóvil que pasa por encima de su cuerpo. Puesto que, del valor disruptivo y violento de esta «reacción» suya nada queda en la elegía de las primeras, segundas y terceras páginas que se le dedican. Tendrá un funeral burgués y, dentro de algún tiempo, el ayuntamiento de Roma le dedicará una calle.

Lo matarán mejor sus verdaderos enemigos que el chico de la otra noche. En él, antes de morir, solo debió de ver el callejón sin salida en el que se había metido, la magnitud de su error. Y pensar que buscaba al ángel de la pasión según Mateo.

¿Qué sabía Pasolini? Cincuenta años después de su brutal asesinato, su visión del fascismo es más apremiante que nunca.

Olivia Laing

Pier Paolo Pasolini fue asesinado alrededor de la medianoche del 2 de noviembre de 1975. Su cuerpo ensangrentado se encontró a la mañana siguiente en un terreno baldío de Ostia, a las afueras de Roma, tan maltrecho que su famoso rostro era casi irreconocible. El principal intelectual, artista, provocador, conciencia nacional y homosexual de Italia murió a los 53 años, con su última y escandalosa película todavía en la sala de montaje. «Assassinato Pasolini», anunciaban los periódicos a la mañana siguiente, junto a las fotografías del joven de 17 años acusado de su asesinato. Todo el mundo conocía su gusto por los prostitutos de clase trabajadora. Un encuentro sexual que salió mal fue el veredicto instantáneo.

Algunas muertes son tan sugerentes que se convierten en emblemáticas de un tema, la lente engañosa a través de la cual se lee para siempre toda una vida. En este modo de interpretación extrañamente totalitario, Virginia Woolf siempre camina hacia el Ouse, el río en el que se ahogó. Del mismo modo, toda la obra de Pasolini está teñida por el aparente hecho de que fue asesinado por un chapero, el acto culminante de una vida implacablemente arriesgada.

Pero, ¿y si esa fuera la intención, la maliciosa astucia con la que se diseñó su asesinato? ¿Y si, en lugar del martirio instantáneo de una bala en la cabeza, Pasolini fuera asesinado de tal manera que pareciera que había buscado su propia destrucción, un castigo merecido, al menos a los ojos de los conservadores, por las manifiestas perversiones que abundaban tanto en su arte como en su vida?

Es más: ¿y si este asesinato, tanto de verdad como de su reputación, se diseñó para ahogar -contaminar, confundir- las advertencias que había estado lanzando con creciente ferocidad en los últimos años de su corta vida? «Lo sé» era el estribillo central de un famoso ensayo publicado un año antes de su muerte en Il Corriere della Sera, el principal periódico italiano. Lo que Pasolini sabía, y sobre lo que se negaba a guardar silencio, era la naturaleza del poder y la corrupción durante la brutal década de 1970 en Italia, los llamados «años de plomo», llamados así por la epidemia de asesinatos y atentados terroristas perpetrados tanto por la extrema izquierda como por la extrema derecha. En resumen, lo que sabía era que el fascismo no había terminado y que la derecha llevaría a cabo su metástasis, regresando con una nueva forma para reclamar el poder sobre una población aturdida por los halagos vulgares del capitalismo. ¿Se equivocó Pasolini en sus predicciones? Creo que todos sabemos la respuesta a esa pregunta.

Pasolini nació en Bolonia en 1922, el año en el que Mussolini se convirtió en dictador, en el seno de una familia militar. Pasó una etapa formativa en la ciudad natal de su madre, Casarsa, en la remota región rural de Friuli, después de que su padre quedara arrestado por deudas de juego. La brecha entre sus padres se agravó con el estallido de la Segunda Guerra Mundial. Susanna era maestra y amante de la literatura y el arte, mientras que Carlo Alberto era oficial del ejército y fascista declarado, y pasaría la mayor parte de la guerra en Kenia, en un campo inglés de prisioneros de guerra.

Pasolini estudió literatura en la Universidad de Bolonia, pero cuando los bombardeos hicieron que la ciudad fuera demasiado peligrosa, se retiró con su madre y su hermano menor, Guido, a Friuli. Estaba obsesionado con la belleza de la región y su dialecto puro y arcaico, su lengua materna, hablada por los campesinos y casi desconocida en la literatura. En 1942 publicó su primer volumen de poemas, Poesie a Casarsa, escrito en dialecto. Pero durante los caóticos años de lucha que siguieron al armisticio italiano, ni siquiera Friuli era un lugar seguro. Guido se unió a la resistencia y fue ejecutado en las colinas por un grupo rival de partisanos, una tragedia que unió aún más a Susanna y a su adorado hijo superviviente.

Parte del encanto de Friuli era erótico. Fue aquí donde Pasolini descubrió su sexualidad, su atracción magnética por los campesinos y los chicos de la calle, lo cual pronto lo llevó a entrar en conflicto con las autoridades. A finales de la década de 1940 fue acusado de corrupción de menores por un supuesto acto sexual con tres adolescentes. Aunque más tarde quedara absuelto, el escándalo lo llevó a él y a Susanna a mudarse de nuevo, esta vez a Roma.

Se adentraron directamente en la bulliciosa ciudad de Ladrón de bicicletas: una Roma en ruinas, con barrios marginales poblados por un nuevo proletariado urbano que huía de las privaciones del sur rural. Pasolini encontró trabajo como profesor y se sumergió en otro lenguaje secreto, el romanaccio [romanesco], el dialecto callejero que hablaban los jóvenes rebeldes con los que entabló amistad. Ragazzi di vita, los llamó en la novela de 1955 que le dio fama: chicos de la vida. Estafadores y ladronzuelos con la cara marcada por la viruela, de caderas estrechas y amorales, a menudo homófobos, casi siempre heterosexuales. Fueron estos chicos los que situó en el centro de sus libros, sus películas, sus poemas y su vida.

Se puede vislumbrar a Pasolini en fotografías de esta época, una figura delgada y esbelta con piernas arqueadas, un impermeable sobre su elegante traje, cabello oscuro peinado hacia atrás y un rostro intenso y de pómulos marcados. Un observador, un artista motivado, un apasionado jugador de fútbol. Encontró su camino hacia Cinecittà, el famoso estudio cinematográfico romano, como guionista. Ayudó a Fellini con Las noches de Cabiria y luego se lanzó por su cuenta, escribiendo y dirigiendo Accattone, un relato neorrealista de 1961 sobre un proxeneta -interpretado por un chico de la calle de la vida real, Franco Citti- y su vida arruinada en un barrio marginal romano.

Artistas menos dotados podrían haber explotado ese filón durante años, pero Pasolini pronto reveló la excepcional profundidad y singularidad de su talento. Realizó películas explícitamente políticas, como Porcile y Teorema, animado por su odio hacia la burguesía complaciente. Contó la vida de Cristo en El evangelio según San Mateo y también abordó historias clásicas, creando adaptaciones crudas y viscerales de Edipo rey y Medea, protagonizadas por Maria Callas, así como Los cuentos de Canterbury, de Chaucer, El Decamerón, de Boccaccio, y Las mil y una noches en la Trilogía de la vida.

No hay nada en todo el cine parecido a estas películas, que son obscenas y poéticas, visualmente sublimes y muy centradas en el ámbito de las ideas. Muchas de ellas están protagonizadas por el gran amor y compañero sentimental de Pasolini, Ninetto Davoli, un ingenuo desgarbado de Calabria con una sonrisa contagiosa. La tendencia de Pasolini a utilizar actores aficionados confiere a sus películas un realismo extraño e inestable, como si un cuadro renacentista hubiera cobrado vida.

A los 50 años, era mundialmente famoso, una figura controvertida, constantemente atacada. Fue candidato al premio Nobel de Literatura, pero también fue objeto de 33 juicios por cargos falsos o inventados, entre ellos obscenidad pública, desprecio a la religión y, lo más extraño de todo, intento de robo; su arma era una pistola negra cargada con una bala de oro. Pasolini ni siquiera tenía un arma.

Su arte nunca fue doctrinario, pero siempre fue político. Se había afiliado al Partido Comunista en su juventud, pero fue expulsado rápidamente por su homosexualidad manifiesta. Era criticado tanto por la izquierda como por la derecha, pero, aunque era para todos como una espina clavada, siguió aliado al comunismo y a la izquierda radical. En la década de 1970, se volvió excepcionalmente ruidoso en cuestiones políticas, utilizando los ensayos de Il Corriere para discutir la industrialización, la corrupción, la violencia, el sexo y el futuro de Italia.

En el más famoso, publicado en noviembre de 1974 y conocido en Italia como Io so, o «Yo sé», afirmaba conocer los nombres de los implicados en «una serie de golpes de Estado instituidos para la preservación del poder», incluidos los fatales atentados de Milán y Brescia. Durante estos años de plomo, la extrema derecha desplegó la llamada «estrategia de la tensión» para difamar a la izquierda y llevar al país hacia un régimen más autoritario. Pasolini creía que entre los responsables se encontraban figuras del Gobierno, los servicios secretos y la Iglesia. Se refirió a una novela que estaba escribiendo, Petrolio, en la que pretendía sacar a la luz estas corrupciones. «Creo que es poco probable que mi «novela en curso» sea errónea, es decir, que esté desconectada de la realidad, y que sus referencias a personas y hechos reales sean inexactas», añadió.

La última película es la más sombría. Ninguna película de terror de todos estos años se ha acercado a Salò (1975), ninguna película de tortura pornográfica se acerca a su gélida perfección formal o a su angustiosa intención moral. Versión de Los 120 días de Sodoma de De Sade trasladada al campo italiano en los últimos días de la Segunda Guerra Mundial, es una aterradora máscara sobre el fascismo y la sumisión, un relato de las dos caras de la moneda totalitaria. Al igual que la propia obra de De Sade, trata sobre el poder, no sobre el placer: quién lo posee y a quién destruye. Es una obra maestra apocalíptica que sigue siendo insoportable de ver; «fuera de lo común, proscrita», como observó el escritor y crítico Gary Indiana en un ensayo cinematográfico en el que alababa su capacidad, aun radiactiva, para herir al espectador.

He ambientado mi nueva novela, The Silver Book, en torno al rodaje de Salò. Quería imaginar a Pasolini trabajando, con un jersey ajustado de Missoni y gafas oscuras, corriendo de una escena a otra con la cámara Arriflex ligeramente apoyada en el hombro, supervisando la construcción de excrementos a partir de galletas trituradas y chocolate para la infame escena en la que se come mierda. No intimidaba a sus colaboradores, como hacía Fellini. Era querido y admirado, pero también alguien solitario, aislado. El cruising compulsivo, noche tras noche: en un poema titulado Soledad se preguntaba si no era simplemente una forma de estar solo.

Ninetto se había casado dos años antes y la pérdida lo había sumido en una desesperación total, un estado de ánimo que se filtró irremediablemente en la película. Había repudiado públicamente su alegre y erótica Trilogía de la vida. Ahora el sexo equivalía a muerte y dolor. En cuanto a la utopía, no quedaba ninguna posibilidad. Y, sin embargo, cuando un entrevistador le preguntó a quién iba dirigida Salò, respondió con toda seriedad: a todo el mundo. Seguía creyendo que el arte podía contrarrestar el hechizo, que podía conmocionar a la población y despertarla. No había perdido la esperanza.

Una de las teorías sobre la muerte de Pasolini es que le atrajeron a Ostia para recuperar algunas bobinas de Salò que le habían robado unos meses antes. Retomé esta historia en mi novela, pero decidí no describir directamente el asesinato de Pasolini, en el que sufrió golpes, le destrozaron la ingle, le cortaron casi toda la oreja y luego lo atropellaron con su propio Alfa Romeo plateado, lo que provocó que reventara el corazón. El chico que cumplió una condena de diez años por su asesinato tenía unas pequeñas manchas de sangre, pero ninguna herida, a pesar de que, al parecer, había golpeado a un hombre hasta matarlo. Otra frase de Io so sugiere lo que probablemente ocurrió: «Conozco los nombres de las personas sombrías e importantes que se esconden detrás de los trágicos jóvenes que eligieron las atrocidades fascistas suicidas o los delincuentes comunes, sicilianos y de otros lugares, que ofrecieron sus servicios como asesinos y sicarios».

Pasolini vio lo que se avecinaba. Como los artistas más excepcionales, tenía el don de la clarividencia, lo que es otra forma de decir que prestaba atención, que observaba y escuchaba y sabía interpretar las señales. En su última tarde, fue entrevistado por casualidad para La Stampa. Pocos días después de su muerte, sus últimas palabras grabadas se publicaron en un número agotado, una profecía desde el más allá.

Hablaba del modo en que la vida cotidiana estaba quedando distorsionada por el deseo de poseer, porque a todo el mundo se le enseñaba que «querer algo es una virtud». Dijo que esto afectaba a todos los aspectos de la sociedad, aunque los pobres pudieran usar una palanqueta para conseguir sus botines, mientras que los ricos dependían de la Bolsa. Afirmaba, refiriéndose a sus excursiones nocturnas al mundo sombrío de Roma, que descendía al infierno y traía de vuelta la verdad.

¿Cuál es la verdad?, le preguntó el periodista. La evidencia, dijo Pasolini, de «una educación compartida, obligatoria y errónea que nos empuja a poseerlo todo a cualquier precio». Describió a todos como víctimas de esto, pensando sin duda en Salò, donde víctimas y verdugos están encerrados juntos en una danza terrible. Y describió a todos como culpables, por su disposición a ignorar los costes en favor de su propio y lucrativo beneficio privado. No se trataba de culpabilidad individual o de buenos y malos actores, añadió. Era un sistema totalizante, aunque, a diferencia de Salò, había una forma de escapar, de romper el siniestro y seductor hechizo.

Como siempre, su lenguaje era más el de un poeta que el de un político: denso en metáforas, inquietante en sus advertencias. «Bajo al infierno y descubro cosas que no perturban la paz de los demás», dijo. «Pero tened cuidado. El infierno se va extendiendo hacia el resto de vosotros». Justo al final de la conversación, parece como si se sintiera frustrado por los continuos intentos del entrevistador de que aclare su postura. «Todo el mundo sabe que pago por mis propias experiencias en persona», dice. «Pero también están mis libros y mis películas. Quizás me equivoque, pero sigo diciendo que estamos todos en peligro».

El periodista le pregunta cómo cree que él, Pasolini, puede evitar este peligro. Está obscureciendo y ya no hay luz en la habitación donde están hablando. Pasolini dice que pensará en la pregunta durante la noche y que responderá por la mañana. Pero por la mañana está muerto.

Creo que Pasolini tenía razón, y estoy segura de que las advertencias que no dejaba de pronunciar fueron la causa de su muerte. Vio el futuro en el que hoy nos encontramos mucho antes que nadie. Vio que el capitalismo se corroería hasta convertirse en fascismo, o que el fascismo se infiltraría y se apoderaría del capitalismo, que lo que parecía benigno y beneficioso corrompería y destruiría las antiguas formas de vida. Sabía que la sumisión y la complicidad eran letales. Advirtió sobre los costes ecológicos de la industrialización. Previó cómo la televisión transformaría la política, aunque murió antes de que Silvio Berlusconi llegara al poder. No creo que el ascenso de Trump, un político formado al estilo de Berlusconi, le hubiera sorprendido mucho.

No era perfecto. Estaba infectado de la nostalgia de una Italia rural y campesina, cuyo coste ignoraba deliberadamente. Estaba en contra del aborto y la educación masiva; se puso del lado de la policía francesa contra los estudiantes en 1968. Su poesía puede ser autoindulgente, sus pinturas son malas. Pagaba por tener sexo con chicos de alquiler que seguían teniendo la misma edad mientras él envejecía y, por otro lado, los tomaba en serio, los escuchaba, les buscaba trabajo y les proporcionaba una fuente constante de apoyo. Era un visionario y un artista de convicciones morales inquebrantables. No se callaba.

El momento de su muerte hace que parezca que Salò fuera su última y desoladora declaración, pero incluso en su última noche, durante la cena, hablaba de su próxima película. Tenía más trabajo por delante, inimaginable en su forma, sin precedentes en su formato. Se tomó un filete y salió a ligar. Tenía hambre, ya ves. Estaba del lado de la vida, siempre.

 

(*) Rossana Rossanda (1924-2020), veterana resistente antifascista, comunista e internacionalista, fue cofundadora del diario il manifesto y miembro del Consejo Editorial de Sin Permiso.

(*) Olivia Laing novelista y crítica inglesa, es colaboradora de The Observer y The Guardian. En castellano se han publicado varios ensayos suyos, como "Por el río: Un recorrido más allá de la superficie" (Paidós, 2025), "El jardín contra el tiempo: En busca de un paraíso común" (Capitán Swing, 2024), "La ciudad solitaria: Aventuras en el arte de estar solo" (Capitán Swing, 2020), "El viaje a Echo Park: por qué beben los escritores" (Ático de los libros, 2016) o "Todos los cuerpos: un libro sobre la libertad" (Paidós, 2022), así como la novela "Crudo" (Alpha Decay, 2016).

Traducción: Lucas Antón


[Fuente: il manifesto y The Guardian - reproducido en www.suplementobitacora.net]






domingo, 23 de novembro de 2025

Les médecins de Gaza toujours détenus dans les prisons israéliennes

Alors que certains ont été libérés lors du cessez-le-feu, Israël détient toujours 80 professionnels de santé palestiniens sans inculpation. Leurs familles réclament leur libération.

Le Dr. Omar Ammar, , un gynécologue qui a contribué à populariser l’utilisation du frottis cervical pour dépister le cancer du col de l’utérus à Gaza, disparu en mars 2024. 

Écrit par Michal Feldon

Lorsque le Dr Ahmad Al-Farra a retourné la caméra de son téléphone dans son bureau de l’hôpital Nasser, dans le sud de Gaza, des pancartes sur lesquelles on pouvait lire « Liberté pour le Dr Abu Teima » et « Nous ne vous abandonnerons pas » sont apparues sur mon écran. Elles étaient brandies par la femme et les enfants de Nahed Abu Teima, qui n’ont pas parlé à leur père depuis près de deux ans. Abu Teima était directeur du service de chirurgie de l’hôpital Nasser jusqu’à ce que les forces israéliennes l’arrêtent lors d’un raid mené en février 2024 contre le complexe médical. J’ai parlé à sa famille après avoir demandé à Al-Farra, chef du service de pédiatrie et de maternité de l’hôpital, ce qu’il savait des sept collègues emmenés lors de ce même raid. 

Leurs noms figurent sur une liste publiée par Physicians for Human Rights–Israel (PHRI), qui recense 17 médecins gazaouis – et 80 professionnels de santé au total – qui restent détenus par Israël même après la libération par ce dernier de près de 2 000 prisonniers et détenus palestiniens au début du cessez-le-feu. Détenus sans inculpation ni procès dans des conditions épouvantables, ces médecins sont privés de tout contact avec le monde extérieur, à l’exception de rares visites d’avocats. Ils sont victimes de violences physiques, de négligence médicale et de privation de nourriture, ce qui a entraîné la mort de dizaines de détenus. Pourtant, même lorsque leurs cas suscitent une attention publique importante, comme celui du Dr Hussam Abu Safiya, directeur de l’hôpital Kamal Adwan, détenu depuis décembre 2024, cela n’a guère contribué à obtenir leur libération.

Il y a quelques mois, j’ai participé à une campagne sur les réseaux sociaux organisée par le PHRI, dans le cadre de laquelle des médecins israéliens comme moi ont lu les témoignages de médecins gazaouis détenus. J’ai lu les mots suivants : « Nous avons besoin d’antibiotiques et de médicaments pour traiter les infections... Parfois, j’opère des prisonniers, je nettoie l’abcès, je l’ouvre avec un morceau de plastique et je le désinfecte avec du chlore. » Ce n’est qu’après avoir parlé avec la famille d’Abu Teima que j’ai appris que ce témoignage était le sien.

Depuis son incarcération, Abu Teima n’a été autorisé à voir son avocat qu’une fois tous les six mois. Après leur dernière rencontre début octobre, l’avocat a informé la famille qu’il avait perdu 25 kilos, qu’il était battu quotidiennement, qu’on lui disait qu’il ne serait jamais libéré et qu’on lui refusait ses médicaments habituels pour la tension artérielle. Au moment de son arrestation, Abu Teima vivait avec sa femme, Arwa, et leurs neuf enfants à l’intérieur de l’hôpital Nasser, aux côtés de nombreuses autres familles du personnel médical. Israël avait détruit leur maison à Khan Younis au début de la guerre, et ils pensaient que l’hôpital leur offrirait une certaine protection contre les frappes aériennes. Lorsque l’armée israélienne a fait une descente dans le complexe médical, la famille d’Abu Teima a été évacuée, mais il a insisté pour rester afin de s’occuper des patients qui étaient encore là. C’était la dernière fois que sa famille le voyait ou lui parlait. Ce n’est qu’en août 2024, avec l’aide du PHRI, qu’ils ont reçu la confirmation qu’il était détenu à la prison de Ketziot, dans le sud d’Israël. Leur premier contact indirect, par l’intermédiaire d’un avocat, a eu lieu trois mois plus tard, près de neuf mois après son arrestation.

Depuis lors, Arwa et ses enfants vivent dans une tente à Khan Younis. Gynécologue en exercice, elle a réussi à subvenir seule aux besoins de sa famille, mais cela n’a pas été facile : depuis le début de la guerre, les médecins de Gaza ne reçoivent plus de salaire régulier, mais seulement des paiements forfaitaires sporadiques tous les deux ou trois mois. L’un de ses plus jeunes fils, Yousef, a gardé le sourire tout au long de notre conversation, malgré un coup de chaleur et un abcès infectieux à la jambe. Lorsque la famille s’est rendue à l’hôpital pour protester pour la libération d’Abu Teima, Al-Farra lui a administré des perfusions et des antibiotiques ; sans leur lien avec l’hôpital, le traitement de Yousef aurait été beaucoup plus difficile à obtenir.

« Nous perdons chaque jour un enfant à l’hôpital à cause du manque d’équipement », a déclaré Al-Farra à +972. Les médicaments pour le diabète, l’hypertension et l’hypothyroïdie sont rares. L’hôpital est à court de tubes à essai pour les analyses sanguines et ses unités de soins intensifs fonctionnent sans équipement de perfusion essentiel. Bien que davantage de nourriture soit entrée à Gaza depuis le cessez-le-feu, a expliqué Al-Farra, les denrées de base telles que la viande, le lait, les œufs et les produits frais restent largement indisponibles. Et malgré l’afflux de patients provenant des hôpitaux fermés du nord, Nasser n’a reçu aucun approvisionnement médical supplémentaire. Lorsque j’ai demandé à Arwa comment je pouvais l’aider, elle a refusé l’idée de collecter des fonds pour sa famille jusqu’au retour de son mari. Ce dont elle avait besoin, a-t-elle dit, c’était que nous protestions, que nous écrivions et que nous fassions du bruit. « Du pouvoir », a-t-elle dit, « pas de l’argent ou de la nourriture ».

Perte de poids et maladies de la peau  

Après ma conversation avec Arwa Abu Teima, le téléphone d’Al-Farra a été transmis à l’épouse et aux deux filles du Dr Ghassan Abu Zuhri, chef du service de chirurgie orthopédique à l’hôpital Nasser et spécialiste très respecté dans le domaine des prothèses articulaires. En 2017, Abu Zuhri a passé un an à exercer à l’hôpital Rambam de Haïfa, dans le nord d’Israël, où il a été invité à rester. Il a toutefois choisi de retourner à Gaza pour être avec sa famille. Avant la guerre, son expertise l’amenait souvent à traverser la Cisjordanie pour pratiquer des interventions chirurgicales.

Rima, son épouse, enseigne les mathématiques dans les écoles et les collèges et subvient désormais seule aux besoins de la famille. Douze membres de la famille élargie partagent une seule tente à Al-Mawasi, dans le sud de Gaza, après que leur maison à Khan Younis a été détruite pendant la guerre. Rima et les enfants n’ont pas parlé à Abu Zuhri depuis son arrestation. Son avocat n’a été autorisé à le voir que deux fois. Lors de la première visite, Abu Zuhri, qui n’avait aucun antécédent médical, semblait souffrir de la gale – que les autorités israéliennes ont laissé se propager de manière effrénée dans les prisons pendant la guerre – et d’une fatigue intense. Lors de la deuxième visite, il avait perdu 30 kilos. Le Dr Al-Farra a souligné à plusieurs reprises qu’Abu Zuhri n’avait aucune affiliation politique, qu’il était simplement un homme bon et un médecin qui respectait son serment d’Hippocrate, traitant tous ses patients sans distinction de religion, de race ou de sexe.  

Ce n’est qu’après que la famille eut quitté la pièce qu’il expliqua pourquoi il tenait à souligner ce point. « Nous pensons qu’il a soigné deux otages israéliens, et que c’est pour cette raison qu’on lui refuse la libération », a déclaré Al-Farra. « Mais vous voyez, il les a soignés comme il soigne tous ses patients. » Enfin, j’ai parlé avec la famille du Dr Omar Ammar, un gynécologue à la retraite âgé de 67 ans originaire de Khan Younis, qui a contribué à populariser l’utilisation du frottis cervical pour dépister le cancer du col de l’utérus à Gaza. Contrairement aux autres médecins qui ont été arrêtés lors du raid de l’armée israélienne sur l’hôpital Nasser, Ammar a disparu en mars 2024 lorsque l’armée a encerclé Khan Younis. Sa femme, Jihan, et leurs filles ont appris qu’il était en détention seulement lorsqu’elles l’ont reconnu sur une photo diffusée sur les réseaux sociaux : un groupe d’hommes palestiniens dénudés, les yeux bandés et agenouillés dans une grande piscine vide, gardés par des soldats israéliens. 

Il a fallu plusieurs mois à Jihan pour confirmer où il se trouvait. Selon le témoignage qu’Ammar a donné au PHRI en octobre 2024, huit mois après son arrestation, il a été transféré entre trois établissements avant d’être placé à la prison de Nafha dans le Néguev/Naqab, où il se trouve depuis juin. Grâce à la Croix-Rouge, qui l’a mise en contact avec le PHRI, Jihan a pu trouver un avocat, qui a rencontré Ammar à deux reprises. L’avocat a rapporté qu’il avait perdu 25 kilos, qu’il perdait ses cheveux et qu’il avait développé la gale, mais qu’on ne lui fournissait pas de vêtements propres. La prison de Nafha ne fournit pas de savon ; les détenus sont attaqués par des chiens de garde et sont délibérément réveillés toutes les deux à trois heures pendant la nuit. Jihan et les trois enfants du couple ont été déplacés 15 fois depuis le début de la guerre et vivent désormais dans une tente à Deir Al-Balah. Les deux filles souffrent d’hypotension et ont chacune perdu plus de 10 kilos. Jihan elle-même souffre de diabète, d’hypertension et de problèmes cardiaques chroniques, et n’a pas pu se procurer ses médicaments habituels depuis des mois. « Je préfère mourir plutôt que de déménager à nouveau », a-t-elle déclaré à +972. « Je n’en peux plus. La guerre m’a complètement changée. »

 

[Source : www.972mag.com - reproduit sur www.mcinformactions.net]

Cincuenta años después de Franco: Sánchez contrapone la democracia a la derecha actual

Algunos historiadores advierten de que el encuadre de Sánchez desdibuja los hechos. El Gobierno dice que no celebra la muerte de Franco, sino que reafirma los logros democráticos de España.

     La noticia de la muerte de Franco en las primeras páginas

Escrito por Inés Fernández-Pontes

El jueves se cumplieron 50 años de la muerte del dictador Francisco Franco. Más que un momento de reflexión nacional, el aniversario se ha convertido en un campo de batalla político clave para el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y en una herramienta para mantener unida su cada vez más frágil coalición de gobierno.


En enero, Sánchez bautizó 2025 como «50 años de libertad», presentando un calendario de actos culturales y educativos dedicados al final de la dictadura.


La sublevación militar de Francisco Franco en 1936 desencadenó una guerra civil de tres años que derrocó al gobierno republicano de España y dio paso a una dictadura militar de casi 40 años. Los expertos calculan que entre 500.000 y 600.000 personas murieron en el conflicto, cientos de miles huyeron al extranjero y miles más murieron bajo la represión franquista hasta la muerte del dictador en 1975.


Presentada como una advertencia contra el «ascenso del fascismo en Europa», la iniciativa pretende contraponer la «España democrática» a una derecha cada vez más radicalizada.


Según la última encuesta del CIS, el Partido Popular, de centro-derecha, se sitúa en el 22,4%, mientras que Vox podría alcanzar la cifra récord del 18,8%, un resultado que puede complicar el futuro de Sánchez, aunque todavía no garantice a la derecha una mayoría parlamentaria.


«Si algo nos enseña la historia es que la libertad es algo que se puede perder», declaró Sánchez en enero.


Sin embargo, las conmemoraciones de inicio de año comenzaron con notables ausencias. El rey Felipe VI no asistió, alegando compromisos previos. Tampoco asistieron el Partido Popular (PP), partido de centroderecha de la oposición, ni el partido de extrema derecha Vox.


Poco después, más de 100 intelectuales -entre ellos exministros y figuras socialistas- firmaron un manifiesto en el que acusaban a Sánchez de utilizar a Franco para «polarizar» España y deslegitimar a sus rivales.


Lógica de coalición

El momento elegido para la iniciativa no es casual. Sánchez gobierna con una débil alianza de izquierdas dependiente de los partidos nacionalistas regionales. Mostrar a la derecha nacional como una amenaza para la democracia ayuda a consolidar ese bloque.


En un congreso socialista celebrado en Ámsterdam el pasado octubre, afirmó que España ilustra cómo la «derecha convencional se ha convertido en un satélite de la extrema derecha».


A partir de ahí, Sánchez ha tratado de elevar su mensaje al escenario europeo, presentándose como abanderado del campo progresista del continente. En recientes intervenciones, llegó a advertir de que el regreso de Donald Trump espolearía una «reacción en cadena del nacionalismo» en Europa e instó a los líderes de la UE a construir un bloque socialdemócrata más autónomo capaz de resistirlo.


Ese mensaje se ha hecho aún más nítido a medida que el Gobierno de Sánchez se ha visto sacudido por una serie de escándalos de corrupción en los que está implicado su círculo familiar más cercano. Las acusaciones incluyen el uso indebido de varios millones en fondos de la UE vinculados a sus aliados.


Por otra parte, la policía ha vinculado una red de corrupción «mafiosa» a altos cargos del PSOE, lo que ha agravado los problemas de credibilidad y ha suscitado las críticas del Consejo de Europa sobre la gestión de la corrupción política en España y las lagunas de supervisión que existen desde hace tiempo.


Su negativa a dimitir o a convocar elecciones, argumentó Sánchez, evita entregar España a «la peor oposición de nuestra historia democrática».


No todos en la izquierda lo aprueban. El expresidente socialista Felipe González criticó el «argumento antidemocrático» de Sánchez y advirtió de que presentar a los opositores como protofranquistas puede trivializar la dictadura.


Armas contra el pasado

Utilizar el legado franquista da réditos electorales, según Emilio Silva, fundador de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica. «A mayor confrontación y polarización, mayor beneficio político», afirma.


Pero la estrategia puede estar resultando contraproducente. Madrid acogerá el viernes un encuentro neofascista. Además, una encuesta reciente muestra que el 21% de los españoles cree ahora que Franco «era bueno», un resultado que, según los historiadores, refleja la nostalgia alimentada por la política y no por la educación.


El escritor Javier Cercas resumió el malestar en El País en su artículo de opinión «Nada que celebrar» Celebrar la muerte de un dictador que murió pacíficamente «después de destruir una nación» es, cuando menos, moralmente cuestionable.


¿Política de la memoria o memoria política?


Durante décadas, los gobiernos evitaron conmemorar la muerte de Franco, conscientes de las concentraciones de extrema derecha que se celebraban cada 20 de noviembre. El líder socialista José Luis Rodríguez Zapatero incluso obvió el 30 aniversario.


El Gobierno español dice que no celebra la muerte de Franco, sino que reafirma los logros democráticos de España, argumentando que la democracia «la trajo el pueblo» y debe ser «defendida y recordada», dijo un portavoz del PSOE a Euractiv.


«No celebramos la muerte del dictador, sino el principio del fin», declaró el ministro español de Política Territorial y Memoria Democrática, Ángel Víctor Torres.


Algunos historiadores, sin embargo, advierten de que el encuadre de Sánchez desdibuja los hechos. «Afirmar que España cumple este año 50 años de democracia distorsiona el pasado», afirma Pablo Pérez López, de la Universidad de Navarra. La democracia no empezó con la muerte de Franco en 1975, concluyó. 


El régimen sobrevivió hasta que las Cortes franquistas votaron a favor de su autodisolución en 1976, reforma refrendada posteriormente por el 90 % de los españoles en referéndum. Solo entonces se celebraron las primeras elecciones libres en 1977 y se promulgó la Constitución de 1978.



[Editado por cs/Euractiv.com y Luis de Zubiaurre - foto: Keystone/Getty Images - fuente: www.euractiv.es]


 


Goulão relata o xenocidio israelí a través de 40 anos de traballo periodístico en Palestina

O xornalista portugués José Goulão presenta na Galiza as súas crónicas.


Escrito por 
Laura Piñeiro


Genocídio na Terra Santa (Página a Página), do xornalista portugués José Goulão, é un testemuño de máis de 40 anos de reportaxes no Medio Oriente nos que dá conta dos masacres perpetrados por Israel. O autor principiou esta cuarta feira as presentacións do libro na Galiza, nun acto organizado pola Fundación Galiza Sempre na libraría Cartabón de Vigo. Esta quinta feira a presentación será na Libraría Pedreira (Compostela) e na sexta feira en Portas Ártabras (A Coruña).

Ao longo das reportaxes elaboradas nestas catro décadas, Goulão amosa a perspectiva do traballo informativo desde a propia Palestina de 1989 a 2023, antes dos ataques do 7 de outubro. Alí, foi quen de coñecer o modo de vida das persoas refuxiadas e reflexionar sobre temas coma o imperialismo, a doutrina sionista ou a diferenza entre relixión e etnia en relación ao autodenominado “pobo xudeu”. Desde este punto xorde precisamente Genocídio na Terra Santa, explica o autor a Nós Diario, tendo como obxectivos “contar como experiencia persoal cal é a cuestión de Palestina desde o inicio da ocupación” e “contar con exemplos humanos como este naceu, se desenvolveu e como está no estado en que está”.

A diferenza entre Gaza e Cisxordania

As diferenzas entre a situación que atopou entre a Faixa de Gaza e Cisxordania reflicten “distintos tipos de violencias”. Goulão atopa en Gaza un territorio “pequeno”, con dous millóns de habitantes concentrados, o que xera “unha situación insalubre por definición e que ten sido agravada coa ocupación militar, co cerco, coas restricións de abastecemento...”, “a vida de Gaza non é humana”, sentencia. En contraposición, en Cisxordania a violencia que se dá é “menos visíbel, semella menos violenta, mais non o é, alí hai a violencia dos colonos”. Resume esta violencia en dúas situacións: as ocupacións de terra por parte de colonos israelís e a imposibilidade, por tanto, dos palestinos e das palestinas para traballar estas terras, por exemplo, no cultivo de oliveiras –símbolo da identidade palestina-; e, por outra parte, os puntos de rexistro militares que imposibilitan a libre mobilidade dos civís, alargando até cinco horas traxectos de quince minutos.

A experiencia nas dúas intifadas

A primeira chegada de Goulão a terras palestinas foi en xaneiro de 1989, meses antes da primeira Intifada, polo que foi quen de presenciala en primeira persoa. Goulião cualifica este feito de único: “Aquela situación de mocidade a tirar pedras contra forzas militares moi poderosas e a represión israelí causou gran conmoción mundial, o que tamén xerou apoio á causa palestina”, explica.

A segunda Intifada é, porén, a resposta a “unha provocación” perpetrada por “Ariel Sharon e o aparato político da extrema dereita israelí, co apoio do Partido Laborista de Ehoud Barak”. A resposta palestina, ao existir xa a resistencia de Hamás, é moito máis “armada”, sinala. Isto xerou unha certa simetría inexistente na Primeira, o que prexudicou a imaxe internacional de cara á resistencia palestina, explica o xornalista.

A poboación palestina vese traizoada polos países árabes

Goulão considera imprescindíbel lembrar que Israel é un proxecto colonial que serve como ‘sucursal’ dos Estados Unidos na rexión de Oriente Medio.  A complicidade estadounidense con Israel está presente na doazón de recursos económicos e armamento –no que os sinais de 'USA Army son visíbeis'-, sen os que, explica Goulão, sería imposíbel toda a capacidade de agresión que Israel ten na actualidade. “Os palestinos son conscientes disto”, sinala. Expón que, no caso dos Gobernos de países árabes, o pobo palestino “non ten confianza ningunha”, cualificando a relación deles cos palestinos como “de interese” e “de manipulación”. Goulão achaca isto, precisamente, á colaboración de moitos destes Gobernos -Catar, Emiratos Árabes ou Bahrain- cos Estados Unidos, xunto con situacións como a de Libia “un país destruído”, ou a do Iraq “un país colonizado”.


[Foto: LP - fonte: www.nosdiario.gal]


Goindol


Detalle do dolmen de Axeitos. 

Escrito por Bieito Romero

Apalabra dolmen, de orixe bretón, significa literalmente «mesa de pedra». Esta terminoloxía é a utilizada no ámbito académico para referirse a estas estruturas megalíticas. Popularmente en Galicia, porén, as denominacións varían en función do seu estado: cando o monumento está soterrado, chámase mámoa (o túmulo); e cando a cámara está descuberta, recibe o nome de arca ou anta. A tradición oral achegou multitude de nomes míticos locais, como Casa da Moura ou Forno dos Mouros, que alimentan a súa lenda. En Galicia contamos con miles de monumentos deste tipo, sendo un alicerce fundamental da cultura megalítica atlántica que se estende dende Portugal ata as Illas Británicas. Monumentos como o de Dombate (Cabana de Bergantiños), o de Axeitos (Ribeira) ou o de Cabaleiros (Tordoia) son amplamente coñecidos e forman parte do noso patrimonio máis visible, testemuñas dun pasado común. Sempre souben que esta cultura construtiva non se limitaba só á nosa zona. Coñecía ben a presenza megalítica no Mediterráneo, comezando por Cataluña e Andalucía, seguindo polas illas de Sardeña e Sicilia en Italia, Malta ou mesmo o Magreb (Alxeria e Tunisia). Tamén tiña constancia da súa existencia noutras áreas de Eurasia, como o Cáucaso ou a India. Mais o que me chamou poderosamente a atención foi descubrir un dato que reflicte a verdadeira dimensión global do fenómeno: o país do mundo onde se concentra a maior cantidade de dolmens é Corea do Sur, onde están catalogados máis de 35.000 (o que supón arredor do 40 % do total). Alí chámanlles goindol, que significa «pedra de apoio», e constitúen un importante eixe do seu patrimonio prehistórico. O realmente sorprendente e misterioso é que, malia a inmensa distancia que nos separa —e as diferenzas nas súas datacións máis tardías—, moitos deses goindol coreanos son incriblemente parecidos, na súa arquitectura básica de mesa de pedra, aos nosos dolmens galegos. Esta semellanza formal entre o Extremo Atlántico e o Extremo Oriente suscita unha profunda pregunta: quen puido construír estes monumentos con tanta semellanza en lugares tan distantes? Unha conexión a través da pedra e da fondura do tempo que nos convida a reflexionar sobre as orixes comúns da humanidade


[Imaxe: Marcos Creo - fonte: www.lavozdegalicia.es]

sexta-feira, 21 de novembro de 2025

Franco cinquanta ans mai tard

Cinquanta ans après la mòrt de Franco, l’estat espanhòl contunha de debatre de sa memòria istorica e de las traças persistentas del franquisme dins la societat e la politica

Un grop de personas fan la saludacion faissista davant lo luòc ont se retirèt lo monument de Francisco Franco a Madrid en 2005 

Lo 20 de novembre de 1975, a 10 oras del matin, un aclapat Carlos Arias Navarro, president del govèrn espanhòl, anoncièt a la television la mòrt del dictator. Franco èra defuntat aquela nuèch al palais del Pardo a Madrid, ont residissiá, après que lo darrièr mes de sa vida se foguèt transformat lenta agonia: son còr èra aganit, las emorragias abdominalas formavan de grumèls de dos quilos, perdiá mai de litres de sang que los que se li podiá fornir per transfusion, e los medicaments destinats a sas diferentas afeccions intravan en conflicte los unes amb los autres. ”¡Qué duro es morir!” (qu’es dur de morir!), çò fisava lo vièlh tiran putschista reaccionari a un de sos mètges qualques jorns abans sa mòrt.

Francisco Franco moriguèt fa uèi 50 ans, al mièg del regèt internacional provocat per las darrièras execucions del regim, subrevengudas dos meses abans sa mòrt, de cinc membres d‘ÈTA e del grop revolucionari FRAP. Res aviá pas servit per qu’un aflaquit dictator signèsse pas lo 26 de setembre la ratificacion d'aquelas penas, que foguèron executadas a la primalba de l’endeman, jol chòc del Mond entièr. Aquelas execucions revelavan l'ADN murtrièr d'un regim franquista que, segon lo Bulletin Oficial del Congrès espanhòl, aviá fach assassinar mai de 40 000 personas pendent sas 36 ans d'existéncia.

Cinquanta ans mai tard, l'estat espanhòl debat encara de sa pròpria memòria istorica. La dicha Transicion espanhòla, timida e incapabla, impliquèt, entre d’autras mesuras, l'adopcion de la Lei d'Amnestia de 1977, que perdonèt los delictes politics comeses pendent la dictatura e los primièrs ans de la democracia e permetèt, fin finala, l'adaptacion dels nostalgics a la novèla societat democratica que naissiá. Luènh d'èsser un tabó, lo franquisme demorèt present, fins al ponch ont de nombrosas carrièras e espacis publics pel país pòrtan encara lo nom de las principalas figuras del franquisme o de Francisco Franco el meteis (579 carrièras e plaças sèrvan de noms franquistas, segon lo projècte Debería Desaparecer (Auriá de desaparéisser); existís tanben sièis comunas espanhòlas que sèrvan de noms franquistas, talas coma Llanos del Caudillo, San Leonardo de Yagüe o Villafranco.

Se pòt tanben metre una especiala atencion a l'adesion que lo franquisme manten encara dins la societat espanhòla. Segon lo darrièr sondatge del Centre d'Investigacions Sociologicas espanhòl (CIS), lo 21,3 % dels ciutadans considèran que las annadas de la dictatura franquista foguèron “bonas” o “plan bonas”, e demest los òmes joves annadits de 18 a 24 ans, près del 20 % pensan que lo franquisme foguèt “bon” o “plan bon”. Aquela apreciacion atenh lo 42 % dels electors del partit d'extrèma drecha Vox e la chifra respectabla del 35,4 % demest los electors del Partit Popular, mostrant que l'ombra del dictator demòra pasmens plan viva, dins un contèxt occidental global de pojada de l’ultradrechisme.



[Imatge: Kippelboy - sorsa: www.jornalet.com]

quinta-feira, 20 de novembro de 2025

La radio de l’armée israélienne risque de fermer ses portes

 

Galeizahal - Own work, CC BY-SA 4.0

Le ministre de la Défense, Israel Katz, a annoncé son intention de proposer au Parlement israélien la fermeture de Galei Tsahal, la deuxième radio la plus écoutée du pays. Selon le ministre, la radio « sape l’effort de guerre et le moral de l’armée ».

Galei Tsahal, radio de l’armée créée en 1950 pour atteindre même les zones les plus reculées de l’État hébreu, est devenue, depuis les années 70, une radio indépendante et est aujourd’hui l’un des rares espaces de réflexion encore libres offrant la possibilité de critiquer les choix du gouvernement.

Récemment, la radio avait également donné la parole au mécontentement des soldats et même des hauts gradés concernant l’opération de génocide à Gaza.

Le directeur Tal Lev Ram a dénoncé cette fermeture comme « un coup dramatique porté à la liberté de la presse et à la société israélienne » et a annoncé une action forte contre cette mesure, soutenu en cela par le Conseil de la presse israélien.


[Photo : https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=80276019 - source : www.pressenza.com]

Fundéu: 50 años de la muerte de Franco, claves de redacción

 


Hoy, 20 de noviembre de 2025, se cumplen 50 años del fallecimiento de Francisco Franco y, con el fin de resolver las dudas que puedan surgir sobre términos y expresiones relacionados con este hecho, se ofrecen a continuación una serie de claves lingüísticas.

1. 50.º aniversario o L aniversario, no 50 aniversario

Cuando se alude a aniversarios, es adecuado escribirlos con números ordinales o romanos (50.º aniversario o L aniversario), pero no con cardinales (50 aniversario). No obstante, cuando se trata de números altos, sí pueden leerse como cardinales (cincuenta aniversario).

2. 20-N o 20N, ambas válidas

Al abreviar una fecha empleando una sigla formada por el día y la inicial del mes, es válido separar ambos elementos con un guion, pero la tendencia actual es no añadirlo20N. Si se opta por escribir la fecha completa con letras, se recuerda que el nombre del mes va en minúscula20 de noviembre.

3. El sustantivo franquismo, con minúscula

Al tratarse de un sustantivo común, la voz franquismo se escribe con minúscula inicial.

4. Mayúsculas y minúsculas en Estado

La voz Estado se escribe con mayúscula cuando alude a un país o al conjunto de los órganos de gobierno de un paísgolpe de Estadojefe de Estado… Se aplica la minúscula en los demás casos, como en estado de excepción.

5. Guerra civil, mayúsculas y minúsculas

La construcción guerra civil española, con el gentilicio, es una expresión común que se escribe enteramente con minúsculas. Si se emplea simplemente guerra civil, es admisible la mayúscula cuando se entienda que se refiere, por antonomasia, a ese conflicto español.

6. Posguerra, mejor que postguerra

Tal como se recoge en la Ortografía de la lengua española, aunque son igualmente válidos los prefijos pos- y post-se recomienda utilizar la forma que termina en -⁠sposguerra.

7. Transición, mayúsculas y minúsculas

El término transición va con minúscula en denominaciones comunes como transición democrática o transición española. Cuando se emplea de forma aislada y alude en ciertos contextos, por antonomasia, a ese periodo de la historia de España, es admisible la mayúscula.

8. Nombres de leyes, escritura adecuada

La Ortografía de la lengua española recoge que las denominaciones oficiales de las leyes, como la Ley para la Reforma Política, se escriben en redonda y con mayúscula en todos los términos significativos. En cambio, las denominaciones no oficiales o informales, así como las menciones genéricas, van en minúscula.

9. Constitución, en mayúscula

Si se quiere hablar del periodo posterior que condujo a la elaboración de una constitución, se recuerda que, usado para referirse a la ley fundamental de un país, el término Constitución va con mayúscula; no obstante, los especificadores que puedan acompañarlo llevan minúscula: la Constitución españolalos padres de la Constitución… 


[Foto: © Wikimedia / Zarateman / CC0 1.0 - fuente: www.fundeu.es]