“Checho, el deshecho” es creación de Rubén Darío Bustos, conocido como “Rubens”
Es realmente increíble, pero todos los días de la semana los lectores de adn se encuentran con “Checho, el deshecho”,
ese personaje sin igual, que deambula por las calles de la capital,
vestido simplemente con un pantalón “saltacharcos”, que se amarra con un
pedazo de pita y que es acompañado de una muy larga chaqueta que logró
conseguir en una caneca de la basura de una casa del norte de la ciudad.
A veces, cuando la vida le da esa opción, vuelve a aparecer por ahí su canchoso “Blackperry”,
un perro de raza indefinida que vive siempre acompañado de dos docenas y
media de pulgas que mientras el amo descansa, ellas salen a buscar el
sustento diario ya que él es tan, pero tan flaco y desnutrido que si
ella no buscan lo del diario, muy seguramente terminarán muertas de
inanición.
“Checho, el deshecho” es creación de Rubén Darío Bustos, conocido como “Rubens” y
quien lleva mucho tiempo trabajando para El Tiempo; primero como
caricaturista editorial en el principal diario de la Avenida Eldorado y
ahora en el tabloide adn que se distribuye gratuitamente en varias
ciudades del país.
Pero “Rubens” no sólo es un excelente humorista gráfico, sino que paralelamente se desempeña como un destacado sociólogo trabajando en una entidad del Estado en donde es uno de los funcionarios más respetados de la institución.
- ¿Cuándo supo que podía ser humorista gráfico?
-
Yo supe que podría ser caricaturista, cuando intente realizarle un
retrato a mi padre; yo tenía en ese entonces 12 años en el momento de
darle la sorpresa, la sorpresa me la dio él, porque me modificó la idea
que tenía hasta ese entonces, pues yo creía que podría ser un buen
retratista. El viejo al ver el dibujo, solo se limitó a sentenciar: “Ese
no es un retrato mío eso es una caricatura”.
- ¿Le hacía caricaturas a los profesores del colegio?
-
Me divertía mucho haciéndole interpretaciones gráficas en caricatura de
los profesores; claro que en la mayoría eran en forma clandestina.
- ¿Alguna vez lo censuraron en el colegio por hacer estos dibujos?
-
Cuando logré hacerle una caricatura al Perfecto de Disciplina, que
entre otras cosas le decían “Carecrimen”, él supo y me mandó llamar y de
inmediato me cito a la Rectoría; el rector, que gozaba de un buen
sentido del humor, no pudo contener la risa cuando vio la caricatura y
esto produjo en el caricaturizado más ira y desde ahí me la montó,
advirtiéndome que no descansaría hasta no verme expulsado del colegio;
un año después, por asuntos administrativos, lo trasladaron; creo que
esa fue un gesto de censura que yo advertí en esa época.
- ¿Qué ha sido lo mejor siendo humorista gráfico?
-
Para mí, lo mejor es que este oficio bello lo he logrado convertir
habitualmente en una terapia, puesto que este espacio me ha
posibilitado, por un lado desahogarme y la otra es que me embeleso con
el diario ejercicio creativo, que entre otras cosas, llevo más de 30 año
en esto, tanto así que se me volvió parte integral de mi existencia.
- ¿Qué lo impulsó a estudiar sociología?
-
Mi proyecto de vida desde muy joven y desde que me asomé al mundo de la
caricatura, siempre fue el de ser arquitecto, pero por cosas de la vida
no pude continuar y solo estudié dos semestres porque cerraron la
universidad en esa época y como vi que no podía proseguir con esta
carrera, entonces decidí estudiar sociología que era la que me permitía
darle elementos cognoscitivos a los conceptos expresados en mis
caricaturas.
- ¿En dónde fue su primer trabajo como sociólogo?
-
Lo desarrollé en Inravisión, en la Televisión Educativa, y más
exactamente en el Canal 3, que hoy es la misma Señal Colombia.
- ¿Cómo logra combinar estas dos tareas profesionales?
-
Interesante pregunta, pero precisamente las dos se retroalimentan: la
sociología me enriquece teóricamente los conceptos que planteo en el
contenido del mensaje de mis caricaturas y la labor de caricatura me
convierte en humor el concepto pesado de la realidad y me ablanda el
“ladrillado” concepto que puede llegara tener las acciones sociales, las
cuales yo intento convertir en caricatura.
- ¿”Checho” llega a ser algo así como un primo lejano de “Copetín”?
-
Yo no diría que “Checho” tenga parentesco con “Copetín”. Tuve la
oportunidad de compartir con el maestro Ernesto Franco y coincidíamos en
afirmar que “Checho” es una versión contextualizada de estos tiempos
modernos; “Checho” viene siendo la versión actual de “Copetín”; sin
demeritarlo, él cumplió su papel protagónico y representativo de un
pequeño habitante de la calle y que en los años 60s se les denominaban
“gamines” y “Checho” obedece más a un habitante de la calle que tiene
unos referentes un poco diferentes. Aclarando que los dos son lo mismo,
pero que son las versiones del habitante de la calle propias de cada
época.
- ¿Qué satisfacciones le ha dejado “Checho”?
-
“Checho” para mí ha sido un logro que me ha producido enormes
satisfacción, una de ellas precisamente es la que me conduce a concluir
que con la propuesta de este personaje estoy creando el género de la
caricatura sociológica, que consiste en presentar a través del humor,
críticas y mensajes de corte sociológico; este tipo de trabajo, para mí
concretamente, se me ha convertido en un reto, puesto que lo que he
intentado hacer durante todo el proceso de trabajo con este personaje,
es ejercitar mi pensamiento de sociólogo.
- ¿Ya podemos decir que “Checho” es patrimonio de nuestras calles y carreras y avenidas y diagonales?
-
Siguiendo el hilo de las anteriores respuestas, pero quiero confesar
que con este personaje he tenido enormes satisfacciones, siento que he
crecido gráfica e intelectualmente. En el caso particular del personaje y
sus características, porque me ha permitido encontrar la gran gama de
conceptos que arroja la ciudad y más Bogotá; yo podría afirmar que es
una mina de lecturas que se encuentran con la misma ayuda teórica de
la sociología y la semiótica, por ejemplo, vemos que “Checho” como
habitante de la calle, es un personaje que forma parte del paisaje
urbano, por lo tanto es un poblador de la ciudad que la vive
semióticamente, pernocta la ciudad haciéndole lecturas e interactuando
con el entramado de textos que configura lo urbano. “Checho” es, por lo
tanto, un personaje urbano, es un traductor y constructor de mensajes;
podría decir, redondeando la idea, es que este personaje me ha permitido
el continuo ejercicio de una epistemología urbana desde el humor. Con
esto me atrevo a concluir que “Checho” es un sujeto que habita en uno de
los nichos espaciales y culturales que conforman la ciudad.
- ¿Qué es lo más complicado de hacer una caricatura diaria de “Checho”?
-
Afortunadamente yo vengo de una generación de caricaturistas
editoriales, de finales de los 70s, principios de los 80s, que nos
acostumbramos por el ritmo de la exigencias de la competencia con los
colegas, ya que era producir cotidianamente por lo menos 3 caricaturas;
esta exigencia era muy buena puesto que cualificaba el trabajo, permitía
calidad en los trabajos publicados. Este ejercicio durante más de 25
años me dejó el hábito rutinario de estar produciendo por lo menos una o
dos caricaturas diarias. En el caso de “Checho” hay una particularidad y
es que fue creado con un criterio de atemporalidad en sus mensajes,
quiere decir que “Checho” no solo, maneja temas de actualidad.
- ¿Alguna vez lo censurando haciendo a “Checho”?
- Con “Checho” no he sentido este flagelo…
- ¿Alguna de sus caricaturas en El Tiempo fueron censuradas?
-
Sí hubo algunas, y frente a esta pregunta, siempre he tenido esta
respuesta: yo homologo la definición filosófica que hay respecto a la
libertad y es que la definición corriente dice: “La libertad individual
termina donde empieza la del otro individuo” y en cuanto a la libertad
del caricaturista editorial, yo creo que la libertad del caricaturista
termina donde empieza la puerta del director del periódico. Admito que
con esto que estoy afirmando da para un debate largo, para mí sería un
honor inaugurarlo.
Por Jorge Consuegra (Libros & Letras)
[Fuente: www.elespectador.com]
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