quinta-feira, 12 de janeiro de 2023

Cómo replantear la narrativa de la migración

Los medios de comunicación dominantes en Europa tienden a dividir y encasillar a los migrantes y refugiados según sus regiones de origen, lo que impulsa la retórica populista sobre inmigrantes “buenos” y “malos”, como expone el columnista holandés Babah Tarawally, originario de Sierra Leona. Para revertir esta narrativa, plantea hacer hincapié en las contribuciones positivas que realizan los migrantes y refugiados a la sociedad europea.

Escrito por Babah Tarawally - Zam Magazine (Amsterdam)

Traducido por Sara Fernández

El marco de la imagen que veo delante de mí es de oro, pero la imagen en el interior representa un ejército invasor. Esta es una metáfora que utilizo con frecuencia en mis sesiones de formación para empoderar a migrantes y refugiados que acaban de llegar a Países Bajos.

Les digo que creen su propio marco dorado. Y les convenzo de que no deben dejar que nadie les haga creer que sus marcos están hechos de cenizas o de papel higiénico. Enseñar a las personas a creer en sí mismas es fundamental, porque si no creen en ellas mismas, ¿quién lo hará? ¿El sistema de asilo? ¿Los políticos? ¿Los medios de comunicación?

Cuando llegan a un país nuevo migrantes o refugiados, normalmente nos enteramos de su llegada a través de los medios de comunicación. Como moderadores del debate público, los medios de comunicación desempeñan una enorme función a la hora de dar forma a la acogida de esas nuevas llegadas al país anfitrión. Al decidir cómo presentar los hechos, marcan el tono y el ritmo para que tanto el público como los políticos formen sus opiniones y actúen en consecuencia. Cuando se plantea un tono negativo, los debates públicos y políticos resultantes presentan a los inmigrantes como invasores a los que se debe detener, reprimir y combatir. Por lo tanto, los medios de comunicación que han generado esta opinión pública han logrado enmarcar a los migrantes y a los refugiados de un modo concreto y, de esa forma, se establece la agenda social y política.

La vuvuzela de los medios de comunicación transmite actualmente el mensaje de que los inmigrantes y los refugiados ponen en peligro la resiliencia de las sociedades europeas, así como las frágiles economías nacionales y la seguridad del continente. En concreto, se utiliza el argumento de la seguridad para convencer a los ciudadanos europeos de que el terrorismo está relacionado con la inmigración. Y está funcionando. Los partidos políticos de derecha están obteniendo grandes beneficios por toda Europa. Algunos de ellos ganan elecciones y forman Gobiernos que prometen expulsar y rechazar a los refugiados y a los migrantes.

Una creciente lista de países europeos están gobernados por políticos que han hecho campaña con la promesa implícita o explícita de que detendrían la migración cuando llegaran al poder. En 2015, Polonia eligió a un Gobierno de extrema derecha, mientras que un año después vimos cómo el Reino Unido salía de la Unión Europea, con un voto impulsado en gran parte por la retórica de la migración. A estos hechos le siguió la elección de Gobiernos de derecha populistas en Austria e Italia, además de la reelección en Hungría del partido Fidesz de Viktor Orbán en 2018. Y, una tras otras, a estas victorias electorales les ha seguido la aprobación de políticas ideadas para hacer que la vida de los migrantes y los solicitantes de asilo sea insoportable.

Lo ideal es que viéramos cómo los medios de comunicación fueran una herramienta importante para gestionar la creciente diversidad de la sociedad y promocionar la inclusión. Pero, hasta ahora, han demostrado ser absolutamente inadecuados para desempeñar esa función, sobre todo en Europa. En lugar de ello, la prensa de Europa ha optado por adoptar un papel clave para plantear la llegada de los refugiados y los migrantes a las costas de Europa como una crisis similar a un tsunami. Esta visión negativa ha contribuido a las actitudes hostiles entre los ciudadanos europeos con respecto a los refugiados y a los migrantes.


Hasta que el león aprenda a escribir, todas las historias glorificarán al cazador


Por desgracia, las cosas están empeorando en lugar de mejorar. Las pocas organizaciones que ayudan a los refugiados están cansadas o frustradas, o están perdiendo apoyos, a medida que los Gobiernos se vuelven más hostiles a los refugiados y migrantes. Parece como si no hubiera vuelta atrás y como si fuera casi imposible invertir la marea de la negatividad. No podemos simplemente basarnos en la débil esperanza de que los medios vayan a reinventar el marco que han creado ellos mismos, un marco que, como ya hemos comentado, rodea una imagen de un ejército invasor y peligroso. En lugar de ello, los migrantes deben comenzar a crear nuevos marcos y nuevas imágenes que cuenten sus propias historias, desde sus propias perspectivas. Tal y como dice un viejo proverbio: hasta que el león aprenda a escribir, todas las historias glorificarán al cazador.

Contar una historia distinta

A principios de julio de 2022, me invitaron a Madrid, junto a otras 60 personas de distintas partes del mundo, para participar en el programa Decolonising the Newsroom coordinado por ZEMOS98 y Conscience Afro. Con estos encuentros de personas con una mentalidad similar, llegué a entender que no está todo perdido. Hay una salida. Podemos contribuir a cambiar la narrativa negativa haciendo énfasis en los aspectos positivos y el valor añadido que traen consigo los refugiados y los migrantes.

Todos acordamos que, cuando los medios de comunicación nos den golpes bajos, apuntaremos más alto. Hablamos sobre estrategias concretas para reformular la narrativa negativa. Si los medios de comunicación europeos tradicionales y convencionales pueden decidir proyectar una imagen positiva de los refugiados de Ucrania y convencer a los ciudadanos de que los acepten con los brazos abiertos, podemos hacer lo mismo utilizando "nuevos" medios, más baratos y sin fronteras, para reequilibrar el algoritmo de negativo a positivo. Cuanto más amplifiquemos los mensajes positivos y las historias de éxito de migrantes y refugiados, más redirigiremos automáticamente los algoritmos hacia una narrativa positiva.

Tomemos por ejemplo a Ucrania. Los medios de comunicación dominantes nos han hecho creer que teníamos una obligación moral de abrir nuestras fronteras a los refugiados ucranianos, darles un lugar en el que quedarse, ofrecerles casas y aceptarlos en nuestras comunidades. Esta explosión repentina de generosidad no solo surgió porque estas personas desplazadas estaban huyendo de Vladimir Putin; pero es difícil pasar por alto el hecho de que, a pesar de ser refugiados, se parecen a la mayoría de nosotros. Por “nosotros”, me refiero a caucásicos, en muchos casos con pelo rubio y ojos azules. Compartir esta historia personal con vosotros podría ayudaros a comprender cómo algunos de nosotros que no nos parecemos a la mayoría de los europeos hemos asimilado esta narrativa de los medios de comunicación en nuestras propias personas.

Cuando regresé de Madrid, me di cuenta de que algo había cambiado en mi barrio de Utrecht. Probablemente se publicó algo en un periódico local sobre la llegada de refugiados ucranianos que yo no había llegado a leer. Ningún medio en línea o canal de televisión me había alertado de ello tampoco. Cuando llegué a casa, vi un barco de crucero y de repente había muchas personas caminando por mi barrio. Mi mente inmediatamente pensó en turistas y no en refugiados. ¿Por qué? Porque no veía a los refugiados como personas blancas.

Cualquiera puede ser refugiado

Mi suposición de que el barco junto a mi casa en Utrecht llevaba a turistas se convirtió en una conjetura que no debería haber hecho, sobre todo dada mi propia historia de desplazamiento. En la década de los noventa, escapé de Sierra Leona, devastada por la guerra, y, al parecer, yo también fui presa de la mentalidad de creer que solo las personas que se parecen a mí pueden ser refugiados. Había leído en el periódico que el Gobierno estaba alojando a refugiados en barcos, pero no me había imaginado que fueran embarcaciones lujosas. Sueño con viajar en el futuro alrededor del mundo en un barco de crucero y para mí era impensable que los refugiados pudieran estar alojados en este barco de lujo.

Me sentí decepcionado conmigo mismo cuando descubrí la verdad, no porque mis nuevos vecinos sean refugiados, sino porque, inconscientemente, había participado en el estereotipo negativo de qué aspecto tiene un refugiado. Lo que aprendí es que cualquiera puede ser refugiado. No importa el color de la piel ni el nivel de riqueza. La guerra puede convertir a cualquiera en refugiado.

Salí a dar mi paseo diario por la noche junto al muelle donde estaba amarrado el barco, pero no vi nada que indicara que 200 refugiados vulnerables estaban alojados en él y que necesitaban protección. Esto contrasta totalmente con los centros habituales de demandantes de asilo, donde hay guardias de seguridad a la entrada, así como protestas visibles de los residentes locales y la presencia permanente de la policía. No era el caso con este grupo. Parecían estar bien. No había protestas en el lugar.

Cambiar el marco a uno dorado

Todo tiene que ver con los elementos visuales. Empecé a pensar en los motivos por los que a estos refugiados no se les trataba igual que a los negros o asiáticos en las mismas circunstancias. No escuché ninguna queja sobre molestias derivadas de este grupo de refugiados. No se les trataba como a personas conflictivas. ¿Era porque nadie lo había denunciado a la policía? Pensé que quizás era porque, en este barrio, los residentes holandeses blancos son una minoría.

La mayoría de personas que viven en los alrededores son marroquíes y turcos y tienen otras cosas en las que pensar, en lugar de quejarse de personas que han huido de sus hogares. En realidad, no les oigo que se quejen por nada. Incluso cuando subo la música, nadie llega para pedirme que la baje. A diferencia de mi barrio anterior, no escucho ninguna queja sobre los olores de mis platos "exóticos" africanos. Me llevo bien con las personas de este barrio, aunque no sé si comparten mi opinión el distrito municipal, la policía o los constructores.

Aparte de su piel blanca, lo que diferencia a este nuevo grupo de refugiados de los demás es que son sobre todo mujeres, niños y hombres de edad avanzada, que son más vulnerables. Tiene sentido: los hombres jóvenes están en primera línea, luchando para defender su país de la fuerza invasora rusa y dejar que mis nuevos vecinos puedan volver a casa y vivir en libertad. Cuando observo a mis nuevos vecinos caminando, pienso en la pérdida de sus esposos, sus hijos, hermanos, tíos y primos. Aunque estén viviendo en un barco de crucero de lujo, no me cambiaría por ellos ni por todo el oro del mundo.

Cómo mejorar la representación

La forma de enmarcar o formular una situación es una parte importante de la comunicación. Cuando los europeos visitan África y Asia, se presentan como expatriados, personas con experiencia que han llegado para compartir sus conocimientos y sus recursos con las personas locales. Todos sabemos que no siempre es así y que, con frecuencia, llegan para aprovecharse del conocimiento y de los recursos naturales de esos países. En cambio, la situación no se enmarca del mismo modo cuando personas de África o Asia llegan a Europa. Se les llama migrantes o refugiados. Se habla de ellos como personas dignas de lástima, que necesitan ayuda, o bien como un ejército invasor al que hay que temer y expulsar.

Si trabajamos juntos para cambiar esta narrativa negativa, contribuiremos a transformar ese marco de cenizas o papel higiénico en uno de oro que pueda ocupar un lugar de orgullo junto a los demás marcos de la repisa de Europa.

 

[Fuente: www.voxeurop.eu]

Sem comentários:

Enviar um comentário