Mi artículo de esta semana en Invertia se titula «Entendiendo la ‘splinternet’: ¿puede el mundo ser global?» (pdf), y habla de la evolución de internet desde sus inicios como red intrínsecamente global, hasta un momento actual en el que países como Corea del Norte, Irán, Cuba, China o Rusia tienen ya sus intranets nacionales diferenciadas y aisladas de la internet global, mientras otros, como India o la Unión Europea, plantean prohibiciones o reglas que hacen que muchos proveedores de contenidos no puedan o ni siquiera se planteen ofrecerlos allí.
La progresiva balcanización de internet, a la que se ha dado ya el nombre de «splinternet» y que cuenta ya con su propia página en Wikipedia, se refiere precisamente a eso, a la rotura del sueño de una internet universal que permitiese la difusión de contenidos por todo el mundo, debido a factores como la tecnología, el comercio, la política, el nacionalismo, la religión y los intereses particulares. Cuando no es el «ese contenido ofende a mi religión, a mis creencias o a tal o cual figura nacional», es el «hay que proteger a los niños» o el «aquí me critican», pero la realidad es la que es: la humanidad ha sido completamente incapaz de algo tan aparentemente simple como desarrollar y mantener una red de información común.
¿Por qué resulta un mal presagio la evidencia de que el sueño global de internet ha resultado imposible de mantener? Sencillamente, porque nuestro gran desafío inmediato, la emergencia climática, es otro proyecto que también necesita de amplios consensos mundiales para poder tener ciertas garantías de éxito. Obviamente, podremos – y deberemos – emprender acciones y tomar compromisos a nivel de cada país, pero en algún momento deberemos plantearnos sancionar, marginar o excluir a aquellos países que no cumplan con sus compromisos de reducción de emisiones, de desmantelamiento de plantas contaminantes o de calendarios de descarbonización. Hablamos del destino de todo el planeta, pero todo indica que va a resultar imposible poner de acuerdo a ese planeta incluso en puntos que la evidencia científica demuestra completa e inequívocamente.
La progresiva deriva de internet hacia splinternet no es más que otro turbio y sombrío presagio de lo mala que es la humanidad superando sus diferencias, poniéndose de acuerdo o simplemente derivando aprendizaje de la experiencia de otros (como desgraciadamente ocurrió en el caso de la pandemia), y de cómo, si no conseguimos consensuar posturas y hojas de ruta comunes, nos espera el peor de los destinos.
[Fuente: www.enriquedans.com]
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