Francés,
claro, pero con un marcado acento argentino al hablar español porque es uno de
los responsables de que Argentina consiguiera elevar el nivel de sus vinos hace
décadas
Escrito por REBECA YANKE y TERESA
GUERRERO
Hoy, lo mismo está en
China asesorando bodegas que generando alianzas en España. Es un esteta de la
uva pero alguna cerveza se toma
Michel Rolland no tenía
escapatoria. La uva está ligada a él desde el principio, pues creció en la
finca familiar Le Bon Pasteur, rodeada de viñedos, en la localidad
francesa de Pomerol. Al vino ha dedicado su vida y, sobre todo, sus
últimos 40 años de actividad profesional. Con más de 70, sigue siendo el flywinemaker por
antonomasia, el consultor al que acuden bodegas de distintas partes del mundo -Argentina, Estados
Unidos, Chile, India, Europa por
descontado- para que cate su vino y colabore a situarlo en lo más alto.
Milagro
que ha vuelto a conseguir en España aliándose
con el empresario Javier
Galarreta, que dirige las bodegas Araex Grand en
la Rioja Alavesa.
«Francia conoce España» es su lema conjunto. Rolland acudió en junio a la
celebración de los 25 años de esta firma de vinos que ha revolucionado la zona
vitícola. Sonriente y en castellano, respondió a esta entrevista.
- Habla muy bien español.
- No hablo español, hablo argentino. Porteño. Aprendí
allá (y marca la ll)
-¿Cuándo fue su primer contacto con la uva? ¿La
tradición familiar dejó su impronta?
Totalmente. Mi padre y mi abuelo [granpadre, dice
él] tenían viñedos en Burdeos y crecí rodeado de ellos. Creo que cuando era
pequeño pensaba que solo había viñas en el mundo [se ríe]. Tengo un hermano
abogado, pero a mí no me dejaron otro camino. Siempre estuvo claro que tenía que
ser enólogo, y enólogo soy.
-¿En qué época comienza a tener la enología mayor
prestigio?
Cuando empecé, el mundo del vino estaba muy lejos
de ser como es hoy. Mis amigos estudiaban carreras como Medicina y Derecho;
cualquier cosa parecía mejor que la enología. Por suerte, el mundo cambió, no
de un día para otro porque nada pasa de un día para otro, pero se alteró la
concepción de la vinificación. Hace 20 años teníamos muchos más conocimientos
que cuando empecé a estudiar. Mi trayectoria es más particular que la de otros
porque he hecho vino en 21 países. Hay cosas por hacer, pero no se harán como
en los últimos 40 años.
Javier Galarrete, responsable de Araex Grand, junto a Rolland. ÁLVARO RODRIGO / ARAEX GRAND |
Hace 40 años, había mucho vino al límite aceptable
de calidad, pero hoy los vinos baratos son buenos
¿Qué cualidades cree que debe
tener quien quiera dedicarse a la enología?
Tres cosas: trabajar, trabajar
y trabajar.
Hay muchos interesados en el
vino, pero no todos pueden permitirse comprar vinos caros. ¿Los hay de calidad
y a buen precio?
Por supuesto. Pienso que esta
es la particularidad de nuestra época. Nunca hemos tenido tantos vinos buenos
como ahora. Pero no hablo solo de España; en Francia era igual. Cuando comencé,
la mayoría de los vinos en ambos países estaban al límite de lo aceptable. ¿Por
qué bajó el consumo? Porque todo el consumo de vino de bajo nivel desapareció.
Hoy en día, en Francia, España e Italia, los tres países del Viejo Mundo más
importantes, se toma vino, pero de mejor calidad. Y los tenemos con precios
económicos. Si compras un Mercedes 220 no es igual que un Mercedes 500 pero
funciona bien. Con los vinos, sucede lo mismo.
¿Algún consejo para quienes
quieran introducirse en este mundo?
Hay muchas personas que catan
y dan consejos, pero lo más importante es el gusto personal. El vino que te
gusta es el buen vino. No importa si el que te gusta para mí es una porquería.
Hay tantos que no es fácil elegir pero se puede ir probando. Puedes comprar una
botella, que no supone un gran riesgo económico, y tirarla si no te gusta. No
hace falta buscar un catador famoso. ¿Qué soy yo? Un tipo que cata todos los
días desde hace 40 años. Un consumidor normal no puede tener esa cultura. A mí
me gustaría que la gente se fijase en su gusto personal. He visto gente catando
en una mesa y decir que un vino estaba bueno porque alguien le había dado 95
puntos, pero se veía en su cara que no le había gustado tanto.
Cata de vinos en junio en Rioja Alavesa en la que participó Rolland. ÁLVARO RODRIGO / ARAEX GRAND |
La
enología podría ser una profesión muy femenina porque ellas
se fijan más en los
detalles, y el vino es un mundo de detalles
¿Ha perdido el vino parte de su elitismo?
Creo que sí, hoy los vinos malos no existen. No digo
que no los haya pero hace 40 años había mucho vino al límite y hoy los de
precio barato son buenos, y eso es una diferencia enorme.
¿Se cansa alguna vez del vino? ¿Bebe cerveza?
Nunca me cansaré del vino. Si alguien me llama para
probar vino iré, pero también puedo tomarme una cerveza.
¿Come y cena con vino?
Siempre. Es muy raro que haga una comida de
mediodía o de noche sin una copa de vino. A veces tengo 200 muestras por catar
en un día y, aun así, cuando llego a casa sigo bebiendo, pero no mucho. Soy el
mejor ejemplo del lado positivo del vino, que es muy criticado por el alcohol.
Tengo 76 años y llevo 50 bebiendo, poca cantidad, y no hay daños por el
alcohol, al menos por ahora.
¿Cómo cree que se relacionan con el vino los
jóvenes?
Es una muy buena pregunta pero muy difícil de
responder. Muchas veces, la relación de los jóvenes con el vino depende de los
padres. Hay gente de cierta edad que toma vino porque es algo social, y muchos
jóvenes lo ven un placer de mayores. La culpa es nuestra, tendríamos que
acercarnos más a ellos. En el mercado predomina la mujer de 40 años que va al
supermercado a comprar vino para su marido. Es el mundo del vino el que tiene
que acercarse a los jóvenes.
Tiene dos hijas, ¿serán enólogas?
Les encanta. Una tiene 40 años y otra 45. Trabajan
en la empresa familiar, un laboratorio y un negocio con 150 hectáreas de viñas
en Francia y otros países. La mayor lleva la contabilidad y la segunda se
encarga de la comunicación y del diseño. Su madre está por encima de todo, es
nuestro paraguas, pero no hay enólogas en la familia.
¿Está el mundo del vino copado por el género
masculino?
Cada día hay más mujeres. Demasiadas. Es broma, es
broma... No lo he calculado, pero seguro que tengo el mismo número de hombres
que de mujeres trabajando en mi empresa. Me encantan las mujeres porque ellas,
a diferencia de los hombres -que somos algo rústicos aunque trabajadores-, ven
los detalles, y el vino es un mundo de detalles. Tienen una sensibilidad de la
que nosotros carecemos, así que creo que puede ser una profesión muy femenina.
En la facultad, ahora hay más mujeres que hombres.
Rolland, revolucionándolo todo en los 90. GILLES MARTIN / GETTY IMAGES |
Cuando empecé, el mundo del vino estaba muy lejos de ser lo que es ahora.
Mis amigos estudiaban Medicina y Derecho; cualquier cosa parecía mejor que la enología
¿Da clases?
No tengo tiempo. Mi agenda es terrible. Hace tres
días llegué de China, ahora voy a Sudamérica...
Ha hecho vino en 21 países, ¿hay alguno que le haya
impresionado?
Sí, hay tres que me han sorprendido por cómo han
evolucionado. Primero, California, en concreto el Valle de Napa, donde en los
últimos 25 años han mejorado mucho la calidad. En Estados Unidos, cuando llegó
la filoxera en los 80, tuvieron que arrancar el 80% y empezar de nuevo.
Económicamente fue un desastre pero los americanos lo hicieron, y lo hicieron
bien. Consiguieron viñedos mucho mejores que los anteriores y empezaron a hacer
mejor vino y, ahora, hay vinos caros y baratos pero son de muy buena calidad.
Los otros son Chile y Argentina. Han progresado mucho en los últimos 30 años.
Australia también pero su evolución no ha sido tan grande. Y después hay países
divertidos como India, China o Armenia, donde no había una cultura de vino y
empiezan a hacer vinos interesantes. En cualquier parte del mundo se puede
hacer un buen vino. Un gran vino es otra cosa.
¿Se ha perdido el lado romántico del vino?
Puede ser muy romántica la forma en que se hacía
pero hay que olvidarse de eso porque la técnica nos ha permitido hacer un vino
mucho mejor del que se había hecho nunca. Es algo preciso, como la cocina, que
muy romántica no es. La buena cocina es estricta, técnica.
¿Cómo imagina el mundo del vino dentro de 20 años?
Honestamente, no lo sé. Pero seguro que seguirá
avanzando gracias a la tecnología. En Medicina se habla de cirugía invasiva;
eso pasaba con el vino. Pero cada vez estamos más cerca del producto. Hoy
hacemos vino de forma más natural que hace 20 años, y vamos a seguir por ese
camino.
¿Sabría decir cuántos vinos llegó a probar?
No sabría decir.. Pero por lo menos sería digno de
un récord Guinness.
[Fuente: www.elmundo.es]
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