quinta-feira, 27 de julho de 2017

Como hablante, con la venia

Escrito por Anunciata Bremón

Leo, hablando de alguien que sufrió picores repentinos, que “podrían ser la causa de una sustancia no identificada”. Vaya, ¿los picores causan una sustancia? Pues no; los picores podrían ser causados por, o a causa de, esa sustancia. Por cierto, ya nada está causado por nada; todo está provocado. Ya sean los daños provocados por un temporal o el turismo que provoca aumento del empleo. Los hablantes han dejado de lado verbos como causarsuceder, producirse, en favor de uno con un significado muy concreto: provocar: hacer algo para que suceda algo. 

Sobre anglicismos pedantes y mal traducidos, pero sobre todo innecesarios, escribo mucho, porque me resultan irritantes: esta vez es la frase publicitaria (a todo cartel en las calles) “…pestañas de un largo dramático”, “falso amigo” del inglés que se está zampando otros muchos vocablos perfectamente en uso que aportan riqueza al léxico; como el eventual  erróneamente traducido por eventual, caso similar al del uso y abuso del colapso que elimina el derrumbe, el desplome, el desmoronamiento, la fractura, o el irónico que ha mandado al limbo a lo paradójico, curioso, extraño, porque todo puede ser irónico: una situación, un dato…la ironía ya no la ponemos las personas. 

Todo calcado servilmente del inglés. No hablo de innovaciones, del campo de la tecnología sobre todo, verdaderas novedades inventadas en inglés y por tanto casi siempre intraducibles. Son cosas distintas. Lo nuevo que viene del inglés y no tiene equivalencias posibles en nuestra lengua, por qué no. Pero ¿es el caso de “la tablet”?; ¿del “crowdfunding? (colecta, suscripción popular) ¿coach? (entrenador/a, preparador/a, asesor/a). 

Y hay problemas como, por ejemplo, la práctica desaparición del uso correcto de los relativos; uno de los numerosos ejemplos citados en este blog: “Los Ángeles, cuya mayoría de la población es latina”, frase de un periodista de alto nivel. Lo mismo que esta otra, en boca de un político: “…cuatro proyectos […] de los que dos de ellos están ejecutados”; o, de nuevo un político: “…cuya mitad de los ingresos procedía de las arcas del Estado”. Frases que no se pueden considerar intentos inútiles de “hacer recomendaciones de uso basadas en el habla de gente muy ilustre”. Demasiada gente alfabetizada e ilustrada que escribe o habla en público muestra hoy en día una ignorancia básica en este y otros capítulos. 

Problemas como dónde poner las preposiciones. En este blog hay muchísimos ejemplos; el último que recuerdo ahora mismo: “Lo que subyace de…”, salido de la boca de un ilustre tertuliano. En la 1 de TVE: “No nos autorizan pasar”; “Abandonó sus dos perros”. Es algo estructural, un fallo sintáctico, no es “la evolución natural” de la lengua actual. En los últimos días he oído ¡tres veces!, en boca de periodistas o políticos esto: “…el Canal de Isabel segundo”. Es la novedad del momento, pero semejante a los miles de dudas sobrevenidas en las concordancias de género: “…las miles de causas”, que van a más... 

¿Se nota que estoy polemizando con alguien? Pues sí, y me da nosequé, porque polemizo con una persona muuucho más cualificada que yo. Pero resulta que no estoy de acuerdo con algunas afirmaciones (optimistas) de la académica de la lengua Inés Fernández Ordóñez, a la que leo en Jotdown en una entrevista. Para el fenómeno de los “dobletes” (“todos y todas”, “amigos y amigas”) que se está imponiendo desde postulados ideológicos –y que espero que no prospere-, ella, aunque tiene una postura muy matizada, cree que sería “lícito” si finalmente triunfa.  Será lícito, claro, pero también será horrible y farragoso. Como ejemplo, la invito a leerse con paciencia la Constitución de Venezuela. Y que la Real Academia no opine ni aconseje sobre estas y otras tendencias me parece fatal. Como hablante.


[Fuente: www.fronterad.com]

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