sexta-feira, 2 de outubro de 2015

Barash: Adolescentes rebeldes con ganas de experiencias fuertes

SAN SEBASTIÁN 2015: El primer largometraje de la israelí Michal Vinik, proyectado en la sección Nuevos Directores, retrata a la juventud alienada en su país



Escrito por Aida Amasuno Martín

Puede que la gran fuerza de Barash de Michal Vinik, proyectada en la sección Nuevos Directores del 63° Festival de San Sebastián, resida, no en su historia (a priori ya vista en el cine), ni en sus realistas interpretaciones, ni siquiera en las imágenes tan gráficas con las que nos obsequia. Reside, más bien, simple y llanamente, en el lugar en el que acontece este relato: Israel. Con ella, la realizadora, tras haber conquistado a la crítica con su segundo cortometraje Reality Check, en el que aborda ya algunos de sus temas fetiche (adolescentes en busca de libertad, pérdida de la virginidad, los efectos de la droga…), se lanza a la dirección de su primer largometraje. 

Barash se siente presionada. Su hermana Liora, secretaria en una base militar, desaparece un día como ya lo ha hecho tantas otras veces. Sus padres se pelean a menudo. Su válvula de escape serán sus amigas, salir con ellas todas las noches por Tel Aviv y disfrutar del alcohol, drogas y demás. De repente aparece Hershko. La intensidad de esta experiencia confundirá a la protagonista, además de darle un nuevo sentido a su vida. 

Tras visualizar Barashes casi imposible no pensar en el largometraje de Abdellatif Kechiche La vida de Adèle [+], porque al igual que Adèle, Naam Barash, la protagonista, también se encuentra un poco confusa y también experimenta con su compañera del colegio Hershko. Las escenas sexuales entre ambas chicas son de una absoluta precisión y autenticidad, rodadas con mucha sensibilidad. Hay mucha belleza en esos dos cuerpos tímidos, ardientes, deseosos de conocer algo nuevo y por tanto diferente. 

Barash no recae en el tópico de dos chicas que se enamoran, experimentan, y lo que esto puede suponer en sus respectivos entornos; simplemente ejerce de reflejo de una juventud aburrida y agotada (no nos queda demasiado claro de qué), ultraconectada en sus relaciones sociales y torpe en sus relaciones humanas. 

Sin embargo, la narración irá perdiendo vigor conforme avance la película. Resulta difícil empatizar con las protagonistas, un grupo de amigas, con existencias aparentemente confortables, con un fuerte y vehemente comportamiento, desagradables y enfadadas prácticamente con todo lo que se mueve. Chicas con la imperiosa necesidad de consumir drogas, porque su país, Israel, tiene tan poco que ofrecerles que necesitan evadirse y alienarse. Ahora bien, ¿qué hubiera pasado si Barash hubiera tenido lugar en Madrid, Copenhague o Amsterdam, por ejemplo? ¿Hubiera resultado tan original? Esta pregunta merece reflexión aparte. 

La película, producida por la israelí Lama Films, está vendida al extranjero por la alemana M-Appeal.



[Fuente: www.cineuropa.org]


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