quarta-feira, 30 de setembro de 2015

Raquel Abend van Dalen: “Mi desarraigo comenzó mucho antes de haberme ido del país”

A los 26 años, Raquel Abend van Dalen es una escritora con publicaciones en poesía y narrativa que han merecido varios premios en Venezuela. Su primer libro, el poemario Lengua mundana lo editó Común Presencia en 2012 y, al año siguiente, Bid. & Co. publicó su novela Andor; además ha estado en el cuadro de honor de concursos como el Premio de Poesía Nacional Universitario de Autores Inéditos del sello estadal venezolano Monte Ávila Editores en 2012 y del Concurso Transgenérico organizado por la Sociedad de Amigos de la Cultura Urbana. Nacida en la capital de Venezuela el mismo año en que sucedió el Caracazo –denominación que recuerda la primera vez que las Fuerzas Armadas apagó con violencia una serie de protestas callejeras–, van Dalen ha articulado su obra poética a partir de dos ethos de su generación: la exploración del cuerpo, como hizo con Lengua mundana, y la experimentación con los motivos urbanos, como hizo en su obra más reciente, Sobre las fábricas. “Limpio el piso del baño, / la poceta, las paredes, la ducha, / limpio la casa/ me limpio,/ limpio,/ el cuerpo, lo que hago,/ limpio,/ pago penitencia/ por todo lo que digo”, el poema numerado XXIX representa una curiosa síntesis de ambos motivos. Ahora vive en Estados pues asiste al Master de Escritura Creativa en New York University y trabaja en un poemario llamado Hotel de santos. Dice que a todo el mundo le vendría bien un poco de desarraigo: “A veces hace falta salir de la ciudad en que se nació, de lo materno, para ubicarse proporcionalmente en el mundo”.

Raquel Abend van Dalen
–En Sobre las fábricas hay una intensa reflexión sobre la condición urbana: No solo sobre las ciudades, sino sobre las personas que las habitan. ¿De qué manera esa particularidad de ser citadina informa el resto de tu poesía? ¿Podría considerarse un motivo recurrente en tu obra?
– Lo urbano es un escenario inevitable cuando se habla sobre desarraigo, dado a que esa falla en la forma de vincularse con lo propio, generalmente ocurre después de que cambia esa “urbanidad”. Sea porque uno se desplaza o porque no logramos crear una relación íntima con el espacio que a uno lo rodea. En este sentido, mi desarraigo comenzó mucho antes de haberme ido del país. Ya desde mi primer poemario, Lengua mundana, hay una necesidad de entender un escenario que encarcela y amenaza a quien lo habita.

– Por momentos hay imágenes de Caracas, a las cuales no percibo precisamente como nostálgicas. ¿Es esta ciudad una experiencia fragmentada, un lugar de paso para buscar nuevos horizontes? ¿O es que esta condición es propia de lo urbano?
– Lo fragmentado no es necesariamente una condición de lo urbano. Depende de muchos factores, casi todos más relacionados a los habitantes que a la propia geografía natural y urbana de un lugar. En mi caso, es muy pronto para saber si Caracas quedará como un lugar de paso. Espero que no. Ha sido una ciudad importante en mi familia, dado que siendo todos extranjeros, coincidieron en ese espacio para hacer su vida. Actualmente la cualidad fragmentaria de Caracas funciona a la inversa, para muchos se ha vuelto un lugar de divisiones. La Caracas de hoy pide un discurso descarnado que pueda lidiar con la situación actual, hace mucho tiempo que se dejó de tratar de nostalgia.

– Ahora que vives en Nueva York, lugar modélico par la experiencia de lo urbano, ¿Ha cambiado de alguna manera lo que percibes en estos paisajes?
– Nueva York es una ciudad indomable, nunca deja de impactar y de removerte. Hay que estar alerta en todo momento porque si te detienes, te pueden llevar por delante. Vivir tres años en un lugar así, por supuesto que cambia la forma en que percibes todo, absolutamente todo.

– En una entrevista anterior me dijiste: “En la poesía no tengo más remedio que confrontarme conmigo misma”, quizá refiriéndote al espacio íntimo desde donde sale cada verso y me pregunto si en Sobre las fábricas, visto el motivo urbano sobre el que vengo construyendo la entrevista, la experiencia fue más externa.
– Fue tan interna como externa. Creo que no existe una cosa sin la otra cuando uno se está re-conociendo en un nuevo espacio. No hay forma de que la ciudad, cualquiera que sea, no afecte interiormente a nadie. El acto de escribir siempre me va a confrontar conmigo misma, pero la manera en que ocurre cambia según el entorno.

Escrito por Michelle Roche Rodríguez



[Fuente: colofonrevistaliteraria.blogspot]

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