Con más de 50 bodegas presentes, la ya tradicional Feria de Vinos de City Bell cerró con éxito su quinto año de presencia en esa localidad del Gran La Plata.
Escrito por Gustavo Choren
El universo de las ferias de vinos argentinos tuvo sus vaivenes en los últimos años, casi a la par de los propios avatares de la industria y la economía nacional. El hecho es que pocas de ellas pueden acreditar una permanencia ininterrumpida durante el último quinquenio (el más duro para el sector en veinte años), contando además con la preferencia creciente del público. Así es en el caso de la Feria de Vinos de City Bell, que durante las jornadas del 7 y 8 de mayo reunió a más de 50 bodegas, y a diferentes hacedores y comercializadores de cervezas, aceites y productos gourmet. Como es costumbre, allí comparecieron los buenos aficionados de esa misma localidad, de La Plata y de todo el conurbano sur, dispuestos a conocer y probar todas las novedades dispuestas para el placer y, por qué no, para el aprendizaje.
Pero la mayor gracia de estos eventos reside en la posibilidad de catar vinos de nuevas cosechas, etiquetas menos rutilantes y pequeños productores. Por eso mismo, aquí van siete ejemplares seleccionados entre todos los que tuvimos la oportunidad de degustar:
Angeles y Demonios Syrah Fortificado s/a ($ 70): los vinos de estilo Oporto parecen haber llegado para quedarse. Dentro del segmento hay distintas cepas y métodos de elaboración en juego, entre los que se ubica este interesante Syrah de la bodega sanjuanina Fernández Robles, apenas fortificado (15,7° de alcohol), de buena fruta y un dulzor en perfecto equilibrio con el resto de los componentes estructurales. El precio, sin dudas, es otro de sus fuertes.
Marco Zunino Malbec-Bonarda 2012 ($ 100): como variedades que tienen bastantes elementos en común (especialmente la redondez de taninos) Malbec y Bonarda se complementan bien para el diseño de tintos ricos y frutados, francos, generalmente sencillos, de buen volumen y grata terminación. Así tal cual es la etiqueta en cuestión, cuyo valor de compra resulta razonable en el mercado argentino actual.
Finca Abril Red Blend 2012 ($ 110): la base del corte bordelés en versión Argentina (Malbec, Cabernet Sauvignon y Merlot) sostiene todas las virtudes de este vino mendocino, que no son pocas: aroma limpio e intensamente frutado, junto a una boca mineral, compleja en matices terrosos. Muy buen vino de una bodega que se las trae, con una relación calidad- precio realmente excelente.
Nómade Pinot Noir 2014 ($ 110): los vinos de Tomás Achával ya tienen más de una década de vida (el primero fue un Syrah 2003, que todavía se mantiene rico y muy vital), y en ese período se ha ido ampliando la gama de cepas y regiones que componen la escudería. Su Pinot Noir rionegrino de Cinco Saltos es bien típico de la cuna geográfica, combinando elegancia con tonos terrosos, fruta elegante y esa cosa levemente almendrada que tiende a incrementarse con el tiempo en botella y que constituye una de las mayores atracciones del Pinot. En este caso, otra vez, el equilibrio entre calidad y valor es inmejorable.
Chapa Uno Malbec Roble 2014 ($ 120): a esta altura del partido, el Malbec ya mostró todas sus facetas posibles. Esto equivale a que resulta casi impracticable hacer cosas originales, no obstante lo cual siempre es grato probar especímenes de buena calidad a un costo atractivo. Lo último le cabe perfectamente al varietal de marras, pleno de fruta fresca y con un roble que sostiene y brinda complejidad. Buen vino y buen precio.
Máximo Il Tracio Cabernet Sauvignon s/a ($ 200): un Cabernet Sauvignon potente y con bastante presencia de roble parece casi un cliché enológico, pero hay que tener en cuenta que las tendencias y los costos de producción han hecho escasear tal tipo de vinos. Aquí hay mucho cuerpo y robustez en el marco de sensaciones ahumadas y de chocolate, que sin dudas van a ir integrándose con un par de años de reposo al abrigo del vidrio.
Petit Blousson Malbec-Bonarda 2013 ($ 200): otra vez Malbec y Bonarda. ¿El inicio de una tendencia, quizá? No es posible saberlo aún, pero la abundancia de ambos cultivares lo hace muy factible en nuestro país. Y en cuanto al vino en sí, se trata de un ejemplar del reconocido terruño de Vista Flores, en el Valle de Uco. El perfil es representativo de su territorio: bastante estilizado y fresco, sin resignar cuerpo ni volumen.
[Fuente: www.fondodeolla.com]
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