Un concepto de tamaña dimensión viene de la mano de tópicos igual de arraigados, como la ciega creencia de que la palabra “saudade” solo existe en portugués y se caracteriza, precisamente, por su imposibilidad de traducción a otras lenguas.
Dicen que algunos sentimientos tienen forma, como la que el João Gilberto dio a sus melodías para crear la bossa nova o la que el poeta Carlos Drummond de Andrade inmortalizó en sus versos. Y que además impregnan personalidades y que marcan una forma de ser. La “saudade” brasileña es uno de ellos.
Una emoción sobre la que se ha cantado, en verso y en prosa, sobre la que han teorizado litros de tinta, que se ha alabado e insultado, reconocido y descartado y que, después de todo, sigue constituyendo uno de los símbolos de identidad de la mayor comunidad lusófona del mundo: hoy se celebra el “Día de la Saudade”.
Pero un concepto de tamaña dimensión viene de la mano de tópicos igual de arraigados, como la ciega creencia de que la palabra “saudade” solo existe en portugués y se caracteriza, precisamente, por su imposibilidad de traducción a otras lenguas, incluso románicas.
Aseguraba el escritor Osvaldo Orico, miembro de la Academia Brasileña de las Letras, que “ninguna palabra traduce satisfactoriamente la amalgama de sentimientos que es la saudade”, aunque reconocía que se trata del “sentimiento particular de una cultura o de una característica universal”.
En realidad, tal como insisten fervientemente los lingüistas cada vez que pueden, el término “saudade” sí tiene equivalentes en otros idiomas, como “echar de menos” en español, “nostalgia” en inglés o “Sehnsucht” en alemán, aunque cada una de ellas, como la propia cultura, implica connotaciones y matices distintos.
No en vano “saudade” fue catalogada diez años atrás por la comunidad de expertos como la séptima palabra más difícil de traducir del mundo.
Para las gentes del mayor país suramericano, famosas por su carácter pasional y su fuerte temperamento, en ocasiones desbocado, “saudade” es el sentimiento que el cuerpo exprime cuando recuerda momentos que jamás volverán a repetirse, espacios y personas hoy inexistentes o que han sido profundamente modificadas por el tiempo.
Una tensión temporal y espacial que nace de la pérdida de algo o alguien querido, un luto que solo se supera a través del arte del recuerdo.
Un arte inmortalizado en el rostro de una novia antes de subir al altar, en el mágico instante en el que dos niños comparten un secreto, en la escena congelada de una procesión carnavalesca o en la silueta de una habitación abandonada.
Detalles de la vida ordinaria que proponen al visitante de la muestra ‘A arte da lembrança – a saudade na fotografia brasileira’ (El arte del recuerdo – la saudade en la fotografía brasileña), expuesta en el centro Itaú Cultural de Sao Paulo, un recorrido para descubrir eso que tenemos dentro y no sabemos explicar.
Retratos y escenas que remiten al “espacio efímero de una fuga eterna” compuesta por 120 instantáneas de 36 fotógrafos brasileños que unen la vertiente material e inmaterial de la “saudade” a través de la poética del amor existencial, la cotidianeidad, el vacío o la muerte.
Una exhibición para sentir y recordar las palabras de un enamorado João Gilberto, cuando cantaba: “va mi tristeza y le dice a ella que sin ella no puede ser, le ruega que regrese porque no puedo sufrir más”, así que… “basta de saudade”.
[Fuente: www.theclinic.cl]
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