Por Graciela Melgarejo
Alguna vez hemos reflexionado en esta columna sobre el valor de las mudanzas, o más modestamente, de hacer un poco de limpieza y orden entre los papeles viejos. Es el caso de esta Línea directa: una anotación hecha al pasar en una libreta pequeña destinada al cesto de la basura "¿Cuántas oportunidades tiene un hablante de estar en contacto con ciertas palabras?" se unió a la curiosidad que despertó un adjetivo, más comúnmente usado como sustantivo, en una de esas lecturas mal llamadas "de verano".
El libro es la novela policial El invierno del comisario Ricciardi, de Maurizio de Giovanni (Lumen, 2012), y la palabra que despertó una búsqueda estaba en la invitación que el sargento Maione, el fiel ladero de Ricciardi, le hace una y otra vez a lo largo de esta novela, y de las otras tres que componen la serie: "¿Quiere que le traiga una tacita de sucedáneo?". Y el comisario, como siempre, contesta: "No, gracias".
Uno puede suponer que, como transcurre en Nápoles en 1931, en los momentos de gloria de Mussolini pero de crisis económica para Italia, algo está pasando con el café y hay que usar un sucedáneo. Pero como la palabra en sí es atractiva, se inició una pequeña investigación para saber a qué se refiere exactamente Maione cuando ofrece "un sucedáneo".
En el DRAE, se define así: "sucedáneo, a (Del lat. succedanĕus, sucesor, sustituto). 1. adj. Dicho de una sustancia: Que, por tener propiedades parecidas a las de otra, puede reemplazarla. U. m. c. s. m."
Como siempre, el Diccionario de uso del español de María Moliner da un paso más: sucedáneo, -a (del lat. succedanĕus. sustituto) 1 adj. y más frec., n. m. Se aplica a una sustancia con la que se sustituye o suple otra que falta, escasea o resulta muy cara: 'Un sucedáneo del café'. 2. m. desp. Se aplica a algo que se considera una mala imitación de otra cosa.
En el Diccionario del español actual (Aguilar, 1999), de Manuel Seco, Olimpia Andrés y Gabino Ramos, que además de la definición suele dar ejemplos, sucedáneo -a ocupa unas veinte líneas con dos acepciones principales: "adj [Cosa, esp. producto] que puede sustituir [a otra]. Más frec. n m., gralm. con intención peyorativa. (...) b) (desp) [Cosa o, raro, pers.] que es una imitación [de otra]. Tb n m. / Berlanga Recuentos 87: Muchos canapés de auténtico caviar sucedáneo..."
Pero esto no parecía suficiente. De manera que quien esto escribe recurrió al periodista y escritor Hugo Beccacece, y a su infinita memoria y experiencia de vida, para preguntarle si, en sus frecuentes viajes a Italia, desde muy chico, había oído hablar de cuál era el "sucedáneo" del café. Hugo recordó rápidamente a su tía María, que le daba "caffè caffè", y le advertía que no era "l'orzo", es decir, 'café de cebada'. Recomendó también buscar en Google "l'orzo ai tempi di Mussolini". Esto desató otra historia, ésta no de ficción sino muy real, de cuando en 1935 se prohibió al resto de los países de Europa exportar o importar nada de Italia para castigar al gobierno del Duce; por supuesto, en Italia casi todos tomaban l'orzo o "el sucedáneo" en su traducción al español.
Cuántas historias semejantes podrían escribirse aquí con la palabra sucedáneo. Una propuesta para estas largas vacaciones de 2015, quizá.
[Fuente: www.lanacion.com.ar]
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