segunda-feira, 26 de janeiro de 2015

Publicaciones y discos homenajean a Spinetta, el hombre que buscaba “la esencia de un color"



Por Jorge Boccanera


En los últimos tiempos se han multiplicado las manifestaciones relacionadas con el arte de Luis Alberto Spinetta (1950-2012): se reeditó su libro de poemas "Guitarra Negra" (edición de 12 mil ejemplares en la colección “Juan Gelman” del Ministerio de Educación), existen proyectos de CDs que lo ligan al jazz y al folklore y, por si fuera poco, mañana se celebra el Día Nacional del Músico en su homenaje. Por primera vez se celebra, por ley, el Día Nacional del Músico en conmemoración del natalicio de “el Flaco”, que si no le veía el aura a las personas, les encontraba acordes y armonías, ya que, como lo dijo en una de sus canciones, “toda las cosas tienen música”. 

Un lugar especial tienen las reediciones en los últimos meses de los libros Spinetta: "Crónica e iluminaciones", del Eduardo Berti, y "Martropía: conversaciones con Spinetta", de Juan Carlos Diez, y el último de los números especiales de la revista Sudestada dedicada al autor de "Muchacha ojos de papel".

Uno de los directores de Sudestada, el periodista Ignacio Portela, dialogó con Télam sobre distintos aspectos de la obra de Spinetta, empezando por cómo hubiera reaccionado el artista -que esquivaba “monumentos”- ante el hecho de que declararan su natalicio como Día Nacional del Músico. 

"Era muy reservado. Pocas veces trascendió su vida privada a los medios. Cuidaba su imagen, su carrera; no mezclaba la banalidad con su obra. Es difícil responder. Pienso que hubiese aceptado por una cuestión de agradecimiento, intentaría pasar desapercibido o lo hubiese utilizado para difundir, como hizo durante los últimos años de su vida, proyectos relacionados a la conciencia vial o algún otro reclamo", sostiene Portela.

¿Ves un Spinetta inagotable en sus búsquedas estéticas, al mismo tiempo que extremadamente riguroso con su trabajo?
Nuestra generación, la que está llegando a los 40, desde que tenemos conciencia suena en nuestras casas la música de Luis. Con el tiempo, vimos las variaciones musicales en sus distintas etapas estéticas y exploramos sus comienzos. Hay algo muy frecuente en la obra de Spinetta: la idea de buscar la pureza en sus poesías y en su música, como quien busca la esencia de un color, de un abrazo, del viento. 

En Sudestada decís que desde fines de los ‘90 Spinetta quedó limitado a un público menor, y su hermano Gustavo añade que “fue popular pero no tenía pasividad”… 
Algo ocurrió con el rock de los 90 en el que él no aceptó participar: la cultura del aguante ligada por un lado al rechazo a la política menemista o grupos haciendo apología del reviente. Entendía la música como algo supremo y hacer canciones era su fuego sagrado. Eso conspira con la popularidad de cualquiera; la masividad va acompañada de la repetición. 

El “Flaco” esquivaba el bulto, salía con nuevas canciones y formaciones, distintos sonidos. Pese a lo dicho anteriormente, en su auge de popularidad llegó a tocar unos temas en “Ritmo de la noche” en 1991 y para no ser menos, eligió arrancar con  el tema “Los libros de la buena memoria”, logrando que Tinelli cerrara su boca por unos minutos. Y llevó a más de cien mil personas en espectáculos que hizo al aire libre.

Hay un Spinetta “tanguero”, se ve en el fraseo de “La bengala perdida”; Berti lo compara con Homero Expósito...
Su viejo era tanguero y Luis lo admiraba mucho. Por ese lado el pulso tanguero siempre estuvo, hasta grabó una versión de “Gricel”. Muchos coinciden que el rock nacional urbano cantó en los ’60 y ’70 lo que el tango había dejado de cantar. Temas como “Resumen Porteño” hablan del lunfardo de los ’80, pintaban el barrio con una nueva forma de decir. 

También hay un toque del folklore, como se ve en uno de sus temas más populares compuesto durante su adolescencia: “Barro tal vez”… 
Sin duda “Barro tal vez” es una zamba, pero como gran parte de la obra de Spinetta tiene algo distintivo e inclasificable. Luego el registro folklórico se pierde en su obra, al menos en el sonido. Los temas que hablan de la tierra, la luz, el sol, tan presentes en el repertorio folklórico argentino recorren su obra, pero el sonido de Spinetta fue hacia otro lugar. 

Una de las notas de Sudestada da los pormenores del disco triple Raíz Spinetta de fines de 2014 con dibujos del “Flaco”, en el que numeroso artistas (como La Bruja Salguero, León Gieco, Liliana Vitale, Ángela Irene, Rubén Goldín, Silvia Iriondo, Juan Quintero y Liliana Herrero) versionan con ritmo de zamba, de baguala, de huayno y otros ritmos del folklore, unas 50 canciones del autor de “Tema de Pototo”. 

Es poco conocido que Spinetta musicalizó un poema de Rafael Alberti que grabó la nieta del español, Isabel de Sebastián.
Isabel arrancó su carrera con las Bay Biscuits junto a Fabiana Cantilo y terminó grabando voces en el disco Privé de Spinetta. Se hicieron amigos en esa época y ella le mostró algunos textos de su abuelo Alberti; ahí nació “Canción del ángel sin suerte”. 

Una de las notas de Sudestada –escrita por Juan Duizeide- está dedicada a Spinetta y el jazz; ¿su música tiene toques jazzeros? 
Sí, las melodías de gran parte de su obra están atravesadas por un sonido jazzero, sobre todo la etapa de “Invisible” y “Spinetta Jade”. Los arreglos, los teclados, sus solos de guitarra. A pesar de reconocer la gran influencia Beatle, es imposible no pensar en un Spinetta jazzero. En los repertorios actuales de músicos de jazz, su obra siempre está. 

[Fuente: www.telam.com.ar]

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