terça-feira, 12 de agosto de 2014

Té sabor melancolía en Estambul



Por JULIA SANTIBANEZ 

En la tarde holgazana camino las calles adoquinadas del centro de Estambul. A lo lejos se adivina el Bósforo, ese río que parece mar y que de un lado tiene a Europa y del otro, a Asia. Cómo no considerarlo ombligo del mundo. A mi lado, letreros incomprensibles refuerzan la sensación de extranjería, que en el fondo me gusta. La lengua turca es por completo ajena a las que conozco, escrita en alfabeto occidental desde 1923, pero llena de diéresis, a veces varios como en “Müdürlügü” (que significa “dirección”).
Frente a un puesto de tés a granel, quien más me quiere y yo nos detenemos a tomar una taza de té de frutas. Es una delicia total. Mientras, recuerdo que según Orhan Pamuk en Estambul. Ciudad y recuerdos (DeBolsillo), las calles de la ciudad “[respiran] opresión, pobreza y amargura”, fruto del dolor por la caída del imperio otomano, en 1918. No puedo decir que perciba amargura, pero sí melancolía. Todo remite a esa época de esplendor, en especial los principales sitios turísticos, desde Santa Sofía, pasando por la Mezquita Azul y el Palacio de Topkapi, ecos de aquella capital imperial. A ratos parece que el cuello se tuerce de tanto mirar ese ayer desmesurado. Sin embargo, este té de melancolía acompañados de dulces típicos me asienta también en el hoy de esta ciudad dual.
Imagen 5


[Fuente: www.palabrasaflordepiel.com]


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