Cada año se requisan en Ámsterdam más de 60.000 bicicletas mal estacionadas que son almacenadas en el Fietsdepot a la espera de que sus dueños las reclamen.
Cada año se requisan en Ámsterdam más de 60.000 bicicletas mal estacionadas que son almacenadas en el Fietsdepot a la espera de que sus dueños las reclamen.
Lucía Márquez Martínez
Para los habitantes de Ámsterdam existe un
pequeño terror que les atenaza cada día: llegar al lugar en el que
han aparcado su bicicleta…y que no esté. En una ciudad con 881.000 velocípedos -más que habitantes, 780.000 según el censo de 2011-
los hurtos y desapariciones de bicicletas son una realidad muy
común. De hecho, Ámsterdam cuenta con un potente mercado negro
de bicis robadas.
Por ello, cuando una mañana cualquiera descubres con horror que tu Batavus o tu Orbita simplemente ha desaparecido, la primera reacción es pensar que ha caído en manos de los “amigos de lo ajeno”. Sin embargo, existe la posibilidad de que en realidad descanse tranquilamente en Fietsdepot, el almacén municipal de bicicletas mal aparcadas o abandonadas. Es el hombre del saco holandés, el enemigo de los ciclistas díscolos o descuidados.
Implacables en su tarea, los trabajadores municipales recorren la ciudad con un camión cargando las bicicletas estacionadas en lugares no permitidos: farolas, señales de tráfico, vallas… Y es que, aunque en ciertos puntos se indique claramente que no es legal aparcar, son muchos los ciclistas que hacen caso omiso a los avisos y dejan sus velocípedos donde quieren. De hecho, durante 2012 el Fietsdepot acogió cerca de 63.000 bicicletas y en 2013 unas 70.000.
Cómo recuperar una bici requisada
Hay que tener en cuenta que el servicio de recogida no deja ninguna señal que indique que la bicicleta ha sido retirada. ¿Cómo saber entonces si tu compañera de dos ruedas ha sido robada o solamente confiscada? No hay más remedio que llamar al cuartel general del Fietsdepot, en las afueras de la ciudad.
Allí son transportadas y analizadas las bicis y se les crea una ficha con sus datos: lugar en el que fue recogida, color, modelo, detalles característicos (en Holanda es muy popular personalizar las bicicletas con pegatinas, timbres de colores o flores) o pequeños desperfectos. Luego se estacionan, junto a las otras miles de bicis retiradas, en la explanada que rodea al Fietsdepot. Y ahí se quedan las pobrecillas, solas, huérfanas, esperando que sus dueños las reclamen para volver a casa y recorrer de nuevo los 400 kilómetros de carril bici de Ámsterdam.
De todas formas, cuando el atribulado ciclista contacte con el depósito para averiguar si su vehículo está ahí, deberá superar un interrogatorio. Saber que tu bici tenía un timbre rojo o una cesta puede ser la clave para recuperarla. Eso y pagar 10 euros de multa. En el caso de que al retirar la bici no haya sido necesario romper la cadena o que cuente con un candado especial, el usuario deberá demostrar que puede abrir la cerradura y no es ningún farsante.
Para facilitar este proceso, el Ayuntamiento de Ámsterdam recomienda activamente a los usuarios que inscriban su bicicleta en los registros oficiales. De hecho, equipos móviles recorren la ciudad “censando” gratuitamente las bicicletas y otorgándoles un código de identificación que las saca del anonimato y las hace mucho más fáciles de localizar.
Pero no sólo de bicis mal aparcadas vive Fietsdepot. Tampoco escapan de sus garras las que llevan mucho tiempo estacionadas en el mismo lugar y pueden haber sido abandonadas. En ese caso, se deja una etiqueta avisando al usuario de que, si no cambia su bici de sitio en unos días ésta será retirada. Claro, si, como el 57% de los habitantes de Ámsterdam usas tu bici diariamente esto no es un problema, pero ¿y si te has marchado a recorrer Tailandia o a seguir la Ruta 66? En ese caso puede que al volver te encuentres con una desagradable sorpresa, o mejor dicho, con nada.
Ámsterdam cuenta con una amplia población extranjera y para muchos de sus miembros el primer contacto con Fietsdepot resulta traumático. Así fue la experiencia de Clara Sanchiz, una madrileña que trabaja en Ámsterdam como periodista: “Había dejado mi bicicleta frente a un hotel y cuando fui a por ella ya no estaba. Pensé que me la habían robado y entré en pánico…Tuve la suerte de que una amiga holandesa me contara que existía Fietsdepot, si no jamás hubiera recuperado mi bici”.
En honor a la verdad, a Sanchiz ya se le han llevado la bici dos veces, y ambas en el mismo sitio, por lo que es una experta en el tema: “cuando llegas a la oficina te invitan a un café, ¡claro! ¡Es lo mínimo que pueden hacer después de darte un susto de muerte, porque piensas que te han robado la bici!”, exclama entre risas.
En realidad, a pesar de llevar 10 años en funcionamiento, el Fietsdepot es bastante desconocido tanto para los holandeses como para los extranjeros. Tanto es así, que sólo un 25% de las bicicletas requisadas son reclamadas por sus dueños, bien porque estuvieran abandonadas, bien porque, efectivamente, pensaran que se la habían robado.
Dicen que nada es para siempre, y el almacenamiento de Fietsdepot no es una excepción. Las bicicletas sólo son guardadas allí durante tres meses. Si en ese tiempo nadie las reclama, se utilizan para actividades de integración o talleres de desempleo en los Países Bajos, se venden a tiendas de segunda mano o se destinan a proyectos de cooperación en otros países, como Tanzania o Afganistán. Al fin y al cabo, todas las bicicletas se merecen una segunda oportunidad.
[Fotos, en orden de aparición: Edwin van Eis, Cecile Obertop y Edwin van Eis - fuente: www.cafebabel.es]
Por ello, cuando una mañana cualquiera descubres con horror que tu Batavus o tu Orbita simplemente ha desaparecido, la primera reacción es pensar que ha caído en manos de los “amigos de lo ajeno”. Sin embargo, existe la posibilidad de que en realidad descanse tranquilamente en Fietsdepot, el almacén municipal de bicicletas mal aparcadas o abandonadas. Es el hombre del saco holandés, el enemigo de los ciclistas díscolos o descuidados.
Implacables en su tarea, los trabajadores municipales recorren la ciudad con un camión cargando las bicicletas estacionadas en lugares no permitidos: farolas, señales de tráfico, vallas… Y es que, aunque en ciertos puntos se indique claramente que no es legal aparcar, son muchos los ciclistas que hacen caso omiso a los avisos y dejan sus velocípedos donde quieren. De hecho, durante 2012 el Fietsdepot acogió cerca de 63.000 bicicletas y en 2013 unas 70.000.
Cómo recuperar una bici requisada
Hay que tener en cuenta que el servicio de recogida no deja ninguna señal que indique que la bicicleta ha sido retirada. ¿Cómo saber entonces si tu compañera de dos ruedas ha sido robada o solamente confiscada? No hay más remedio que llamar al cuartel general del Fietsdepot, en las afueras de la ciudad.
Allí son transportadas y analizadas las bicis y se les crea una ficha con sus datos: lugar en el que fue recogida, color, modelo, detalles característicos (en Holanda es muy popular personalizar las bicicletas con pegatinas, timbres de colores o flores) o pequeños desperfectos. Luego se estacionan, junto a las otras miles de bicis retiradas, en la explanada que rodea al Fietsdepot. Y ahí se quedan las pobrecillas, solas, huérfanas, esperando que sus dueños las reclamen para volver a casa y recorrer de nuevo los 400 kilómetros de carril bici de Ámsterdam.
De todas formas, cuando el atribulado ciclista contacte con el depósito para averiguar si su vehículo está ahí, deberá superar un interrogatorio. Saber que tu bici tenía un timbre rojo o una cesta puede ser la clave para recuperarla. Eso y pagar 10 euros de multa. En el caso de que al retirar la bici no haya sido necesario romper la cadena o que cuente con un candado especial, el usuario deberá demostrar que puede abrir la cerradura y no es ningún farsante.
Para facilitar este proceso, el Ayuntamiento de Ámsterdam recomienda activamente a los usuarios que inscriban su bicicleta en los registros oficiales. De hecho, equipos móviles recorren la ciudad “censando” gratuitamente las bicicletas y otorgándoles un código de identificación que las saca del anonimato y las hace mucho más fáciles de localizar.
Pero no sólo de bicis mal aparcadas vive Fietsdepot. Tampoco escapan de sus garras las que llevan mucho tiempo estacionadas en el mismo lugar y pueden haber sido abandonadas. En ese caso, se deja una etiqueta avisando al usuario de que, si no cambia su bici de sitio en unos días ésta será retirada. Claro, si, como el 57% de los habitantes de Ámsterdam usas tu bici diariamente esto no es un problema, pero ¿y si te has marchado a recorrer Tailandia o a seguir la Ruta 66? En ese caso puede que al volver te encuentres con una desagradable sorpresa, o mejor dicho, con nada.
'La 2.300 a la derecha, esa es la tuya' | © Edwin van Eis
'La 2.300 a la derecha, esa es la tuya' | © Edwin van Eis
'La 2.300 a la derecha, esa es la tuya' | © Edwin van Eis
'La 2.300 a la derecha, esa es la tuya' | © Edwin van EisNo, no te la han robadoÁmsterdam cuenta con una amplia población extranjera y para muchos de sus miembros el primer contacto con Fietsdepot resulta traumático. Así fue la experiencia de Clara Sanchiz, una madrileña que trabaja en Ámsterdam como periodista: “Había dejado mi bicicleta frente a un hotel y cuando fui a por ella ya no estaba. Pensé que me la habían robado y entré en pánico…Tuve la suerte de que una amiga holandesa me contara que existía Fietsdepot, si no jamás hubiera recuperado mi bici”.
En honor a la verdad, a Sanchiz ya se le han llevado la bici dos veces, y ambas en el mismo sitio, por lo que es una experta en el tema: “cuando llegas a la oficina te invitan a un café, ¡claro! ¡Es lo mínimo que pueden hacer después de darte un susto de muerte, porque piensas que te han robado la bici!”, exclama entre risas.
En realidad, a pesar de llevar 10 años en funcionamiento, el Fietsdepot es bastante desconocido tanto para los holandeses como para los extranjeros. Tanto es así, que sólo un 25% de las bicicletas requisadas son reclamadas por sus dueños, bien porque estuvieran abandonadas, bien porque, efectivamente, pensaran que se la habían robado.
Dicen que nada es para siempre, y el almacenamiento de Fietsdepot no es una excepción. Las bicicletas sólo son guardadas allí durante tres meses. Si en ese tiempo nadie las reclama, se utilizan para actividades de integración o talleres de desempleo en los Países Bajos, se venden a tiendas de segunda mano o se destinan a proyectos de cooperación en otros países, como Tanzania o Afganistán. Al fin y al cabo, todas las bicicletas se merecen una segunda oportunidad.
[Fotos, en orden de aparición: Edwin van Eis, Cecile Obertop y Edwin van Eis - fuente: www.cafebabel.es]
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