Con la palabra “depression” estampada, salió hace días a la venta en
la cadena de ropa alternativa Urban Outfitters y levantó una ola de ira
tal que los dueños tuvieron que retirarla de la venta y pedir
disculpas a la multitud de ofendidos.
Por Eduardo Villar
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FURIA. La tienda tuvo que pedir disculpas y retirar la remera de la venta. |
Cuando uno se entera de reacciones como las que produjo en
Estados Unidos la aparición de una simple remera con la palabra
“depression” estampada, puede creer que la gente extraña la presencia
del Gran Hermano. El de George Orwell en 1984, no el de Jorge Rial en
2011. La remera salió hace días a la venta en la cadena de ropa
alternativa Urban Outfitters y levantó una ola de ira tal que los dueños
tuvieron que retirarla de la venta y pedir disculpas a la multitud de
ofendidos. Las protestas masivas del público en Twitter y demás redes
sociales sostenían que Urban Outfitters trataba de “glamurizar y
convertir en moda una enfermedad mental”.
Hablamos de Estados
Unidos, donde el Prozac, más que un antidepresivo, es un concepto
omnipresente en la cultura y el léxico cotidiano. Prozac es una palabra
común en el cine, en la literatura, en la televisión estadounidense.
Bastará recordar el éxito que tuvieron hace años el libro Nación Prozac, de Elizabeth Wurtzel, y su adaptación al cine para entender hasta qué
punto esa droga es un asunto de todos los días en Estados Unidos.
La
palabra “depresión” no es tabú en la cultura norteamericana. Y sin
embargo, una inocente remera –con un diseño que hasta le quita
significación a la palabra con su repetición al infinito– se convierte
en escándalo. ¿Por qué? Es obvio que la remera no propone la depresión
ni es la depresión, de la misma manera que la palabra perro no es un
perro… Quizá la clave esté no en “Depression” sino en la cadena Urban
Outfitters, la más popular entre los jóvenes modernos y alternativos de
los Estados Unidos. Parece que la tienda es la preferida de los jóvenes
de la cultura hipster, corriente urbana con raíces –hoy completamente
distorsionadas- en los años 40, el jazz y cierta intelectualidad un poco
fuera del establishment.
La definición de hipster hoy es
imprecisa. Se supone que son bohemios, de clase media y media alta, a
los que les gusta la música alternativa, el cine independiente, la
comida orgánica, el diseño, con cierta tendencia a la creatividad, a la
búsqueda intelectual, y con un sentido irónico de la moda. Pero, según
escribió Dan Fletcher en Time, “los hipsters se las arreglan para atraer
un odio único en su intensidad. Los críticos han descripto al grupo
vagamente definido como engreído, lleno de contradicciones y, por
último, la muerte final de la civilización del oeste”. Ahora se
entiende: el problema no es con la depresión, es con los hipsters.
[Fuente: www.revistaenie.clarin.com]
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