«Casablanca era bella, por dentro era la oscuridad de un alma: la del
canónigo que vivió con las señoritas hasta que murió, y que les dejó de
herencia, instalado en el vestíbulo de la sala, un altar florecido de
fotos suyas con los sucesivos papas desde el pérfido Pío XII de los
tiempos de Hitler hasta la estulta Benedicta de hoy.»
Actualidad editorial:
Declaraba el autor sobre esta novela: “Yo
quisiera que este fuera el último libro y no tener que escribir más.
Pero he seguido haciéndolo por pura desocupación. Ojalá esto se acabe
rápido, porque mientras tanto, ¿qué hago?”. Así presentada, Casablanca la bella (Editorial Alfaguara, 2013), última novela del autor colombiano Fernando Vallejo,
se convierte en la crónica de una mudanza directa al desastre, a una
casa en ruinas en la ruinosa ciudad de Medellín. Casablanca, la casa,
naufraga. Medellín, la ciudad, naufraga. Y el mismo narrador está
naufragando. Mientras trata de reformar la casa, amuebla una parábola sobre el destino de todas las empresas humanas: el derrumbe.
Fernando Vallejo hace de la rabia un tono y le da forma de novela satírica y atronadora.
La narración se construye con fragmentos, pequeños capítulos con
cambios de tema repentinos, pues el narrador encuentra a cada pocos
párrafos un nuevo problema con la reforma de la casa. Cañerías que
revientan, techos que caen, operarios que no llegan a su hora o
desarreglan lo que otro ha parcheado, ordenanzas que entorpecen el
trámite más sencillo… También el propio lenguaje español, tan paupérrimo
que no tiene palabra para la madre con el hijo difunto, recibe su
iracundia. Pero el narrador no cede al desaliento y quiere demostrarle a
Colombia que no puede con él, así que la casa se convertirá en un
disparadero, en una atalaya acañonada. «Hijos dejó huérfanos, esposas
dejó viudas y madres deshijadas, imprescindible vocablo que les
propongo a los Señores Académicos de la Lengua para que lo acepten y
enriquezcan este idioma paupérrimo en que si un hijo pierde a los padres
es huérfano, ¿pero si un padre pierde a un hijo qué es? ¿Un deshijado? Y
si un hermano pierde a un hermano, ¿qué es? ¿Un deshermanado? ¡Qué
pobreza de idioma! Con razón dijo el gran escritor español Juan José
Millás que España es mierda.»
El autor declaró que “los colombianos se
pasan la vida soñando con eso: la casa, la casa de sus sueños. Ahora se
conforman con apartamenticos, pero es un sueño del país, y si la casa se
derrumba, se derrumbó el sueño”. A ese sueño y a la memoria vuelve el
narrador de Casablanca la bella, evocando las casas que habitó:
son la carcasa que da forma a los recuerdos. La casa de Santa Anita en
la que fue feliz y se derrumbó, la Casaloca donde murieron su padre y su
hermano, llena de recuerdos, y ahora esta Casablanca, que se cae a
pedazos mientras tratan de arreglarla. Aquí también están las otras
casas del vecindario, pues la superpoblación colombiana, parecida a la
superpoblación de otras «cloacas» o de otros países, es un problema
capital. A la narración le pasa como a los ambientes hacinados y se le
cuelan personajes: un taxista medio mudo, familiares vivos y muertos,
obreros, comerciantes de Carrefour y por encima de todos las ratas, las
mejores amigas del misántropo narrador. Así avanza a saltos la obra,
apartando a codazos a unas voces y quedándose con otras, hacia su
belicoso final.
Fernando Vallejo nació en
Medellín, Colombia. Estudió filosofía y letras en universidades de
Bogotá y dirección de cine en el Centro Experimental de Cinematografía
de Roma. Ha vivido gran parte de su vida en México, donde ha dirigido
tres películas y escrito la totalidad de sus libros: las novelas Peroratas, Los días azules, El fuego secreto, Los caminos a Roma, Años de indulgencia, Entre fantasmas, La Virgen de los sicarios, El desbarrancadero, Mi hermano el alcalde, La Rambla paralela y El don de la vida; Logoi, una gramática del lenguaje literario; La puta de Babilonia, un extenso sumario de los crímenes cometidos por el cristianismo y el Islam; los libros científicos La tautología darwinista y el Manualito de imposturología física;
y las biografías de los poetas colombianos Porfirio Barba Jacob y José
Asunción Silva. Algunos de estos libros han sido traducidos a una
veintena de idiomas. El gran amor de su vida son los animales, y su
única causa es su defensa.
Casablanca la bella. Fernando Vallejo. Editorial Alfaguara, 2013. 192 páginas. 18,00 €
[Fuente: www.culturamas.es]
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