Poco después del ataque terrorista en la AMIA en 1994, un tercer atentanto estaba planeado en Buenos Aires. En “Esclavo de Dios”, Joel Novoa Schneider sigue la pista que conducía a células en Venezuela. "La película está en contra del fundamentalismo", afirma el cineasta venezolano, que participa en estos días en Mar del Plata de la competencia Latinoaméricana del 28° Festival de Cine.
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Ahmed minutos antes de llevar adelante su misión suicida. |
Por Victoria Reale
Líbano, 1975. El pequeño Ahmed es testigo de cómo un grupo extremista ejecuta a su padre. Desde la primera escena de Esclavo de Dios (2013), Joel Novoa Schneider va a trazar las posibles razones por las cuales una persona puede convertirse en hombre bomba.
Esclavo de Dios
llegará a la cartelera porteña en diciembre, pero en estos días
participa en la competencia latinoamericana del 28° Festival de Cine de
Mar del Plata. Es un controvertido thriller policial que narra la
historia de Ahmed Al Hassama, un fundamentalista islámico miembro de una
célula de bombarderos suicidas; y de David Goldberg, un brillante y
frío agente del Mossad que trabaja en la Argentina desde el atentado a
la embajada israelí de 1992. Protagonista y antagonista, son la dos
caras de una misma moneda y presentan rasgos similares, a pesar de
pertenecer a mundos enfrentados.
"La
impunidad que existe hasta hoy en el caso AMIA fue lo que me impulsó a
hacer una película que tomara como contexto ese ataque terrorista
–cuenta Novoa Schneider. Cuanto más investigaba, más confuso se volvía
quiénes podrían haber cometido el atentado. Esa falta de claridad me
llevó a crear dos personajes de ficción basados en la investigación que
realizó el juzgado argentino”.
Joel
Novoa Schneider, director venezolano que vive en los Estados Unidos,
habló con Revista Ñ digital vía Skype desde Los Angeles, antes de viajar
a Mar del Plata para acompañar el estreno de su opera prima. "El tema
del hombre bomba es casi tabú, siempre tenemos miedo a humanizarlo. Sin
ánimos de justificar este tipo de acciones, porque no las avalo ni las
entiendo, creo que debemos mirarlo desde un contexto humano y tratar de
encontrar las circunstancias que llevan a una persona a colocarse una
bomba en el cuerpo y explotarse", reflexiona el realizador.
-¿Por qué decidió que Ahmed sea el protagonista de Esclavo de Dios?
-Siempre
estuve interesado en el tema del fundamentalismo, más que en el
terrorismo, y los cortos que realicé antes de esta película tienen que
ver con esa temática. Desde el 11 de septiembre de 2001, que tenía que
tomar un avión hacia los Estados Unidos y no pude hacerlo porque me
enfermé de dengue, me obsesioné con este tipo de casos. Lo primero que
me llamó la atención es que los perpetradores del atentado tenían
esposa, hijos, una familia constituida.
-¿Cómo construyó los personajes?
-Cuando
empecé a construir el personaje de Ahmed entendí que la única forma de
que alguien acuerde llevar puesta una bomba y explotarse, es porque le
ha sucedido algo muy terrible en su infancia. Así que la vida de Ahmed
tenía que ser contada desde su niñez. Le quise dar una
tridimensionalidad al personaje que, a simple vista, puede ser visto en
un rol antagónico, pero que tiene experiencias y actitudes con las que
todos nos podemos identificar. David, el agente del Mossad, es la
contrafigura de Ahmed. Los personajes son las dos caras de una misma
moneda. Tanto David como Ahmed no son completamente buenos o malos, son
humanos. Y creo que todas las guerras empiezan en el hogar, las
experiencias que tenemos en la niñez nos marcan para toda la vida.
-En Venezuela el estreno de la película generó polémica. ¿Cómo imagina la reacción del público argentino?
-No
tengo idea de cuál va a ser la respuesta en Argentina, pero espero que
despierte interés, y debate. Viví en Buenos Aires mientras escribía el
guión, y una de las cosas que más admiro del país es la cultura de
sentarse a tomar un café y confrontar ideas. Hace unos meses, cuando el
filme se estrenó en Venezuela, nos fue muy bien en la taquilla, pero
tuvimos respuestas muy polarizadas. Se quiso instalar que la película
era sionista, lo que es una mentira porque el filme tiene dos
protagonistas con posturas muy diferentes.
-En su filme, Ahmed y David son eslabones de una cadena de violencia.
-Creo
que la guerra crea un espiral de violencia y en esta película se puede
aplicar la frase de Gandhi, que dice que 'el ojo por ojo deja al mundo
ciego'. Traté de representar las dos partes con mucho respeto. Me parece
que para dar un mensaje de paz, primero tenemos que ver cómo se origina
la violencia, y demostrar que ese ojo por ojo sólo nos ha conducido a
producir más víctimas.
-Usted realizó una proyección de 'Esclavo de Dios' en una universidad en Inglaterra. ¿Cómo resultó la experiencia?
-Antes
de estrenar comercialmente la película, la mostré a un grupo de
estudiantes universitarios que se dividían en dos bandos. Unos apoyaban
la causa israelí y otros se identificaban con el Islam. Fue interesante
que al final de la proyección los dos bandos identificaron la película
como ofensiva hacia su ideología. Pero en realidad Esclavo de Dios
es un filme en contra del fundamentalismo, que puede darse en las dos
religiones. Lo único que logra el fundamentalismo es generar víctimas
civiles. Las 85 personas asesinadas en la AMIA eran civiles, y los
bombardeos israelíes en la poblaciones palestinas matan a civiles.
-¿Por qué decidió poner pocas imágenes del atentado a la AMIA en el filme?
-Dado
a que todavía hoy no está claro que ocurrió ese día en la AMIA, no me
atreví a desarrollar cómo fue ese atentado. Decidí no colocar muchas
imágenes de la destrucción que causó la bomba en el edificio porque son
horrorosas. El filme se centra en el armado del tercer atentado que
debía ocurrir en Buenos Aires a los pocos días del ataque a la mutual
judía. Esa hipótesis fue investigada por los fiscales del caso AMIA y
ellos descubrieron pistas que los condujeron a células fundamentalistas
radicadas en Venezuela.
Ficha Técnica
Esclavo de Dios (2013). Duración 90 minutos. Venezuela, Argentina, Uruguay y Estados Unidos.
Actuación:
Vando Villamil (David), Mohammed Al Khaldi (Ahmed), Daniela Alvarado
(Inés), Cesar Troncoso (Comisario), Rogelio Gracia (Tobías), Laureano
Olivares (Tarik) y María Alejandra Martín (Sarah).
Dirección: Joel Novoa Schneider
Guión: Fernando Butazzoni y Joel Novoa Schneider
Producción Ejecutiva: José R. Novoa, Fernando Sokolowicz, Natacha López
Casting: Elia Schneider
Música: Emilio Kauderer
Dirección de Fotografía: Closed Eye Visuals
Dirección de Arte: Matias Tikas
Compañías productoras: Arlequín Films, Aleph Media, Lavoragine, León Films
[Fuente: www.revistaenie.clarin.com]
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