Filólogo y experto en fonética, hoy ejerce su magisterio en el caserón de Felipe IV, desde donde dirige una «empresa» con 450 millones de «clientes», los hispanohablantes
Esta
entrevista, celebrada el pasado miércoles en la sede de la RAE, tuvo que ser
actualizada un par de días después, en cuanto se conoció el desenlace del enredo
de la oferta de la presidencia del Instituto Cervantes a Mario Vargas Llosa. Blecua, interlocutor
afable, no esquiva preguntas, pero ni se mete en charcos ni chapotea en la
imprudencia. Hablar, para él, es construir.
-Nos
hemos quedado sin Nobel para el Cervantes.
-La
idea era muy buena, magnífica. Mario Vargas Llosa habría sido, ya lo es desde
hace muchos años, un excelente embajador de la lengua española en el mundo, una
figura indiscutible. Debe comprenderse, no obstante, que haya declinado, con
cortesía y agradecimiento, esa invitación. El Cervantes, una institución que
conozco bien porque fui director académico del Instituto, requiere mucha
dedicación y Mario tiene múltiples compromisos, y, además, no querrá renunciar,
como es lógico, a la creación literaria.
-Habrá
pensado que quien mucho abarca...
-Es
que Vargas Llosa es un hombre muy cumplidor. A las sesiones plenarias de la
Academia acude siempre que está en Madrid. Por todas estas razones era muy
difícil que pudiera aceptar la oferta, en mi opinión.
-Instituciones
como la RAE son más que vistosas hornacinas.
-Aquí
fundamentalmente se trabaja. Ahí está la Gramática, una obra que nos ha llevado
once años, y ahora la preparación del Diccionario de 2014.
-¿Por
qué el inglés ha conseguido convertirse en la lengua franca del mundo y el
español no?
-Es
un problema mucho más que cultural. El inglés tiene una dimensión económica,
política, diplomática y comercial muy diferente. Nosotros podemos presumir en el
ámbito cultural, pero en cambio tenemos, por ejemplo, una enorme debilidad
científica. Todos los avances científicos se publican en inglés. ¡Hasta el punto
de que el noventa por ciento de los artículos sobre el acento en español están
escritos en inglés!
-Las
nuevas tecnologías también están revolucionando la lengua. ¿Usted tuitea?
-Sigo
muy de cerca el Twitter de la Academia, utilísimo para que el director controle
lo que está pasando.
-Por
cierto, la palabra «tuitero» aún no está admitida...
-No
por ahora, pero lo estará enseguida. Las palabras, para ser admitidas, necesitan
tener una vigencia y una extensión que hoy se miden a la perfeccción
precisamente gracias a las nuevas tecnologías. Pero luego hay que ver si son o
no perdurables. ¡Y con las nuevas tecnologías pasa mucho esto! Tenemos un
ejemplo muy bueno en el diccionario, que es la palabra perforista, de cuando los
ordenadores funcionaban con fichas perforadas...
-O
sea, que términos como «tableta» pueden nacer y morir en un suspiro.
-No
sabemos, pero si pensamos que las tabletas serán pronto enrollables y dejarán de
ser tabletas...
-Se
ha mostrado preocupado, y mucho, por el «aplebeyamiento» lingüístico de
España.
-Esa
palabra la inventó José Ortega para definir la sociedad de la época de Goya,
cuando cambian los modelos y en la alta sociedad se empieza a imitar a los
chisperos y manolas. Y eso de vez en cuando se produce. En los programas de
televisión de hoy, por ejemplo. Quienes tendrían que ser modelos de lengua oral
se convierten en todo lo contrario. Esto es muy grave, y el remedio ha de venir
por la educación.
-Como
profesor de Lengua Española durante décadas en Cataluña, ¿hasta dónde llega el
conflicto lingüístico?
-Es
un asunto que hay momentos en que está más desquiciado que otros, y no sé por
qué. No se trata de un deterioro progresivo; sube y baja, según el momento.
¿Está esa cuestión peor hoy que en 1975? Pues no lo sé.
-Usted
comenta a menudo que nunca ha tenido problemas.
-Nunca,
aunque hace ya muchos años que dejé la docencia y no sé cómo están las cosas
ahora. De joven, cuando yo estudiaba allí sólo había Departamento de
Romanística, así que aprendí catalán, provenzal, francés antiguo,
italiano...
-O
sea, que habla catalán en la intimidad.
-En
la intimidad y en público, claro.
-¿Ve
entonces en estos rifirrafes un debate artificial?
-Cuando
las cuestiones pasan de lo general a lo particular y hay personas que tienen un
problema, no es un debate artificial. Pero la situación sociolingüística la ha
cambiado sobre todo la inmigración. Los catalanes son hoy siete millones de
átomos moviéndose no con dos lenguas, sino con ciento y pico.
-¿Es
tan peculiar la vida académica como imaginamos?
-¿A
qué se refiere?
-Desde
fuera asistimos a sus intrigas de salón.
-¡Las
mismas que en todos los sitios!
-Me
fascina que a estas alturas empiecen ustedes las sesiones plenarias con preces
en latín.
-Pues
se rezan desde 1713, y hasta los agnósticos más constantes de la casa lo toman
de una manera normal.
-¿Nadie
se resiste?
-No,
no. Todo el mundo se pone de pie, muy serio.
-De
modo que la manera infalible de lograr que un ateo rece es hacerlo
académico.
-¡Supongo!
Director de la Real Academia
Española
[Foto: Miguel Berrocal - fuente: www.abc.es]
Sem comentários:
Enviar um comentário