Margaret Atwood, Martin Amis, Noam Chomsky, J. K. Rowling, Steven Pinker y otros autores firman una carta en defensa del derecho a discrepar "sin consecuencias profesionales funestas"
Margaret Atwood, Noam Chomsky, J. K. Rowling y Martin Amis figuran entre los firmantes de la carta
La carta colectiva publicada por Harper’s Magazine —que puede leerse aquí, junto con la lista de los firmantes— comienza aplaudiendo la oleada de protestas que en Estados Unidos y otras partes del mundo reclaman una mayor justicia racial y social. «Nuestras instituciones culturales se enfrentan a un momento de prueba. Las poderosas protestas por la justicia racial y social están llevando a demandas atrasadas de reforma policial, junto con llamamientos más amplios para una mayor igualdad e inclusión en nuestra sociedad, especialmente en la educación superior, el periodismo, la filantropía y las artes».
No obstante, el manifiesto lamenta que, en paralelo, dentro de ese mismo movimiento se produzca una reducción de la libertad para discrepar. «Pero este ajuste de cuentas necesario también ha intensificado un nuevo conjunto de actitudes morales y compromisos políticos que tienden a debilitar nuestras reglas del debate abierto y la tolerancia de las diferencias a favor de la conformidad ideológica. Mientras aplaudimos el primer desarrollo, también levantamos nuestras voces contra el segundo».
La carta lanza el mensaje de que el progresismo no debe caer en la demagogia y la intolerancia de la que hacen gala los nuevos populismos de derechas: «Las fuerzas de la intolerancia están ganando fuerza en todo el mundo y tienen un poderoso aliado en Donald Trump, que representa una amenaza real para la democracia. Pero no se debe permitir que la resistencia caiga en su propio tipo de dogma o coerción, que los demagogos de derecha ya están explotando. La inclusión democrática que queremos se puede lograr solo si hablamos en contra del clima intolerante que se ha establecido en todos los lados».
Fruto de esta intolerancia en el mundo académico y cultural ante la discrepancia sobre ciertos temas, «los editores son despedidos por publicar piezas controvertidas, los libros son retirados por supuesta falta de autenticidad, se prohíbe a los periodistas escribir de ciertos temas, los profesores son investigados por citar trabajos de literatura en clase, un investigador es despedido por divulgar estudios académicos revisados, y los jefes de las organizaciones son cesados por lo que a veces solo son errores torpes», declara el manifiesto. Esto genera, según los firmantes, un clima de autocensura que empobrece el debate público.
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