sábado, 8 de junho de 2019

Incertidumbre/MIRANDO DE ABAJO

 
Escrito por Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Cada vez más escucho acerca de lo que pasará ¿Qué pasará? La gente en Bolivia teme, comienza a no gastar, ni en el pequeño pote de ajos en escabeche de la feria ecológica. Los pueblos se parecen, pero este, el nuestro, guarda un instinto ancestral, animal, que le permitió sobrevivir las tormentas. Se cuida, ahorra, prepara los capotes para el vendaval.

La izquierda depredadora hace oídos sordos. Extiende la mano, escarba la plata del narco para las apariencias. Coacciona, corrompe, tienta al que parecía serio, Luis Almagro, y lo compra, para que vocee en la esquina las dotes del hijo de Dios, perdón, del dios aymara que engorda como porcino no como elemento divino que supuestamente se la pasa con ambrosía, o con coca si se da el caso, pero no con filet mignon. Este dios caga demasiado, diría con razón el encargado de baño de palacio. Este no es dios, lo digo, traga y defeca como bulldog.

Momentos de incertidumbre no son buenos para invertir. Si ves que el pueblo guarda sus monedas, algo va a pasar. Como las hormigas que huelen la lluvia. O la sienten. Pero la tierra del Perú Alto es impredecible. Por ahí se mantiene la calma chicha. A veces parece pueblo enraizado en roca. Apariencia peligrosa. El concepto de tiempo quizá difiere con el de otros pueblos atenazados por el spleen, desesperados, taciturnos, esquizofrénicos, dementes. Este pueblo si pierde la cabeza lo hace como tromba explosiva. Luego la pausa infinita, la mirada perdida aunque astuta, la mano en el bolsillo y la espera. Espera, espera… Casi bíblico.

¿Y qué va a pasar? Lo obvio, sabemos. Evo y Eva se quedan, permanecen. La incertidumbre está en las reacciones, pero quién va a reaccionar es pregunta de respuesta fácil. ¿Los puchuchuracos, como llamaba mi padre a los milicos? Esa rama prostituida de la sociedad solo responde a cañonazos en dólares. Es puta de mejor postor. Ya ahí, depende de quién tiene y quién quiere gastar. Cuando los gringos se decidan, irán al alto mando con ofertas y tendrán a los generales culipelados esperando el turno; gruesos, toscos, rechonchos, como meretrices de burdel de Botero. Presa fácil para quien quiera gastar. Quién otro podría reaccionar, no sé. Me parece que lejos estamos de la explosión masiva, insurreccional, que caracteriza al país. La coca nos ha adormecido, la baba verde, el cristal y la pasta base mezclada con trago.

Releo crónicas chapareñas del gran Roberto Navia Gabriel y pienso, ya que hablamos de la Biblia, si no estamos ante el preámbulo del castigo, la destrucción de Sodoma, porque ya vivimos la Gomorra de Saviano, desde el 2006, y, para ser preciso, desde mucho antes. Es país del fin del mundo, de ese faro al sur de la nada que puso Julio Verne y donde los hombres se destrozaban a sí mismos en la ambición y el egoísmo.

La historia de todos, afirmarán, del mundo entero y no sin razón. Pero nosotros solo sabemos y nunca podremos explicarlo porque está en lo profundo de la idiosincrasia lo que sucede y lo que no. Cada etnia lo suyo, seguro, pero lo nuestro refleja nuestra posibilidad de vivir, de continuar, y siempre hay esa esperanza innombrable, presente pero escondida, de que un día lleguemos a la normalidad, que dejemos ese perturbador misterio del que no se sabe adónde va a enfilar, ni cuándo ni cómo.
 
 
[Imagen: Jackson Pollock - publicado en EL DÍA (Santa Cruz de la Sierra) - reproducido en lecoqenfer.blogspot.com]

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