Se cumplen 82 años del fusilamiento del escritor más influyente y popular de la literatura española del siglo XX.
Escrito por Martin Espinoza
La España de los años ’30 concentró la mirada, la atención y la esperanza de los explotados y oprimidos del mundo. Aquella España convulsionada y revolucionaria, fue la que vio caer bajo las balas franquistas al gran artista andaluz, Federico García Lorca. Ocurrió hace 82 años, en la madrugada del 18 de agosto de 1936.
Un mes antes había empezado la guerra y la revolución en España. La Cataluña obrera y campesina se levantaba en armas para frenar el avance del general Francisco Franco que encabezaba el levantamiento nacional contrarrevolucionario desde Marruecos. Detrás de Franco se alineaban los intereses de las aterrorizadas clases dominantes; de la España burguesa, terrateniente, monárquica, clerical.
Los restos de Federico García Lorca aún siguen sin encontrarse. En septiembre de 2017, en el municipio de Alfacar, se retomaría la búsqueda. La idea era encontrar la fosa común donde se cree que el cuerpo de García Lorca fue a parar, tras ser fusilado junto al maestro Dióscoro Galindo y los anarquistas Francisco Galadí Melgar y Joaquín Arcollas Cabezas.
Como parte de los homenajes de una de las grandes revoluciones del siglo XX, abordamos parte la vida y la obra del imponente poeta y dramaturgo, universal como Cervantes, el artista que tomó partido por “los que nada tienen”.
El teatro y la experiencia de La Barraca
El 14 de abril de 1936 hacía su última presentación en Barcelona, el grupo universitario de Teatro La Barraca, fundado por Federico García Lorca en los comienzos de la Segunda República, y el cual dirigió junto al escritor, escenógrafo, guionista y director de cine, el vasco Eduardo Ugarte.
La Barraca fue una compañía teatral ambulante que salió a recorrer los pueblos. Surgió a comienzos de 1932 y estuvo integrada por jóvenes vinculados a la Residencia de Estudiantes de Madrid y herederos de la Institución Libre de Enseñanza. El objetivo era representar y difundir el olvidado gran repertorio clásico del Teatro Español entre los obreros y campesinos.
La idea de un teatro ambulante universitario, según el biógrafo Ian Gibson en su libro “Federico García Lorca. Vida, pasión y muerte”, nace entre los estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Madrid. Le proponen a García Lorca ser el director artístico y este acepta, con el apoyo de la Federación Universitaria Escolar.
El catedrático Fernando de los Ríos, ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes del gobierno de la Segunda República y amigo personal de Lorca, garantizó el apoyo del gobierno que por entonces impulsaba las llamadas misiones pedagógicas.
García Lorca opinaba que la batalla más importante que tendría que librar la República concernía a la enseñanza primaria y secundaria dominada desde hacía siglos por la Iglesia. En ese marco, Lorca y los jóvenes de La Barraca, en su batalla cultural, estaban convencidos de que lo burgués estaba terminando con lo dramático de lo teatral. Lorca inyecta un fuerte contenido social a su obra, manifestándose siempre en pro de los derechos del individuo, de la libertad, de la dignidad humana, luchando contra los convencionalismos sociales.
En ese sentido, no se puede dejar de destacar su lucha por la libre elección sexual. García Lorca también dejó tres textos donde hacía explícita su homosexualidad, reivindicando el derecho de amar libremente, que fueron publicados en España mucho tiempo después de la muerte del autor, como por ejemplo “Oda a Walt Whitman”, “La obra de teatro del público” y “Los sonetos del amor oscuro”. Desde su creación hasta el cese con el comienzo de la Guerra Civil Española, La Barraca representó un total de 13 obras de teatro en 74 localidades. Por esos escenarios pasaron obras clásicas y variadas como “Entremeses” de Cervantes, “La vida es sueño” de Calderón de La Barca y “Fuenteovejuna” de Lope de Vega, entre otras.
En una entrevista en el diario madrileño El Sol, el poeta expresa claramente su posición: “Yo siempre soy y seré partidario de los pobres. Yo siempre seré partidario de los que no tienen nada. Y hasta la tranquilidad de la nada se les niega”. Pues no deja dudas sobre su compromiso social y arremete contra el teatro comercial. Lucha por la renovación de la escena nacional y opina que “lo grave es que las gentes que van al teatro no quieren que se les haga pensar sobre ningún tema moral”.
El poeta está convencido de que las obras dramáticas de calidad y bien montadas llegan siempre a las personas sencillas. Ian Gibson, cuenta que cuando “los jóvenes de La Barraca llegaban a los poblados, las caras campesinas en sonrisa, en éxtasis, sobretodo en expectación, temiendo y deseando lo que al instante siguiente sucedería en el tablado. Y de pronto la expectación se descargaba en la explosión de la carcajada y el aplauso”.
Unos pocos metros de película sobrevivieron a los estragos de la Guerra Civil y el franquismo. Son los que muestran a La Barraca en acción. Entre estas imágenes que compartimos a continuación de Gonzalo Menéndez Pidal, se puede ver al propio García Lorca actuando en la obra “La vida es sueño” de Calderón de la Barca. El poeta aparece representando a la Sombra, es decir a la muerte, envuelto en velos negros y con un extraño tocado bicorne del que penden otros tantos velos negros que le cubren la cara, moviéndose fantasmalmente por el escenario.
¿Trilogía?
El 8 de marzo de 1933 Lorca estrena “Bodas de Sangre”, con la que inaugura lo que se llama sus obras rurales. Él habló de una trilogía compuesta por “Bodas de Sangre”, “Yerma” (1934) y una tercera tragedia no concluida: “La destrucción de Sodoma”. Sin embargo, estas tres obras, no tenían entre sí una conexión temática muy evidente. Es que esta tercera tragedia, con su marco bíblico, ni siquiera posee una ambientación afín con las dos anteriores de localización andaluza.
Algunos críticos consideraron a “La Casa de Bernarda Alba” como la tercera obra de esta supuesta trilogía que tendría como denominador común, el marco rural andaluz. Tal vez no se equivoquen, pero pese al mismo ámbito, la conformación teatral de esta obra parece distinta a las anteriores. A “Bodas de Sangre” y “Yerma", el autor la subtitula tragedia; mientras que a "La casa de Bernarda Alba”, la llama drama. En las dos primeras entiende el desarrollo más como espectáculo. En tanto que en la última, se autoimpone un teatro más “realista”.
La Casa de Bernarda Alba
Entre la vasta obra de Lorca que no podemos contener en esta nota, elegimos hablar de La casa de Bernarda Alba; la última antes de su asesinato. Termina de escribirla el 19 de junio de 1936 y la define como un documental fotográfico, representando una “crónica verídica, con ilustraciones en blanco y negro, de la España intolerante y autoritaria siempre dispuesta a aplastar los impulsos vitales del pueblo, representado en la obra no solo por las hijas de Bernarda, sino también por las criadas” (I. Gibson). “Los pobres son como los animales. Parece como si estuvieran hechos con otras sustancias”, sentencia visceralmente el inquisidor y tirano personaje de Bernarda Alba.
Adolfo Salazar, amigo de Lorca que participó en la lectura de la obra ya concluida, cuenta que cada vez que terminaba una escena aparecía entusiasmado exclamando: “¡Ni una gota de poesía! ¡Realidad! ¡Realismo puro!”.
Gibson dice que “no pudo ser casualidad que Lorca concibiera una obra sobre la tiranía en momentos en que había en España el peligro de un golpe de Estado fascista. Bernarda, con su hipocresía, su catolicismo inquisitorial y su voluntad de suprimir los derechos de los demás, expresa una mentalidad que el poeta conoce muy bien.
El subtítulo de la obra es “Drama de mujeres en los pueblos de España” y la historia se desarrolla en “un pueblo andaluz de tierra seca”. Aunque Lorca no lo hace explícito, se inspira en Asquerosa (hoy Valderubio), el segundo pueblo donde vivió con su familia en la Vega de Granada.
En una entrevista del 7 de abril de 1933 del diario La Voz, Lorca sostiene que en momentos tan críticos como los que vivía España, el teatro tiene el deber de afrontar los problemas sociales. La noción del arte por el arte ya resulta insostenible. Y con respecto a su última obra (“La Casa…”), señala: “Ahora estoy trabajando en una nueva comedia. Ya no será como las anteriores. Ahora es una obra en la que no puedo escribir nada, ni una línea, porque se han desatado y andan por los aires la verdad y la mentira, el hambre y la poesía. Se me han escapado de las páginas. Mientras haya desequilibrio económico, el mundo no piensa. Ya lo tengo visto. Van dos hombres por la orilla de un río. Uno es rico, otro es pobre. Uno lleva la barriga llena, y el otro pone sucio el aire con sus bostezos. Y el rico dice: ‘¡Oh, qué barca más linda se ve por el agua! Mire, mire usted, el lirio que florece en la orilla.’ Y el pobre reza: ‘Tengo hambre, no veo nada. Tengo hambre, mucha hambre.’ Natural. El día que el hambre desaparezca, va a producirse en el mundo la explosión espiritual más grande que jamás conoció la Humanidad. Nunca jamás se podrán figurar los hombres la alegría que estallará el día de la Gran Revolución. ¿Verdad que estoy hablando en socialista puro?”
La “tragedia” de Lorca
La tragedia como género teatral conlleva un inevitable destino fatal. ¿Nuestro protagonista estaba predestinado a ser asesinado? ¿Su final debía ser irremediablemente triste? Es imposible afirmar post factum que su muerte era evitable si la clase obrera española hubiese tenido otra dirección y su revolución hubiera triunfado.
García Lorca depositó sus esperanzas de transformación en la Segunda República primero y en el Frente Popular después, la coalición conformada por el Partido Comunista y el Partido Socialista (PSOE) que se unen a un sector minoritario de los burgueses republicanos. Las direcciones de las principales organizaciones obreras sostenían una estrategia de colaboración de clases.
El 16 de agosto del ’36 Federico García Lorca es detenido por los falangistas que habían tomado Granada. El poeta había vuelto a esa ciudad creyendo que estaría más seguro que en Madrid.
En la noche del 17 al 18 de agosto, a Lorca lo sacan del Gobierno Civil esposado y lo trasladan a una cárcel provisional de los falangistas en Víznar. Esa misma madrugada lo fusilaron. Fue en el lugar hoy ocupado por el parque que lleva su nombre.
Según Ian Gibson: “Cerca del sitio donde mataron a Federico García Lorca se encuentra la célebre Fuente Grande. Los árabes granadinos, intrigados por las burbujas que subían sin parar a su superficie, la llamaron Ainadamar, ‘La Fuente de las Lágrimas’. No deja de ser emocionante que la Fuente de las Lágrimas siga manando todavía sus borbollones cerca del lugar donde los fascistas mataron al más excelso poeta granadino de todos los tiempos”.
La noche que lo asesinaron, un joven amigo de Lorca, Ricardo Rodríguez Jiménez, lo vio cuando salía del Gobierno Civil, esposado. Y recuerda: “Aquella madrugada salí de la comisaría a las tres y cuarto por ahí y me encontré con que de pronto me llaman por encima. Me vuelvo ‘¡Federico!’ Me echó un brazo por encima… ‘Pero ¿dónde vas, Federico?’ ‘No sé’. Salía del Gobierno Civil. Iba con guardias y falangistas de la ‘Escuadra Negra’… A mí me pusieron el fusil en el pecho. Y yo les grité: ‘¡Criminales! ¡Vais a matar a un genio! ¡A un genio! ¡Criminales!’”
[Fuente: www.laizquierdadiario.com]
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