quinta-feira, 13 de dezembro de 2018

Israel, un aroma renovador

Uno viñedo en plena mutación los últimos veinticinco años, donde aparecen decenas de pequeñas bodegas que producen algunas miles de botellas cada una, al lado de un puñado de gigantes que dominan la industria.


Publicado por Jean-Baptiste Ancelot

DE LA SOMBRA A LA LUZ

El viñedo israelí viene de lejos. A mediados del siglo VII, la conquista musulmana supuso un freno brutal para la viticultura, lo que duró más de 1.200 años. Solo a partir de finales del siglo XIX, más exactamente en 1882, que la cultura de la viña se reanudó, gracias al empujón de un francés, el barón Edmond de Rothschild (château Lafite).



Repartida en cinco regiones –con la Galilea al norte, las colinas de Judea, circundando Jerusalén, Samson, situada entre las colinas de Judea y la planicie costera, el Néguev al sur (región desértica semiárida) y la planicie de Sharon, cerca de la costa mediterránea-, la industria del vino en Israel se ha desarrollado mucho en términos de calidad desde los años 80. Antes, no había una quincena de productores. Desde entonces, se estima en torno a 250 el número de dominios. Sin embargo, tan solo cinco grandes viñedos dominan siempre el paisaje vinícola israelí y representan, solo ellos, más del 80% de la producción total.

RECANATI WINERY, LA BELLA ASCENSIÓN
Fundado en 2000 por Lenny Recanati y Uri Shaked, el dominio Recanati hace parte de los viñedos en ascensión fulgurante, que en el espacio de tan solo algunos años ha logrado hacerse un nombre en el mercado internacional.


La bodega, situada a una hora al norte de Tel Aviv, trabaja con 90 hectáreas de viñedos bajo contrato, en todo el país, sobre algunos de los más bellos terroirs, como son los altos del Golán y las colinas de Judea. Reconocido por trabajar con cepas mediterráneas, como son la pequeña syrah, la marselán y la cariñena, Recanati se apoya igualmente en los varietales internacionales como la cabernet sauvignon, la sauvignon blanc, la chardonnay y la chenin blanc, aparecidos en Israel en los años 70-80.

En compañía de Gil Shatsberg, el enólogo del dominio, hemos visitado una nueva parcela de 3 hectáreas, plantada por Recanati hace un año, al norte del país, a menos de 1 km de la frontera libanesa y a tan solo 15 km del mar.


Un magnífico lugar, a 650 m de altitud, con una brisa fresca que viene del mar, donde se plantaron los varietales locales argaman (tinto) y marawi (blanco). ¡Se nos hace tarde ya para probar el resultado de esta nueva producción!

TZORA VINEYARDS, EL ARTE DEL ENSAMBLAJE
Creado en 1996 en las colinas de Judea, al oeste de Jerusalén, Tzora Vineyards es un dominio imprescindible de Israel. Ubicado a 700 metros de altitud, este viñedo de 20 hectáreas es sorprendente.



He sentido una gran energía procedente de los suelos. Estos últimos, muy antiguos y ricos en rocas fósiles, se dividen en mesoclimas. Un trabajo meticuloso que ha permitido reconocer los distintos terroirs existentes en el mismo sitio, a fin de plantar las buenas cepas en la mejor ubicación: syrah, cabernet sauvignon, merlot, pequeño verdot, sauvignon blanc y chardonnay (incluso un toque de gewürztraminer).

«Creo en los ensamblajes de cepas internacionales», nos confía Eran Pick MW, el enólogo y director del dominio, que se sobresale en esa actividad.




Un trabajo meticuloso, que le apetece realizar con el consultor francés Jean-Claude Berrouet (antes, director técnico de la bodega Petrus). Resultado: magníficos vinos con mucho frescor, profundidad y equilibrio, aun en cuanto a los blancos. ¡Estupendo!

UNA NUEVA OLA DE VITICULTORES
Lo decíamos al principio, los viñedos israelíes eclosionan estos últimos años innúmeros talentos. De pequeña estructura, en su mayoría, pero no les faltan ideas.


Como en el caso de Kadma, un dominio familiar tan pequeño como encantador, establecido en 2010 en Kfar Uriah, en los contrafuertes de Judea, el cual es actualmente la única bodega de Israel en utilizar grandes barriles de arcilla procedentes de Georgia en el proceso de producción de vino (no se confundan con las «qvevri» georgianas, pues estas son enterradas).

Es fruto de una investigación profundizada, en colaboración con el profesor  Amos Hadas (autor de La viña y vino en la arqueología del antiguo Israel) y del Dr. Arkadi Papikian, un viticultor israelí reconocido.



«La fermentación en los barriles de arcilla brinda al vino unos aromas y sabores únicos», nos explica Lina Slutzkin, la fundadora y propietaria de Kadma: resina, tabaco, frutos negros y madera, preciosos. Vinos frescos y jugosos que se maridan bien con la carne a la parrilla que se hace localmente. Los viñedos israelíes no acaban de sorprendernos.

La intención ahora es comprender cuál será la próxima etapa de desarrollo de esa industria vinícola en pleno apogeo y con potencial seguro. Invertir en las cepas autóctonas, para brindar identidad al viñedo local, podría ser una de las claves.


«Hasta donde sé, el objetivo es educar a los jóvenes israelíes para que aprecien el vino, a fin de que la industria tenga un futuro sólido sobre el cual apoyarse», añade Itay Gleitman, periodista del diario Haaretz. Un tema que merece nuestra atención.


[Fuente: blog.wine-explorers.net - traducido por CLIN]

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