Publicado por Jean-Baptiste Ancelot
DE LA SOMBRA A LA LUZ
El viñedo israelí viene de lejos. A mediados del siglo VII, la conquista musulmana supuso un freno
brutal para la viticultura, lo que duró más de 1.200 años. Solo a partir
de finales del siglo XIX, más exactamente en 1882, que la cultura
de la viña se reanudó, gracias al empujón de un francés, el barón Edmond
de Rothschild (château Lafite).
Repartida en cinco regiones –con la Galilea al
norte, las colinas de Judea, circundando Jerusalén, Samson,
situada entre las colinas de Judea y la planicie costera, el Néguev al
sur (región desértica semiárida) y la planicie de Sharon, cerca de la costa
mediterránea-, la industria del vino en Israel se ha desarrollado mucho
en términos de calidad desde los años 80. Antes, no había una quincena de
productores. Desde entonces, se estima en torno a 250 el número de dominios.
Sin embargo, tan solo cinco grandes viñedos dominan siempre el paisaje
vinícola israelí y representan, solo ellos, más del 80% de la
producción total.
RECANATI WINERY, LA BELLA ASCENSIÓN
Fundado en 2000 por Lenny Recanati y Uri Shaked,
el dominio Recanati hace parte de los viñedos en
ascensión fulgurante, que en el espacio de tan solo algunos años ha logrado
hacerse un nombre en el mercado internacional.
La bodega, situada a una hora al norte de Tel
Aviv, trabaja con 90 hectáreas de viñedos bajo contrato, en todo el país,
sobre algunos de los más bellos terroirs, como son los
altos del Golán y las colinas de Judea. Reconocido por trabajar con cepas
mediterráneas, como son la pequeña syrah, la marselán y
la cariñena, Recanati se apoya igualmente en los
varietales internacionales como la cabernet sauvignon, la sauvignon
blanc, la chardonnay y la chenin blanc,
aparecidos en Israel en los años 70-80.
En compañía de Gil Shatsberg, el enólogo del dominio,
hemos visitado una nueva parcela de 3 hectáreas, plantada por Recanati hace
un año, al norte del país, a menos de 1 km de la frontera libanesa y
a tan solo 15 km del mar.
Un magnífico lugar, a 650 m de altitud, con una brisa
fresca que viene del mar, donde se plantaron los varietales locales argaman (tinto)
y marawi (blanco). ¡Se nos hace tarde ya para probar el
resultado de esta nueva producción!
TZORA VINEYARDS, EL ARTE DEL ENSAMBLAJE
Creado en 1996 en las colinas de Judea, al
oeste de Jerusalén, Tzora Vineyards es un dominio
imprescindible de Israel. Ubicado a 700 metros de altitud, este viñedo de 20
hectáreas es sorprendente.
He sentido una gran energía procedente de los suelos.
Estos últimos, muy antiguos y ricos en rocas fósiles, se dividen
en mesoclimas. Un trabajo meticuloso que ha permitido reconocer los
distintos terroirs existentes en el mismo sitio, a fin de
plantar las buenas cepas en la mejor ubicación: syrah, cabernet
sauvignon, merlot, pequeño verdot, sauvignon blanc y chardonnay (incluso
un toque de gewürztraminer).
«Creo en los ensamblajes de cepas internacionales»,
nos confía Eran Pick MW, el enólogo y director del dominio, que se sobresale en
esa actividad.


Un trabajo meticuloso, que le apetece realizar con el consultor francés Jean-Claude Berrouet (antes, director técnico de la bodega Petrus). Resultado: magníficos vinos con mucho frescor, profundidad y equilibrio, aun en cuanto a los blancos. ¡Estupendo!
UNA NUEVA OLA DE VITICULTORES
Lo decíamos al principio, los viñedos
israelíes eclosionan estos últimos años innúmeros talentos. De pequeña
estructura, en su mayoría, pero no les faltan ideas.
Como en el caso de Kadma, un dominio
familiar tan pequeño como encantador, establecido en 2010 en Kfar Uriah,
en los contrafuertes de Judea, el cual es actualmente la única bodega
de Israel en utilizar grandes barriles de arcilla procedentes de Georgia en el
proceso de producción de vino (no se confundan con las «qvevri»
georgianas, pues estas son enterradas).
Es fruto de una investigación profundizada, en
colaboración con el profesor Amos Hadas
(autor de La viña y vino en la arqueología del antiguo Israel) y
del Dr. Arkadi Papikian, un viticultor israelí reconocido.
«La fermentación en los barriles de arcilla brinda al vino unos aromas y sabores únicos», nos explica Lina
Slutzkin, la fundadora y propietaria de Kadma: resina, tabaco, frutos
negros y madera, preciosos. Vinos frescos y jugosos que se maridan
bien con la carne a la parrilla que se hace localmente. Los viñedos
israelíes no acaban de sorprendernos.
La intención ahora es comprender cuál será la próxima
etapa de desarrollo de esa industria vinícola en pleno apogeo y con potencial
seguro. Invertir en las cepas autóctonas, para brindar identidad al
viñedo local, podría ser una de las claves.
«Hasta donde sé, el objetivo es educar a los
jóvenes israelíes para que aprecien el vino, a fin de que la industria tenga un
futuro sólido sobre el cual apoyarse», añade Itay Gleitman, periodista del
diario Haaretz. Un tema que merece nuestra atención.
[Fuente: blog.wine-explorers.net - traducido por CLIN]
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