quinta-feira, 5 de abril de 2018

Bianchi: la bodega del "poeta" que se convirtió en un ícono del vino argentino

La historia de Valentín, el maestro amante de la opera que llegó de Italia, construyó una bodega familiar que hoy cumple 90 años y que aún sigue en manos de esta, sin perder el designio de su fundador, la calidad.


Escrito por Sebastián Pérez Dacuña 

¿Porque a veces la vida se empecina en darnos aquellas cosas que ni si quiera hemos soñado? ¿Hasta dónde la fortuna y nuestras acciones pueden marcar el rumbo de aquello que pretendimos ser y en aquello en que nos convertimos? Esas son preguntas que seguramente rondaron en la cabeza y en los pensamientos trasnochados de aquel profesor italiano que llego a principios del siglo XX a San Rafael y que, casi 20 años después, de esa llegada comenzó a gestar una de las bodegas más emblemáticas de América, Bodegas Bianchi.
Es que Valentín, el joven culto de Fasano, en la región de Puglia, Italia, recibido de maestro en Bari, no dudó un segundo en venir a estas tierras allá por 1910. Eran momentos difíciles en Europa y la decisión apremiaba, como así también la vida misma. El “gringo de la letra bonita” como lo apodaron en estos “nuevos” pagos encontró aquí un papel en blanco, pero un papel listo para ser labrado, plantado, cosechado y hecho vino. Pero debía esperar, el amor por la tierra había sido a primera vista, pero recién después de unos años la vida lo iba a poner en el lugar que le tenía preparado. Se desempeñó como empleado del ferrocarril, oficinista, y hasta concejal del H.C.D. de San Rafael, sin dejar de reunirse con los intelectuales y poetas de la zona, como Rodolfo Bufano y Rafael Mauleon Castillo, para disfrutar de la música lírica y las letras. Hombre de ideas inquietas, empezó a diseñar lo que en un futuro seria su proyecto de vida: fundar una bodega y exportar sus vinos al mundo. Se casó con Elsa Pilati y tuvo seis hijos: Ana, Nino, Enzo, Silvia, Eugenio y Mario.



“La calidad”, pensaba Valentín, “la calidad”, volvía a pensar, esa característica común en cada cosa que hacía. Los comienzos fueron muy difíciles y con dificultades económicas, ¿pero para quién no lo fueron en ese entonces?

En aquella primera etapa Bianchi inició la bodega en sociedad con su cuñado Hugo y la llamó “El Chiche”, pero al poco tiempo continuaría solo.

Siempre se enfocó en hacer vinos de calidad, es por eso que en 1934, en un certamen de vinos organizado por el gobierno de Mendoza, en el que participó con tres vinos, obtuvo dos primeros puestos. Esto causó sensación en la ciudad y por supuesto la curiosidad de saber cuál era esa bodega ganadora del sur, de allá lejos, y más aún quien era este “gringo” del que todos hablaban y al que muy pocos conocían. Y… “el gringo” se hizo conocer, porque no solo este premio le permitió cancelar la construcción de su bodega al lado de su casa en pleno centro sanrafaelino, sino que le dio el impulso para salir desde San Rafael al país y luego al mundo.

“La pequeña bodega de los grandes vinos, empezaba su carrera histórica, recibió honores y los vinos empezaron a gozaron de prestigio por su calidad. Esa que lo llevó a representar al país con los vinos en muchas embajadas argentinas en el mundo.

Un dato no menor, uno de los vinos de aquel ya lejano concurso era un malbec. ¿Es que acaso el visionario enólogo autodidacta ya pronosticaba lo que iba a acontecer con la cepa insignia argentina? Ocho décadas más tarde Bodegas Bianchi gana, en 2014,  en el concurso de Vinalies Internationales, en Francia, el premio a “Mejor Vino Tinto del Mundo”, un galardón que hasta ese momento no había ganado ninguna bodega no francesa.

“Evidentemente nuestro nono era un gran visionario. Un amigo de Valentín me contaba en una oportunidad, que se hacía hacer cajones de madera para sus vinos. Él decía que el futuro de Mendoza eran los vinos de alta calidad. Está visto que no se equivocó”, cuenta Raúl Bianchi, tercera generación familiar y parte del directorio.


No cabe dudas que Don Valentín marcó un camino desde sus inicios: La Excelencia. Inspiración, que le dicen algunos, sabiduría, otros. El mismo hizo pintar en su bodega una frase que no solo lo marcó a él sino que sigue marcando a las generaciones que lo sucedieron.

“La bodega habla: “Si Dios me da vida haré hacer gloria de mi sangre” ( se mi dà vita iddio farò diventi gloria essere sangue mio), una  frase de Giuseppe Giacossa (libretista de la opera La Boheme). “La sangre de una bodega es el vino y para hacer gloria de una bodega hay que hacer vinos de calidad o de gloria”. La síntesis perfecta de los que fue su vida.

Valentín Bianchi  reunía condiciones que hoy en día muchas veces son tomadas a la ligera y que en definitiva son las que hacen grande a un país o, por qué no, a una empresa: cultura del trabajo, capacitación en busca de la excelencia, y valores, las claves para salir adelante.

Las nuevas generaciones generadoras

Con el tiempo se incorpora a la bodega el hijo de Don Valentín, Enzo, con la misma filosofía del cuidado de la calidad en los vinos y con el afán de seguir superándose en ese ítem. Nace uno de los vinos iconos de la empresa Don Valentín Lacrado, el vino más vendido de la empresa. Y en una etapa posterior se suma Valentin, el hijo de Enzo, enólogo recibido, cuando ya había nacido la enología a nivel universitario. A partir de aquí comienza una gran trasformación de la empresa. Ya en 1997 se inaugura la champanera, que era el sueño de Enzo Bianchi, que mientras tanto ya iba produciendo la bebida de las burbujas, pero para la familia. Enzo dejó una perla para la bodega, el desarrollo de un champagne de Cabernet Sauvignon, único en el mundo. En 2010, el espumante Stradivarius Extra Brut Cabernet Sauvignon 1998, Casa Bianchi quedó el top ten mundial al quedarse con máximo galardón en el Concurso Internacional de los mejores Espumantes del Mundo (Effervescents du Monde), en París.

Este legado continuador de Enzo Bianchi y Valentín “Tincho” Bianchi le valió a la bodega transformarse en una de las de mayor prestigio en el país y el mundo. Ambos fueron reconocidos enólogos que continuaron la labor del fundador con la misma vocación.


“Donde hoy se encuentra las instalaciones de Bodegas Bianchi, no es casualidad, dice Sylvia Bianchi, hija de Enzo Bianchi y presidente de la Fundación Valentín Bianchi. Y agrega: “Era un lugar muy anhelado por Enzo, en la zona del Alto Las Paredes, un terreno con una elevación natural que le permitió realizar las cavas de manera subterránea, que era lo ideal para él. Atrás de ese lugar ya se encontraba las fincas de Las Paredes. Él decía que quería hacer vino y champagne en un lugar que se luciera”.

Fue una idea muy importante porque San Rafael fue creciendo y la primera bodega, la construida por Don Valentín quedó “atrapada” en la ciudad.


Hoy todo es elaborado en esta  planta que fue pionera en la trasformación tecnológica en la manera de hacer vinos. En aquella oportunidad Enzo y Valentín recorrieron el mundo antes de construir esta nueva bodega. “Fuimos pioneros en la trasformación tecnológica de la vitivinicultura y aún lo somos”, apunta Sylvia.

La transformación tecnológica de la empresa viene acompañada con la creación de nuevas líneas de vinos súper premium como  Famiglia, Particular, María Carmen y el icono de la empresa, Enzo Bianchi, homenaje de Valentín (tercer generación a su padre Enzo). Además de la presencia de asesores externos como Paul Hobbs y Bob Pepi en vinos y Corinne Lateyron, enóloga de Francia en la bodega de champagne. En la innovación y mejora continua hoy, Bodegas Bianchi cuenta con un equipo consolidado con los enólogos Silvio Alberto y Sergio Pomar en la renovación permanente de objetivos. Y la inauguración de la nueva bodega Enzo Bianchi en Valle de Uco. Un dato curioso, después de 90 años de vida, la bodega un sigue elaborando y comercializando el Chablis y el Borgoña, como lo hacía don Valentín.

Radiografía de Bodegas Bianchi hoy

Bodegas Bianchi es una bodega familiar de cuarta generación. Ubicada en Mendoza, también es conocida como “Valentín Bianchi” en honor a su fundador, que en 1928 comenzó lo que hoy es una de las principales bodegas en el muy competitivo mercado del vino argentino en el mundo. Estratégicamente situada en dos terroirs destacados de la provincia -San Rafael y Valle de Uco- su portfolio se basa en diversas marcas muy reconocidas que ofrecen en todos los casos alta calidad, prestigio y valor. Las principales etiquetas de la bodega son Enzo Bianchi, María Carmen, Bianchi Particular, Famiglia Bianchi, Elsa Bianchi y los espumantes de Bianchi Premium Extra Brut, Bianchi Extra Brut Rosé, método tradicional. Su marca New Age de vinos frizzantes, favoritos de los Millennials, y los vinos tradicionales Don Valentín se destacan también entre sus marcas. Después de casi un siglo de trabajo, éxito y renombre, Bodegas Bianchi sigue respetando el legado de la familia, manteniendo viva la pasión por el vino, cruzando fronteras y explorando constantemente nuevos horizontes.


Festejo toda música y poesía

Para festejar el 90° aniversario de la bodega se llevó a cabo una Gala Lírica con destacados artistas del Teatro Colón en homenaje a la primera cosecha que Don Valentín Bianchi, amante de la música y las letras, obtuviera en su pequeña bodega.

Con el incomparable paisaje del atardecer entre los viñedos y la Cordillera como marco para el inicio de esta gran fiesta, los presentes pudieron disfrutar un gran show bajo la dirección del maestro Marcelo Ayub en piano, junto a las voces de destacados cantantes del Teatro Colón como: Marina Silva (soprano), Constanza Díaz Falú (soprano), Fermín Pietro (tenor), Sebastián Angulegui (barítono), quienes interpretaron una selección de obras del repertorio lírico popular universal.

Al inicio del concierto, la música que acompañó la narración del poema que Don Valentín escribió a San Rafael: “Para Ti San Rafael, y que fue interpretada en piano por el maestro Marcelo Ayub,  fue  el " Intermezzo de Cavalleria Rusticana”, elegida porque Don Valentín siempre la silbaba a la perfección. Otro sentido homenaje se dio cuando una parte del aria Nessun Dorma, de la ópera Turandot, de Giacomo Puccini, fue interpretada por la mandolina que el propio Valentín trajo de Italia y que él interpretaba con destreza.


[Fuente: www.guarda14.com]

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