Entre el 31 de agosto y el 11 de septiembre, filmó en el Estadio Nacional, La Moneda y la casa de Neruda en Isla Negra.
Escrito por Rodrigo González M.
De vez en cuando, entre la preparación de alguna nueva película de ficción y las actividades de su teatro en Roma, Nanni Moretti (1953) hace otras cosas. Lecturas dramatizadas, organización de festivales de cine, incursiones en la política contingente y también actuaciones en largometrajes de amigos. Pero a veces, como él lo dice, se cansa de sí mismo y deja la cámara correr y el micrófono grabar. Quienes aparecen en el cuadro no son sus obsesivos héroes de la pequeño burguesía romana, sino que los que están allá afuera, a la deriva de la circunstancia histórica. Son los protagonistas de sus documentales, que no son muchos, en rigor dos: La cosa (1989), sobre el colapso del Partido Comunista Italiano (PCI), y El último cliente (2003), un corto acerca de los dueños de una vieja farmacia de Nueva York a punto de cerrar sus puertas.
Ahora, en el filme que comenzó a rodar en Chile el 31 de agosto, Nanni Moretti otra vez se acerca a muchos personajes parte de un proyecto común, pero en este caso apremiados por una circunstancia más radical: el golpe de Estado. El documental, cuyo título tentativo es Santiago, registra básicamente la historia de los chilenos que salieron al exilio ayudados por la embajada de Italia tras el 11 de septiembre de 1973. “A veces Italia hace algo positivo por el resto del mundo y me pareció interesante dar cuenta de eso en una película”, comentaba esta semana, con inocultable ironía, durante una breve conversación con dos medios chilenos.
Fueron días de intensa filmación, a veces hasta altas horas de la madrugada en Santiago, pero Moretti pudo estar al menos en la recepción que le brindó la embajada italiana la noche del lunes. A la mañana siguiente partió a Italia con el material bajo el brazo. Allá registrará algunas entrevistas adicionales y la película tendrá el más que probable estreno en algún festival europeo de prestigio, sobre todo considerando que desde hace 25 años él ha exhibido todas sus obras en el Festival de Cannes, incluyendo La habitación del hijo, que ganó la Palma de Oro.
El quisquilloso Moretti tiene cierta aversión a las entrevistas, pero en este breve diálogo fue particularmente amable: “He entrevistado hasta ahora a personas que se asilaron en la embajada italiana y a otras que me han contado un poco la atmósfera que se vivía en Chile en esa época. Entre ellos, por ejemplo, Patricio Guzmán y Miguel Littin”. También entrevistó a Carmen Castillo, cineasta y última pareja de Miguel Enríquez.
“Para los italianos de mi generación, Chile fue muy importante, sobre todo el proceso de la Unidad Popular, un gobierno de izquierda elegido libremente. Y, por supuesto seguimos atentamente lo que sucedió en Chile durante la dictadura”, explicaba Moretti, que maneja la palabra con la soltura heredada de una familia de intelectuales y catedráticos universitarios. También, se sabe, usa el humor como pocos: “Por alguna vez en mi vida me gustaría hacer hablar a otros, en vez de a mí, en una de mis películas”.
A propósito de su manejo del desenfado, Moretti también recuerda la filmación de La cosa, el documental que registraba la decadencia del PCI, una de las instituciones políticas más poderosas de Italia: “La película estaba compuesta de una serie de primeros planos de dirigentes del PCI que hablaban, algunos con angustia, otros con curiosidad, sobre el fin de su partido y la posterior transformación en otro. Tras la caída del Muro de Berlín, el líder del PCI decidió cambiarle el nombre y la naturaleza al conglomerado. Ahí fue cuando llegué y hablé con las diferentes facciones del partido”.
Un país fracturado
Moretti estuvo por primera vez en el país en abril, invitado al ciclo La Ciudad y las Palabras de la UC. Su nueva cinta es una coproducción entre Italia, Francia y Chile, país que se sumó al final a este proyecto que, dice, le rondaba hace un tiempo. En Chile, la contraparte es Storyboard Media, la compañía que dirigen Carlos Núñez y Gabriela Sandoval, los mismos responsables del Festival Sanfic. “La relación con Moretti se estableció porque nosotros conocemos a la directora de fotografía Maura Morales, quien trabaja con él y es hija de padre chileno y madre italiana”, cuenta Gabriela Sandoval, productora ejecutiva de Storyboard Media junto a Carlos Núñez.
“En mayo, durante el Festival de Cannes, le ofrecimos trabajar con él en Chile. Finalmente todo se transformó en una coproducción entre Sacher Film, que es italiana; Le Pacte, francesa; y Storyboard Media”, agrega Núñez. “Algunas de las locaciones más importantes de su rodaje fueron, por supuesto, la embajada italiana (el centro de la historia y que entre 1973 y 1974 recibió a 600 chilenos), el Estadio Nacional, y la casa de Neruda en Isla Negra”, agrega Núñez.
El realizador italiano estuvo entre el 31 de agosto y el 12 de septiembre en el país y, según Núñez y Sandoval, se preparó a cabalidad para cada entrevista. Parecía conocer aquel período de la historia local en detalle extremo. También, al despedirse, Moretti saca sus conclusiones: “La impresión que tengo de Chile tras haber venido dos veces este año es la de un país dividido en dos, una nación que no tiene una memoria común. Creo que tener valores compartidos es muy importante para una nación, más allá de que haya distintas posturas políticas y todo aquello”.
Entre los entrevistados en Chile por Moretti están además algunos personajes ligados al régimen de Pinochet. Es por esta misma razón que tuvo acceso a la cárcel de Punta Peuco, donde están detenidos militares y agentes vinculados a violaciones de derechos humanos. Cuando al realizador se le pregunta por aquella experiencia ya no da respuestas doctorales. Más bien piensa, tarda en hablar y concluye: “No fue una experiencia para nada agradable. Solo puedo decir eso”.
[ Fuente: www.latercera.com]
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