Es un placer compartir con nuestros socios Quaderno Vivo, primer disco del proyecto del mismo nombre en el que encontramos a Mati Mormandi y Melina Moguilevsky, entre otros. Canciones invencibles en arreglos muy originales. Una joya.
Quaderno vivo es el nombre del grupo y el nombre del disco, vieja costumbre con antecedentes como Almendra o Serú Girán. Y el grupo consiste en cuatro o cinco cantantes, de los cuales tres tocan teclados. Así de minimalista y funcional es el set de Mati Mormandi, Andrés Villaveirán, Mauri Ermann, Melina Moguilevsky y Natasha Sterman.
Un fino trabajo de arreglos vocales, una batería programada y gran variedad de voces permite que las ideas y sonidos no se repitan nunca a lo largo de las trece canciones que grabaron para este primer trabajo. Hay que decir que Mormandi firma la totalidad de los temas y que su rol de líder está fuera de discusión. Pero lo que hace aquí es muy diferente a su rol de solista; aquí funciona más bien como director de orquesta. Candombe, R&B, cumbia, soul, pop: diferentes climas y ritmos llegan como por arte de magia, y sin que nos demos cuenta estamos tarareando absurdamente un fragmento del Bolero de Ravel en medio de un delirio sin letra, como en Te kema (track 9), o deleitándonos con esa rara mezcla de Spinetta y Buarque que parece La luz (7).
Sería necesario también mencionar como influencia a Hugo Fattoruso o a Fernando Cabrera, entre otros uruguayos (porque hay quien piensa que también hay en él algo de Eduardo Mateo o el Príncipe) pero lo cierto es que desde su primer disco Mormandi demuestra una profunda originalidad y sensibilidad propia para construir sus canciones. Esa originalidad radica en su facilidad para dominar diversos lenguajes musicales y jugar con ellos: capaz de aunar lo más sublime con lenguajes más "bajos" y jugar con ellos, como en Terminó la canción (11) o en Soy feliz (13), Mati es una suerte de elegante y contradictorio príncipe plebeyo o de mendigo de luxe.
Las letras están muy trabajadas y oscilan entre la feroz crítica de Ve tele, con la que se abre el disco, y las más descriptivas o voladas como Distraída.
Un disco sin baches, trece canciones muy diferentes y contagiosas, interpretadas con tal maestría que obligan a la repetición adictiva una y otra vez.
[Fuente: www.clubdeldisco.com]
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