Mejor Director en el Festival de Sevilla 2016
  • IMDb Rating: 6,9
  • RottenTomatoes: 69%
Una de las películas más libres y creativas en la competencia del Festival de Cannes en mucho tiempo, Rester Vertical, de Alain Guiraudie (el director de la sorprendente L’inconnu du lac), es una suerte de bizarro cuento de hadas, comedia dramática campesina y tratado sobre sexualidades alternativas en un estilo que es único e inimitable. Lo más parecido, si se quiere, a lo que intenta Guiraudie aquí es una mezcla del cine de los inicios de Bruno Dumont, con los momentos cómicos de su última película. Ambos se manejan con personajes curiosos de pueblos chicos a los que pintan de una manera muy particular: haciendo visibles sus excentricidades pero a la vez poniendo al espectador de su lado. Sin burlas ni condescendencia alguna.
Rester Vertical arranca con un cineasta viajando en su auto por el campo mientras parece buscar una historia y actores para su próximo guion. Se topa con un joven que no quiere saber nada con actuar para él y un poco lo maltrata suponiendo que se trata de un “levante” y luego da con una mujer que tiene dos hijos y, con su padre, tienen ovejas. Esa relación prueba ser más duradera, ya que empezarán a pasar más momentos juntos y ella quedará embarazada. Eso significará atrasarse con la película, volver a enredarse con la gente del pueblo (incluyendo el chico del principio y su tío) y transformarse en padre, algo que no estaba en los planes. Pero eso solo es el comienzo –la parte, si se quiere, más convencional– de una historia que irá alejándose cada vez más de esa línea narrativa para internarse en la deriva de su protagonista: con su hijo nuevo, su mujer, su trabajo, su “suegro”, sus vecinos y con otros personajes que aparecerán, incluyendo ovejas y lobos.
Revelar más detalles de la trama sería hacerle perder al espectador las sorpresas que lo esperan. Y lo que sigue a ese arranque coquetea con el absurdo y hasta entra en el terreno de lo fantástico, pero siempre con un pie en algo parecido al mundo real, o lo que es “real” según Guiraudie. Las combinaciones de la película son muy variadas: hay sexo gráfico entre hombres y mujeres tanto como entre hombres, un sospechoso cariño entre hombres y animales, un gráfico parto y, posiblemente, el “pity sex” (sexo compasivo, digamos) más conmovedor de la historia del cine. Pero la película extiende su vista hacia otras zonas, proponiendo una idea novedosa y conflictiva de la maternidad (y una casi luminosa de la paternidad), descubriendo la humanidad de personajes que en principio parecen casi caricaturas y, mágicamente, haciendo que todo este combo que en los papeles suena absurdo y hasta cómico termine resultando una experiencia emocional y conmovedora, una especie de manifiesto de supervivencia contra un mundo que es cruel con los que no encajan del todo bien en él.
El universo campestre, el tono de extraviado cuento de hadas y el espacio que Guiraudie le da a lo que bien podrían ser sueños o pesadillas (nunca se aclara y mejor que sea así) convierten a Rester Vertical en una película especial, un objeto delicado de manejar que quizás no convenza del todo al jurado aquí, aunque es de esperar que un cineasta como Arnaud Desplechin (que es uno de sus miembros) sepa interpretar esa lógica disparatada en el manejo de acontecimientos que él también usa a menudo.
Pero más allá de los premios, lo que la película y el cine de Guiraudie devuelven al espectador es la sensación de libertad creativa y audacia narrativa combinada con una potencia humanista/política inusual. No hay que ser un cineasta cuadrado, serio y responsable para plantear temas conflictivos a la manera de Ken Loach. Lo mismo se puede hacer dejando volar la imaginación y divirtiendo sin subestimar la inteligencia del espectador ni ser condescendiente con los personajes. Eso es lo que hace el cine de Guiraudie, maravillosamente bien. Crea un mundo que se parece al nuestro pero que, como en los cuentos de hadas más extravagantes, las cosas más raras pueden suceder.