quarta-feira, 5 de abril de 2017

Ernest Hemingway. Un cubano “sato”

Ernest Miller Hemingway nació en Oak Park, Illinois el 21 de julio de 1899. Murió en Ketchum, Idaho el 2 de julio de 1961. Fue un escritor y periodista estadounidense, y uno de los principales novelistas y cuentistas del siglo XX. Ganó el Premio Pulitzer en 1953 por El viejo y el mar y al año siguiente el Premio Nobel de literatura por su obra completa.
Era el segundo hijo de una familia de seis. Su padre, Clarence Edmond Hemingway, era médico y le gustaba la caza y la pesca. Su madre, Grace Hall Hemingway, había estudiado música y le hizo interesarse por ella. El padre de Ernest tenía una casita con terreno en el lago Wallon, cerca de Petoskey (Michigan). Allí aprendió a pescar (con tres años era ya capaz de manejar una caña) y a cazar (con doce ya empuñaba la carabina).
Estudió en el Oak Park and River Forest High School, donde aprendió a tocar el violonchelo y formó parte de la orquesta. Era capitán del equipo de waterpolo y jugaba al rugby. Se interesaba también por el boxeo y peleaba con sus compañeros en los descampados. En los estudios se destacó en Lenguas, pero sentía apatía por las otras asignaturas. Mostró sus aptitudes literarias en el diario escolar, usando el alias Ring Lardner, Jr.
Al acabar sus estudios en 1917, no quiso ir a la universidad, como quería su padre, ni quiso perfeccionar sus estudios de violonchelo, como quería su madre. Se trasladó a Kansas y en octubre de 1917 comenzó a trabajar de reportero en el Kansas City Star.
Los Estados Unidos habían entrado en guerra el 6 de abril de 1917 y Ernest no quería perderse la ocasión de seguir al Cuerpo de Expedición Americano, como hicieron John Dos Passos, William Faulkner o F. Scott Fitzgerald. Debido a un defecto en el ojo izquierdo, fue excluido como combatiente. Consiguió que lo admitieran como conductor de ambulancias de la Cruz Roja y desembarcó en Burdeos a finales de mayo de 1918, para ir a Italia.
El 8 de julio de 1918 fue herido de gravedad por la artillería austriaca. Con las piernas heridas y una rodilla rota, fue capaz de cargar a hombros un soldado italiano para ponerlo a salvo. Caminó 40 metros hasta que se desmayó. La heroicidad le valió el reconocimiento del gobierno italiano con la Medalla de Plata al Valor. Estuvo a punto de perder su pierna de no mediar la intervención de una enfermera, Agnes Von Kurowsky, con quien comenzó una relación sentimental (ella era mayor que él). Durante su recuperación en el hospital de Milán, se enamoró de la enfermera y le pidió matrimonio. Sin embargo regresó a su país y aunque la esperó, nunca se casaron. Este hecho afectaría de por vida a Hemingway.
Regresó a Estados Unidos en enero de 1919, reanudando su trabajo como periodista en el Toronto Star y como redactor del mensual Cooperative Commonwealth. Se casó con Elizabeth Hadley Richardson, que era 8 años mayor que él, el 3 de septiembre de 1920. La pareja se trasladó a París en 1922. Allí, al año siguiente nació su primer hijo, John Hadley Nicanor Hemingway (Nicanor en homenaje al torero Nicanor Villalta), al que llamaba Bumby.
En París conoció los ambientes literarios de vanguardia y se relacionó con los miembros de la llamada “Generación Perdida”: Gertrude Stein, Ezra Pound y F. Scott Fitzgerald  y también con James Joyce. La familia Hemingway vivía en un austero piso, pero cuando Ernest escribía a su familia les contaba que vivían en la mejor zona del Barrio Latino. Sus comienzos literarios no fueron nada fáciles. Sus primeros trabajos: Tres relatos y diez poemas (1923) y En este mundo (1925) pasaron inadvertidos. Ernest se ganaba la vida como corresponsal y viajó por toda Europa. También se empleó como sparring para boxeadores y “cazaba” palomas en los jardines de Luxemburgo cuando sacaba a pasear a su hijo, pues los ahorros mermaban y no ganaba mucho.
El año 1925 supuso el descubrimiento de Hemingway para los editores americanos, y el año en que escribió su primera novela, Fiesta. Entonces Hemingway vivía en el centro de Valencia. El nuevo estilo que mostró en este libro, retrato del París bohemio de los años veinte y buena parte de inspiración autobiográfica, dejó atrás una literatura más experimental y oscura, resultando más impactante y exitosa.
En 1929, publicó Adiós a las armas, novela de contenido autobiográfico, ya que está basada en su paso por la guerra y sus experiencias en el frente de batalla. Le siguen dos ediciones más optimistas, que trataron dos temas que le apasionaban: la corrida de toros, en Muerte en la tarde, y África, en Verdes colinas de África (1935). En 1928 volvió a Estados Unidos con su segunda esposa, pero pronto partió hacia Cuba. A partir de ese momento, comenzó en él una curiosa y definitiva transformación.
Se alejó del individualismo, como puede advertirse en Tener y no tener (1937), que describe el fracaso de una rebelión individual, y se comprometió con la lucha humanitaria y con la unión de las personas. Comprometió su escritura en esta nueva etapa con los republicanos españoles durante la Guerra Civil Española, compromiso del que da testimonio en el guion del filme documental Tierra española, en la obra de teatro La quinta columna (1938) y por supuesto en Por quién doblan las campanas, obra maestra de la literatura universal.
En 1936, Hemingway viajó a España para informar de la Guerra Civil que estaba ocurriendo en el país durante este tiempo. Como muchos escritores, apoyó la causa de los republicanos. Usó su experiencia como reportero durante la Guerra Civil en España para escribir su famoso libro, For Whom the Bell Tolls (Por quién doblan las campanas). La obra se basa en acontecimientos reales y cuenta la historia de un norteamericano, Robert Jordan, que luchó con los republicanos. Hemingway dedicó su obra más destacada a su tercera esposa, una periodista llamada Martha Gelhorn, cuya devoción y deseo de viajar le habían dado inspiración.
Martha Gellhorn fue una de las primeras mujeres que hizo periodismo de guerra. Empezó su carrera como reportera en el conflicto civil de España, y después asistió a las contiendas de Vietnam y a la guerra entre árabes e israelíes. 
Nació en 1908 en la localidad estadounidense de Saint Louis. En 1936 conoció a Hemingway en el Estado de Florida. Al año siguiente, en Madrid, donde ella estaba destinada como corresponsal de guerra, se convirtieron en amantes. La pareja se casó en 1940, pero el matrimonio fracasó cinco años más tarde. A partir de aquel momento, Gellhorn nunca quiso ser conocida por su relación con Hemingway. 
Siguió trabajando como corresponsal de guerra hasta fines de los años setenta. Murió en 1998 a la edad de 89 años.
Al estallar la Segunda Guerra Mundial, su destino era el mar de las Antillas y su misión, patrullar con el fin de capturar barcos de bandera nazi. En 1944 viajó a Europa como corresponsal de guerra, participando en misiones aéreas de reconocimiento en Alemania y formando parte del desembarco en Normandía, siendo uno de los primeros corresponsales en entrar en París. Hasta 1950 no volvió a escribir. Al otro lado del río y entre los árboles fue su primera publicación después de aquellos turbulentos años de guerra.
Hemingway vivió casi 20 años en Cuba, en una casa llamada “Finca Vigía”, donde escribió esta novela. En 1952 sorprendió con un breve relato encargado por la revista Life, El viejo y el mar, por el que recibe el premio Pulitzer en 1953. La historia narra la experiencia de un viejo pescador que ha tenido una mala racha y sale de pesca decidido a terminarla. Un año más tarde obtendrá el Premio Nobel de Literatura por el conjunto de su obra. Antes de recibir el premio, Hemingway repitió varias veces que “el premio pertenecía a Cuba” y después de recibir el Nobel dijo que era el primer “sato cubano que recibía este importante premio”.
A partir de ese momento intenta escribir una novela sobre la Segunda Guerra Mundial, que finalmente nunca concluiría. Y vuelve en nuevos relatos a aquellos años de juventud en París y España (París era una fiesta), lugares en los que fue “muy pobre, pero muy feliz”, añorando la sensación que le provocaba ser un joven soñador, valiente y arriesgado, que no solo escribía sobre acontecimientos que un día pasarían a ser parte de la historia, sino que además era parte de ella.
El 2 de julio de 1961 se disparó a sí mismo con una escopeta. Dada la ausencia de una nota de suicidio y el ángulo del disparo, es difícil determinar si realmente su muerte fue un suicidio o si fue un accidente. Se presume que una posible causa fue la enfermedad deAlzheimer que le fue diagnosticada poco antes, así como su marcado carácter depresivo y su alcoholismo. Otras teorías muy fundamentadas aseguran que la relación del escritor con el FBI podría dar las pistas de la desesperación que vivió antes de acabar con su vida.
En el año 2006 se hizo público que Ernest Hemingway relató sus experiencias en la guerra a Arthur Mizener, profesor de literatura de la Universidad de Cornell, a quién confesó: “He hecho el cálculo con mucho cuidado y puedo decir con precisión que he matado a 122 prisioneros alemanes”.
El primogénito de Ernest Hemingway, Jack John Hadley Nicanor Hemingway, Bumby, también fue escritor. Ernest Hemingway fue abuelo de las conocidas modelos y actrices Margaux Hemingway (nacida en 1954), que padecía de depresión autodestructiva y se suicidó el 1 de julio de 1996, un día antes del aniversario de la muerte de su famoso abuelo, y Mariel Hemingway (nacida en 1961), quien también se convirtió en escritora.
Ernest Hemingway tocó por vez primera la tierra cubana en abril de 1928. Venía de Francia en el vapor Orita, y había partido del puerto de La Rochelle, dieciocho días antes. En esta ocasión estuvo poco tiempo allí ya que iba de paso hacia Cayo Hueso y solo aguardó unas horas en espera de otro barco. Años después regresó en el yate de su amigo Joe Russell, para pescar agujas  en aquellas aguas. En esa temporada capturó diecinueve agujas y se convirtió en un devoto de ese tipo de pesca por el resto de su vida.
Nota del Autor: Se refiere a la aguja azul (Makaira nigricans), también conocida como aguja azul del Atlántico que es una especie de marlín que habita en aguas tropicales y cálidas del Atlántico y otros mares contiguos. Se parece bastante al pez espada.
En Cuba descubrió el sabor del aguacate, la piña y el mango. De todo eso habló en un artículo al que tituló: “Agujas lejos del Morro: una carta cubana“, que publicó en la revista Esquire, en el número de otoño de 1933. Su segunda estancia en Cuba había ocurrido de abril a junio de 1932 y la tercera un año después. Durante ese período escribió dos de sus mejores cuentos y advirtió que el clima cubano, y su actividad deportiva, lo vigorizaban física y mentalmente. Expresaba que Cuba “lo llenaba de jugos”, que era su manera de decir que allí lo invadía una gran energía creativa.
En ese artículo Hemingway señaló su descubrimiento del Hotel Ambos Mundos, que sería su paradero cubano hasta que, casi una década después, adquirió la Finca Vigía. Desde el hotel disfrutaba un excelente panorama de la Catedral, la entrada de la bahía y el mar. Podía desayunarse en el café de la esquina con un vaso de leche fría y un pedazo de pan y estaba cerca del muelle de San Francisco, donde amarraba el yate Anita. Hemingway describía el fondo coralino de la costa, la brisa refrescante y los pequeños botes de los humildes pescadores, en aquella primera aproximación al tema cubano.
En su visita de 1933 también  enganchó un castero (castero azul del Atlántico, emperador o aguja de casta Xiphias gladius) de 750 libras, que le quebró la caña después de hora y media de lucha: ese era el tipo de vivencia que le iba aficionando al país, pero pronto advirtió otra experiencia más profunda. En agosto de ese mismo año se preparaba para salir en el vapor “Reina del Pacífico” hacia Santander. Corrían los últimos días de la dictadura machadista y su segunda esposa, Paulina, sufrió un tiroteo en la calle. Hemingway dijo a sus amigos que simpatizaba con la causa del pueblo cubano y que esperaba que el “miserable tirano” (Machado) terminase pronto, lo cual ocurrió el día doce. Hemingway supo la noticia del derrocamiento del “asno con garras” (así lo llamaban sus detractores) por la radio del barco.
El drama social ocurrido en Cuba en la década de los treinta: la dictadura machadista, la revolución, el golpe castrense, la frustración, quedó marcado en su obra. Su novela “Tener y no tener“, publicada en 1937, ocurre en Cuba y en Cayo Hueso, y comienza con una descripción de la Habana Vieja: “Ya sabes cómo es La Habana por la mañana temprano, con los vagabundos que duermen todavía recostados a las paredes; aun antes de que los camiones de las neverías traigan el hielo a los bares. Bien, cruzamos la plazoleta que está frente al muelle y fuimos al café La Perla de San Francisco y había solo un mendigo despierto en la plazoleta y estaba bebiendo agua de la fuente.”
Harry Morgan, principal personaje de esa novela, pregunta a un revolucionario cubano qué clase de revolución harán sus compañeros: “Somos el único partido revolucionario… queremos acabar con los viejos politiqueros, con el imperialismo yanki que nos estrangula y con la tiranía del ejército. Vamos a comenzar de nuevo para darle a cada hombre una oportunidad. Queremos terminar la esclavitud de los guajiros… dividir las grandes fincas azucareras entre quienes las trabajan… Ahora estamos gobernados por rifles, pistolas, ametralladoras y bayonetas… Amo a mi país y haría cualquier cosa… por librarlo de su tiranía.”
Su arraigo definitivo en Cuba se produjo en abril de 1939. Su nueva compañera, Marta Gellhorn, aspiraba a un lugar más retirado que el Hotel Ambos Mundos, donde estaban expuestos a la curiosidad y a las interrupciones de demasiados amigos. Ella comenzó a buscar ese refugio y encontró la Finca Vigía, en San Francisco de Paula, que había pertenecido a la familia D’Orn, y se encontraba en un estado de abandono. La alquiló, pero a Hemingway no le gustaba el lugar porque le parecía demasiado lejano, y prefería pasar el tiempo en La Habana, o en su yate Pilar. Marta Gellhorn reconstruyó la casa. A Hemingway le gustó después de la redecoración, y se mudó a la finca. En diciembre de 1940 adquirió la propiedad.
Robert Baker, en su biografía de Hemingway, expone cómo, al regresar a Cuba en 1959, el escritor fue interrogado por los periodistas sobre la frialdad norteamericana hacia Cuba. Respondió que la deploraba y que, después de veinte años de residencia en el país, se consideraba un verdadero cubano. Tomó, entonces, el borde de una bandera cubana, y la besó. El gesto fue muy rápido y los fotógrafos no pudieron captarlo. Le pidieron que lo repitiera. “Dije que era un cubano, no un actor”, respondió sonriente, subrayando, con su rechazo, la autenticidad de su acción.
Su afición a Cuba quedó registrada en muchas descripciones y pasajes de sus obras. En “Islas en el Golfo” realiza una magistral observación de la calle San Isidro, el barrio de Atarés, de los muelles del puerto, del barrio de Jesús María, de las colinas de Casablanca. “Del otro lado de la bahía –escribe–, vio la antigua iglesia amarilla y el desparramo de las casas de Regla, casas rosadas, verdes y amarillas… y detrás de todo ello, las colinas grises próximas a Cojímar.”
Hemingway describió, incluso, los olores de Cuba; el olor de la harina almacenada en La Habana Vieja, el olor de la madera en las cajas de envase recién abiertas, el olor del café tostado y el olor a tabaco. Su gran espacio vital fue la Corriente del Golfo, que cruza frente a La Habana, y la enlazó a la historia en una descripción aparecida en “Verdes colinas de Africa“, donde afirma que esa Corriente, con la cual vive y aprende, se mueve “a lo largo de esta isla larga, hermosa y desdichada”, y las cosas que se han descubierto sobre ella son permanentes y valiosas y existirán después que la riqueza, la pobreza, el martirologio, el sacrificio, la venalidad y la crueldad hayan desaparecido.
En 1960, procedente de Cuba, regresó a Estados Unidos, para hospitalizarse en la clínica “Hermanos Mayo”, pues se hallaba muy enfermo. Allí lo abordaron los periodistas y Hemingway declaró escuetamente: “la gente de honor creemos en la Revolución Cubana.” Esa fue su despedida.
En 2010 Cuba y Estados Unidos firmaron en La Habana un acuerdo de cooperación para contribuir a conservar la obra y el legado del escritor y Premio Nobel de Literatura Ernest Hemingway en la isla, donde vivió durante más de dos décadas.
El convenio fue firmado entre los representantes de la norteamericana Finca Vigía Foundation Inc. y funcionarios del Consejo Nacional de Patrimonio Cultural de Cuba, y el principal objetivo es “contribuir a mejorar el conocimiento sobre la vida y obra” de Hemingway.


El acuerdo permitirá dar continuidad al trabajo de conservación de los libros y textos que están guardados en el Museo de Ernest Hemingway, que antes fue la casa del escritor estadounidense durante su estancia en Cuba desde 1939 hasta 1960. Los resultados científicos y técnicos sobre la labor realizada entre Estados Unidos y Cuba para preservar el legado de Hemingway formarán parte del contenido de un libro bilingüe que será distribuido posteriormente.

Los trabajos de conservación, restauración y digitalización de la colección documental relativa al Premio Nobel de Literatura comenzaron hace ocho años en la isla, lo que ha permitido poner a disposición de especialistas y estudiosos más de 3.000 documentos inéditos que incluyen la correspondencia del autor.
En los archivos fílmicos y de video  de la Televisión Cubana existen viejos tesoros en imágenes. Entre una de esas joyas guardadas se encuentra una entrevista realizada por Juan Manuel Martínez a raíz de conocerse que la Academia Sueca le había otorgado el premio Nobel de literatura el 28 de octubre de 1954. El escenario en que tuvo lugar la entrevista no fue otro que el de su residencia, Finca Vigía, hoy museo Ernest Hemingway, en San Francisco de Paula.
La entrevista original, filmada en película de cine sonora de 16 milímetros y conservada en los archivos, es corta. El periodista hizo solo tres preguntas. En un primer momento de la entrevista, Ernest Hemingway se declara como “el primer cubano sato en recibir este premio”. Nos imaginamos una sonrisa de complacencia en el espectador nuestro que haya escuchado tal autodefinición de “cubano sato”. Este adjetivo es un cubanismo, que no figura el diccionario de la Real Academia Española, pero sí en el Nuevo catauro de cubanismos, de Fernando Ortiz, y en nuestro hablar cotidiano, sobre todo se usa en las provincias centrales y orientales.
El uso del adjetivo “sato” por parte de Ernest Hemingway demuestra que tenía una profunda relación con el cubano común, y que como artista sabía escuchar y asimilar hasta sus giros idiomáticos y la jerga popular, tanto que los podía emplear acertadamente en el momento preciso. Es muy probable que ningún extranjero residente en Cuba, ni siquiera los de habla española por muy “aplatanados” (extranjeros acriollados) que estuvieran, les brotara espontáneamente, como al afamado novelista en medio de una respuesta improvisada, tal vocablo lapidario y sintetizador para manifestar que se sentía parte del pueblo cubano.
He aquí la reproducción de la entrevista realizada en la finca Villa Vigía en San Francisco de Paula, el día 28 de octubre de 1954, en ocasión de conocerse la noticia del otorgamiento del premio Nobel de literatura a Ernest Miller Hemingway, por el periodista Juan Manuel Martínez para el noticiero de la Televisión Cubana.
MARTINEZ: Ya la teleaudiencia sabe que el escritor norteamericano Ernest Hemingway ha ganado el premio Nobel de la literatura. Por tratarse de una noticia importantísima, nos encontramos en su casa, de la Finca Villa Vigía, en San Francisco de Paula. Él acaba de ganar el premio más importante que se les otorga a los escritores.
Mister Hemingway, ¿Nosotros quisiéramos saber qué ha experimentado usted, qué sensación, qué emoción ha tenido usted al ganar el premio Nobel de  literatura?
HEMINGWAY: Primero he experimentado una sensación de alegría, después un poco más de alegría y después puede ser un poco más de alegría. Soy (estoy) muy contento de ser el primero cubano “sato” en ganar este premio. Y alegre porque han dicho las autoridades que está basado sobre un paisaje cubano que es Cojímar, más o menos mi pueblo.



[Fuente: almejeiras.wordpress.com]

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