El presidente del Eurogrupo sufrió los entrecomillados ciertos que forman una frase falsa
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Jeroen Dijsselbloem a su llegada a la reunión
del ECOFIN en La Valeta (Malta) el pasado 7 de abril.
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Escrito por Álex Grijelmo
Álvaro García Meseguer (1934-2009)
publicó durante la Transición varios libros muy valiosos sobre el sexismo en el
lenguaje. En uno de sus brillantes planteamientos denunció el “salto semántico”
que se produce por ejemplo en esta frase: “Los antiguos egipcios habitaban en
el valle del Nilo. Sus mujeres solían acompañarlos a cazar o a pescar”.
En la idea “antiguos egipcios” cabría incluir a hombres y a mujeres. Sin
embargo, la mención posterior a “sus mujeres” cambia de repente el significado
y excluye de aquél a las egipcias.
Al leer la pasada semana varias
referencias a unas declaraciones de Jeroen Dijsselbloem, presidente del
Eurogrupo, pensé que nos encontrábamos ante un ejemplo más de “salto
semántico”.
Decía así una noticia, repetida en
multitud de medios: “Jeroen Dijsselbloem descartó este martes disculparse por
las declaraciones hechas a un diario alemán en las que acusaba a los países del
Sur de la Unión Europea (UE) de 'gastarse todo el dinero en copas y
mujeres".
Como apreciamos con facilidad, se
menciona a “los países del Sur” (en los que se supone habitan hombres y
mujeres) y luego se les acusa de gastarse el dinero en mujeres. (De ese modo,
éstas quedan excluidas de la idea “los países del Sur”).
Pero Dijsselbloem nunca expresó lo que se le ha endosado. En efecto, una
agencia de noticias había incurrido en la infortunada costumbre de
entrecomillar unas palabras textuales, intercalarles otras del periodista,
silenciar varios vocablos... y ofrecer una idea que nunca se dijo; una
ingeniería del texto en la cual los entrecomillados son ciertos pero la frase
que los incluye resulta falsa.
La declaración original de
Dijsselbloem en la entrevista con el Frankfurter coincide con la que recogió fielmente EL PAÍS en una primera
información:
“En la crisis del euro, los países
del euro del Norte han mostrado su solidaridad con los países en crisis. Como
socialdemócrata considero la solidaridad extremadamente importante. Pero quien
la exige también tiene obligaciones. Yo no puedo gastarme todo mi dinero en
licor y mujeres y a continuación pedir ayuda”.
(La frase clave en el original:
"Ich kann nicht mein ganzes Geld für Schnaps und Frauen ausgeben und
anschließend Sie um Unterstützung bitten").
Dijsselbloem no acusaba a nadie de
gastarse el dinero en alcohol y prostitutas, sino que se limitaba a poner un
ejemplo ilustrativo en el que además se atribuía a sí mismo los defectos que
denunciaba. Venía a decir: si yo no respeto los semáforos, no puedo quejarme de
que otros coches se choquen conmigo. Eso no es acusar a los demás de incívicos,
sino poner un ejemplo sobre la responsabilidad. Además, él no estaba hablando
de los ciudadanos, sino de sus Gobiernos. Por tanto, ni incurrió en “salto
semántico” ni cometió desprecio xenófobo-geográfico, pues la expresión “los
países del Sur” ni siquiera fue pronunciada (dice “Krisenländern”: países en
crisis).
Eso de gastar el dinero “en mujeres”
suena bastante mal incluso como eufemismo, sí, pero no parece difícil darle la
razón en lo que intentaba decir: alguien que despilfarra su dinero no debe
exigirnos que le prestemos más. Es decir, quien invierte en aeropuertos sin
aviones, estaciones de tren sin pasajeros y autopistas sin coches (y de esto
sabemos mucho por aquí), no puede luego exigir ayuda. De eso acusaba a
Gobiernos de países en crisis, y no a sus ciudadanos de darle al jarro y al
despiporre, algo que nunca dijo aunque algunos lo entendieran así.
En mi opinión, no hubo por tanto
“salto semántico” sino más bien “salto periodístico”.
[Foto: DOMENIC AQUILINA/EFE
– fuente: www.elpais.com]
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