Escrito por Luis A. Raden
En 1872 aparece en Buenos Aires El gaucho Martín Fierro, del poeta, periodista, militar y político argentino José Hernández (10 de noviembre de 1834 – 21 de octubre de 1886).
Estamos ante un poema narrativo y épico, en muchos sentidos, escrito en verso, que se convertiría en paradigmático de la poesía gauchesca y, más tarde, de la literatura argentina. La historia tendría su continuidad en 1879 con la aparición de La vuelta de Martín Fierro.
El libro narra el derrotero de Martín Fierro, un gaucho honesto y trabajador que es obligado a marchar con el ejército a la frontera de lo que entonces se conocía como civilización, para combatir a los pueblos aborígenes que habitan la casi inexplorada campiña de los alrededores de la capital argentina.
Vale recordar que estamos bajo la presidencia del escritor, periodista y político Domingo Faustino Sarmiento, quien se había propuesto ampliar los límites civilizatorios hacia el suroeste de Buenos Aires, tal y como preveía la ley 2015, sancionada en 1867 por el Congreso argentino: llevar la frontera sur a la ribera de los ríos Negro y Neuquén, otorgándoles a las naciones indígenas tierras y enceres para su existencia pacífica.
Sin embargo, desde 1878 hasta 1885 y tras modernizar su ejército, el Estado argentino llevaría adelante lo que se conoce con el eufemismo de Conquista del Desierto, consistente en el exterminio liso y llano de los pueblos aborígenes (mapuches, ranqueles y tehuelches) que habitaban esa vasta región del país. El objetivo: obtener los recursos –la tierra– para consolidar el modelo agroexportador de materias primas para abastecer los ávidos mercados mundiales.
Luego de marchar al ejército y tras indecibles pesares en la frontera con el indio, Martín Fierro retorna a su pueblo, pero descubre que ha perdido todo: familia y hogar, por lo que pena y rabia se conjugan para llevarlo a convertirse en un “gaucho matrero”; obligado por las circunstancias que lo llevan a cometer algunos delitos, queda fuera de la ley y es perseguido por las fuerzas policiales.
El libro, en definitiva, narra la eterna e inclaudicable lucha del individuo libre contra la arbitrariedad de la autoridad oficial, que encarna en un Fierro convertido en emblema del coraje y la integridad inherentes a una vida independiente.
Aquí me pongo a cantar,
al compás de la vigüela
que al hombre que lo desvela
una pena extraordinaria,
como la ave solitaria
con el cantar se consuela.
A principios del siglo XX, renombrados autores como Leopoldo Lugones y Ricardo Rojas consagrarían el poema de Hernández como “el libro nacional de los argentinos” (textual de Lugones en El payador), consagrándolo y hasta institucionalizándolo frente al nuevo fenómeno que afrontaba el país: la llegada en masa de inmigrantes europeos con sus nuevas ideas de emancipación y libertad.
El Facundo (1845), de Sarmiento, y el Martín Fierro, aparecen como los dos rostros de la literatura argentina de carácter hondamente político y, al mismo tiempo, de lo que sociólogos, historiadores, filósofos y ensayistas han tratado de definir como el “ser nacional”: ese “ser”, en definitiva, solo puede ser visto desde la contradicción y hasta desde la lucha de clases en la constitución de la Nación como tal.
Martín Fierro: la película (también conocida como Fierro) es una película animada estrenada en noviembre de 2007 y dirigida por Liliana Romero y Norman Ruiz, basada en el poema épico de Hernández.
El guion, diseño de personajes, dibujos y lo concerniente al aspecto visual del film son obras en gran medida del humorista gráfico y escritor argentino Roberto Fontanarrosa (Rosario, 26 de noviembre de 1944 – 19 de julio de 2007), en uno de los últimos trabajos que realizó antes de su fallecimiento.
La historia ya había sido adaptada al cine en 1968, cuando Leopoldo Torre Nilsson realizaba Martín Fierro, drama protagonizado por Alfredo Alcón, Lautaro Murúa, Fernando Vegal, Graciela Borges y gran elenco, que obtuvo el Cóndor de Plata al mejor filme argentino en 1969.
[Fuente: www.zonaliteratura.com]
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