La tradicional rivalidad entre las dos ciudades más ricas del país, económicamente hablando, presenta un empate en lo que al uso del lenguaje se refiere. Tan extrañas expresiones y palabras existen en una ciudad como en otra, tan deformada está la lengua en la urbe norteña como en la capital.
Por Eduardo Pérez Meléndez
«En medio de las luchas más encarnizadas, el hombre sintió siempre una repugnancia involuntaria a destruir al enemigo que le pedía clemencia en su propia lengua.» Auguste Comte
Si bien nadie pondría en duda que tanto regios como chilangos hablamos la misma lengua, resulta interesante observar las importantes diferencias que hay en el significado de algunas palabras y expresiones.
Tanto en «Regioyork» y «Chilangolandia», como vulgarmente se les llama, hablamos formas de español marcadas en buena medida por el efecto cultural de recibir importantes flujos migratorios. Sin embargo, para el ciudadano común y corriente, estas diferencias son relevantes solamente por el riesgo de caer en graves confusiones y hasta complicaciones sociales, al hacer un uso inapropiado del lenguaje.
He aquí dos ejemplos para ilustrar las consecuencias de no tener claras estas peculiaridades del lenguaje:
-en Monterrey: «Mi mueble perdió una copa pasando la joroba» —un chilango haría una asociación etilicodesértica de esta frase.
-en la ciudad de México, esta misma expresión se traduce así: «A mi nave se le cayó un tapón bajando el puente» —para un regio sería una versión local de La guerra de los mundos.
-en Monterrey se dice: «Dale puche al huerco en el columpio» —un chilango no encontraría sentido alguno a dicha frase.
-y en la Ciudad de México: «Empuja al chamaco en el columpio».
Estas diferencias serían poco interesantes de no ser porque las ciudades de Monterrey y México suman la nada despreciable suma de 22 millones de habitantes1, lo que es más o menos 5% de los hablantes de español del planeta. Es decir, en un descuido hacemos una versión mexicana de la Torre de Babel.
Justo para evitar las tribulaciones de Babel, y como parte de un manual de supervivencia para un chilango en Regioyork y para un regio en Chilangolandia, publicamos una lista de expresiones y palabras que, además de mostrar las importantes diferencias lingüísticas entre ambas ciudades, pueden evitar a un viajero desprevenido ser lapidado por un uso poco preciso del lenguaje.
Como beneficio para los lectores que no son ni regios ni chilangos, ponemos la traducción de «regioñol» a «chilangoñol» y a español estándar.
Regioñol | Chilangoñol | Español |
chisqueado | loco, pacheco | loco |
soda | chesco, refresco | bebida gaseosa |
incaíble | pasador | horquilla |
tirar al león | dar el avión | dar por su lado |
chansa | chance | oportunidad |
ñoño | mocho | persignado, conservador |
chiruda, chancluda | pandrosa, chilapastrosa | desarreglada, desaliñada, fodonga |
borrador | goma | goma de borrar |
pomo | activo, cemento | solventes industriales usados como drogas por inhalación |
desponchadero | vulcanizadora | reparadora de neumáticos |
trolebús | raspado | vaso de hielo con sabor |
sabalito | congelada | bolsita con hielo saborizado |
primo | cuate | amigo, camarada, colega |
sordear | hacerse güey, hacerse el loco | ocultar algo |
boya | tope | obstáculo bajo y redondeado para que los vehículos reduzcan la velocidad |
dar puche | empujar | empujar |
Consulta el artículo «Las diferencias entre el español chilango y el regio» por Eduardo Pérez Meléndez en Algarabía 40, pp. 34-36.
1. Según datos del INEGI en 2005.
Eduardo Pérez Meléndez es un economista de la UNAM, chilango de nacimiento y regio por adopción, adicto a la algarabía. Se dedica, desde hace varias décadas, a explicar lo imposible: ¿por qué las mexicanas consumen lo que consumen.
[Fuente: www.algarabia.com]
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