Arte en las calles. Los muros de la ciudad, castigada desde hace años por la crisis, se llenaron de obras que gritan el descontento de los sectores medios.
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ACCESS CONTROL. Mural del artista griego Ino en la calle Pireos de Atenas. "Si querés conocer una ciudad, mirá sus paredes", dice. |
Por Liz Alderman
El joven trepó por los andamios de 10 metros de altura sobre un edificio en el centro de Atenas y hundió el pincel en un tarro
de pintura gris. Con movimientos rápidos trazó la imagen de un bebé con
dos caras, mirando simultáneamente a un abismo y hacia el cielo, sus
ojos ausentes en busca de un futuro que no estaba ahí. El mural, de un
artista de las calles griegas conocido como Ino, es delicado, estilizado
y astuto. Al mismo tiempo, es un mensaje crudo de protesta, el más
reciente en una ola de obras de arte
social y políticamente consciente que se extiende sobre los muros de
Atenas. “La gente en Grecia está bajo una presión cada vez mayor”, dice
Ino, que busca atraer la atención sobre la situación social en este país
en crisis donde hasta los más jóvenes luchan con la percepción de un
futuro sombrío. “Ellos sienten la necesidad de actuar, resistirse y
expresarse”, dice Ino.
Como en otras ciudades de todo el mundo,
en los últimos años el grafiti ha florecido. Pero el colapso económico
que ya lleva cinco años engendró un nuevo estallido de energía creativa
que ha hecho de Atenas una meca para el arte callejero en Europa.
Denunciado como vandalismo por algunos, pero celebrado por otros como
artístico e innovador, tags (firmas), letras de burbuja y
estilizada obra en pintura cubren desde hace tiempo los muros, trenes,
automóviles, bancos, kioscos y edificios decrépitos de la ciudad, e
incluso algunas ruinas de la Acrópolis.
“Si querés conocer una
ciudad, mirá sus muros”, dice Ino, quien solía pintar grafiti con
aerosol en trenes pero hace poco empezó a usar edificios como lienzos.
La
policía de Atenas rara vez detiene a los artistas del grafiti, a menos
que sospeche que pertenecen a grupos anarquistas o al ultraconservador
partido Amanecer Dorado. De cualquier forma, muchos artistas trabajan
por la noche, poniéndose máscaras y negándose a dar su nombre. Sus
mensajes a menudo son rebeldes, rayando en revolucionarios.
Hace
poco, al amparo de la oscuridad, un odontólogo cuya práctica fue borrada
casi por completo por la crisis, tomó un aerosol y una plantilla que
había cortado usando un torno de dentista y pintó en un muro una imagen
que no suele asociarse con su profesión: un hombre enmascarado arrojando
una bomba incendiaria. “La clase media y la clase trabajadora en Grecia
fueron arruinadas”, dice el dentista, conocido en la calle como Mapet.
“Mi objetivo es presentar propaganda social y política y hacer que la
gente piense”.
El barrio de Exarcheia, bastión de anarquistas, se
llenó de imágenes de Mapet y de otros artistas callejeros, que pintan
imágenes antifascistas violentas pero elegantes, grotescas caricaturas
de banqueros y políticos, e intrincados trabajos de calcomanía calle
tras calle. Esas obras también son comunes en los cercanos barrios
obreros de Metaxourgeio y Kerameikos, donde un número cada vez mayor de
así llamados artistas hipster, aborrecidos por los grafiteros de
hueso colorado, también ha estado dejando su marca. Muchos de los
recién llegados se educaron en la Facultad de Bellas Artes de Atenas,
que da cursos en pintura callejera de los que nacieron nuevas obras con
el racismo, el capitalismo y la explotación como temas.
Hace
poco, autoridades de la ciudad buscaron capitalizar el fenómeno y
distribuyeron permisos para que artistas callejeros pinten murales en
espacios públicos deteriorados. En Metaxourgeio y Kerameikos, la gran
empresa constructora Oliaros también busca controlarlos, cediéndoles
espacio en edificios comerciales a artistas murales elegidos por la
empresa. Algunas áreas de Atenas con el tiempo se transformarán en una
gran galería al aire libre, afirma Amalia Zeppou, asesora del intendente
que ayuda a supervisar el programa de permisos. “Una vez que el
grafiti se convierte en arte comisionado –dice– es una señal del
principio del fin de la crisis que atraviesa la ciudad”.
Ese tipo
de pensamiento es rechazado por muchos de los 2.000 artistas del
grafiti que pintan por toda Atenas. Ellos creen que se están encargando
obras como una forma de suprimir discretamente la expresión artística de
corte político y social. Las autoridades –dicen– están secuestrando el
arte callejero para diluir su mensaje. “No se equivoquen: el grafiti es
un arma de influencia porque salta a la vista en la ciudad”, dice
Charitonas Tsamantakis, imponente grafitero totalmente vestido de negro.
“Las autoridades quieren acogerlo para neutralizarlo y controlarlo”.
“En
Grecia están ocurriendo muchas cosas malas”, dice el grafitero Cacao
Rocks. Enseñaba literatura francesa hasta que la crisis eliminó su
empleo. El y su socio, el artista Thisisopium, pintaron una sola, enorme
palabra en un muro: Lafos, en griego, equivocado. “Todo el sistema está equivocado”, dice. “Estamos aquí para cambiar las reglas”.
©The New York Times
[Fuente: www.revistaenie.clarin.com]
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