Junto
al fútbol, la política y la receta de la paella, la tilde de «solo» es
uno de los temas que provoca disputas más exaltadas. No vamos a analizar
lo adecuado de esta norma que con tanta vehemencia se defiende y ataca,
pues ya lo hicimos en su momento; vamos a estudiar su seguimiento con los medios disponibles, a saber: un corpus, un conocido buscador de internet, una calculadora y la opinión de nuestros lectores.
Datos según CORPES XXI
Contar
tildes es una buena coartada para probar el nuevo corpus. Tomamos el
año 2010 como referencia para saber si la publicación de la nueva
ortografía ha servido de incentivo para enmendar el error al ponerlo de
actualidad, aunque la norma no variara substancialmente. Pero no vamos a
hilar tan fino como para diferenciar ese pequeño margen de «solo» que,
por ambigüedad, antes debía llevar tilde y desde 2010 se desaconseja,
porque sería buscar una aguja en concreto en un pajar lleno de agujas.
Como veremos, la idea «sólo=solamente» está tan arraigada que resulta
fútil detenerse en los casos en los que podría ser correcto el uso de la
tilde, de manera que los que son incorrectos, y ya lo eran antes, son
mayoría absoluta.
Como ya contamos aquí, el CORPES XXI contiene, de momento, formas hasta 2012 y está en proceso de
recopilación, así que nos da la oportunidad de saber si la ortografía
de 2010 tuvo algún efecto en los textos recogidos dos años después. Para
hacer una comparación del antes y después seleccionamos todas las
formas «solo» que fueran adverbio en 2009 y 2012 filtrando las que
correspondieran exactamente a la grafía con o sin tilde. Las formas
recogidas en 2012 son menos numerosas al estar en proceso de recopilación de datos,
pero nos puede dar una idea del porcentaje de variación. Existe un
margen de la forma «solo» con tilde que puede ser correcto —aunque no
recomendado— que no se ha discriminado de los resultados, además, el
corpus tiene pequeños desajustes por estar en construcción; hechas estas
advertencias, los datos son tan abultados que permiten despreciar estos
márgenes de error para hacernos una idea del seguimiento de esta norma.
Como vemos, en 2009 el 89% de los adverbios «solo» en todos los medios recogidos corresponde a la forma con
tilde, mientras que en 2012 se reduce ligeramente a un 84.5%. Esta
diferencia es insignificante y no parece que, dos años después de su
publicación, la Ortografía de la lengua española sirviera de
aliciente para corregir el error endémico. Más aún si tenemos en cuenta
que los datos de 2012 recogidos hasta ahora por el CORPES proceden de
las siguientes fuentes:
Es
decir, no hay datos de fuentes como internet, que podrían elevar el
porcentaje equiparándolo al de 2009. Para el objetivo de nuestro estudio
esto es irrelevante porque, en cualquier caso, la derrota del «solo»
sin tilde es evidente en este primer asalto.
Así pues, tenía razón Salvador Gutiérrez cuando a principios de 2013 reconocía este hecho. Aunque la noticia se
haya interpretado popularmente como una derogación de la norma (incluido
el redactor, que se cebó con las tildes en el titular y el epígrafe),
evidentemente la ortografía no se
modifica en rueda de prensa, sino mediante la publicación de la
correspondiente obra, que es de carácter puramente prescriptivo. Por
tanto, es una victoria pírrica la de los pertinaces tildadores, pues lo
único que ganan es cometer faltas de ortografía.
Seguimiento en medios digitales
La eliminación de tildes en otros casos —como el de «fue», por ejemplo—
han tenido aceptación gracias, además de a la enseñanza en las
escuelas, a la difusión en medios de comunicación y editoriales que
aplican en sus manuales de estilo las normas ortográficas.
Para
saber si en el momento actual los medios sirven para este propósito,
hemos analizado cuatro medios digitales con un método algo más doméstico
al no disponer de un corpus tan actualizado. Seleccionamos las entradas
de cada sitio que Google muestra como «noticia» con un mes de
antigüedad y en un mismo día. Para discriminar los adjetivos de todas las
formas «solo» encontradas recurrimos al CORPES y hallamos que el lema
«solo» comprende un 18% del adjetivo en este tipo de textos. Descontado
los adjetivos, podemos hacer un cálculo aproximado del tratamiento del
adverbio en cada medio.
El País
Como
criterio general, la edición digital prescinde de la tilde en el
adverbio (en un 84% aproximado de los casos). No obstante, es fácil
encontrar tildes en «solo» (lo suficientemente abundantes como para no
ser consideradas gazapos) en secciones de opinión, blogs y también,
aunque en menor medida, en otras secciones y en noticias de agencia.
Tanto el titular (con tilde) como la primera línea (sin tilde) son iguales a la noticia de EFE. Esta práctica de trasladar las noticias de agencia sin ninguna modificación se da en todos los medios.
No
es un protocolo impecable, pero de aquí en adelante todo es ir a peor,
sin entrar en clasificar como peor el hecho de ignorar una norma
académica como línea de estilo, sino el de no seguir ninguna línea.
El Mundo
La preferencia en el tratamiento del adverbio «solo» es inversa a la de El País: gana la tilde por un 75% y está presente en todas las secciones e incluso en titulares y primeras.
Es
difícil determinar su criterio corrector y los adverbios «solo»
conviven en armonía con el «sólo» sin una pauta concreta. Como anécdota
significativa, en El Mundo encontramos uno de los pocos casos
en los que «solo» se puede tildar para deshacer la ambigüedad entre
adjetivo y adverbio; sorprendentemente no está tildado:
El
titular es correcto, se recomienda prescindir de la tilde y se entiende
perfectamente sin ella (en lo que respecta al adverbio, en el resto no
vamos a entrar). Lo que resulta curioso es que en la misma edición
coexistan numerosos casos con tilde en los que no hay ninguna ambigüedad
y por tanto son ortográficamente incorrectos con uno de los pocos casos
en que se puede poner y no se pone. Lamentablemente, tenemos que
descartar la idea romántica de que el criterio sea llevar la contraria:
la noticia es de agencia y se reproduce igual en todos los medios.
ABC
Gana
el «solo» desnudo, que representa un 58% de los adverbios. Se observa
una mayor frecuencia de casos con tilde en la sección de Deportes. En
esta sección encontramos un interesante ejemplo de uso permitido de la
tilde dada la ambigüedad del enunciado, aunque está recomendado no
hacerlo. La tilde permite discernir que Di María solamente se acomodó el pantalón y no que lo hiciera en compañía de otros:
La Razón
Gana la tilde por algo menos del 65% de los casos. Aunque, como en ABC,
también se observan más tildes en Deportes, la distribución es tan
dispar que el único criterio que parece seguirse es el de salpimentar al
gusto. Se encuentran titulares en portada con y sin tilde e incluso
cambio de criterio en un mismo artículo entre el titular y la primera
línea.
Resumiendo, solo El País
tiene una línea de estilo definida aunque margine secciones o descuide
algunos aspectos. El resto parece dejar al criterio de los redactores,
las agencias o el albur el reparto de las tildes. Aunque no se han
incluido, hicimos tanteos en otros medios con las esperanza de encontrar
resultados más brillantes. No es el caso. En todas partes cuecen tildes
y, como no es cuestión de sacar a la palestra a ningún colega modesto,
entonamos un mea culpa:
En
lo que nos atañe y sin entrar en cómo llegan a ello: dos medios optan
por la tilde y dos medios optan por no ponerla, de modo que podemos
decir que en este asalto el resultado es de empate y constatamos que los
medios digitales ni promueven el uso de esta norma ni lo contrario, sea
lo que quiera que sea lo contrario.
Seguimiento en prensa y libros (impresos)
Con
la esperanza de encontrar en el papel un mayor esmero, revisamos
algunos ejemplares de las obras situadas entre las más vendidas según
dos conocidas cadenas de librerías y de los dos diarios más leídos.
El País (Edición de Madrid del 16 de enero de 2014).
Salvo
dos tildes en dos «solo» (que ofrecían cierta ambigüedad salvable por
otros medios) en Cultura, todas las demás secciones e incluso la
publicidad y las promociones propias están impolutas. Esto hace pensar
que la edición impresa sí se corrige.
El Mundo (Edición de Madrid del 16 de enero de 2014)
Impecable: ni un solo «solo» sin su tilde. Incluso en los adjetivos.
Con este giro inesperado, recuperamos con esperanza la teoría de que lo de El Mundo es voluntario y no desidia correctora.
En lo que respecta a los libros, hay que celebrar que en una de las librerías tuviera un sitio entre los más vendidos Las 500 dudas más frecuentes del español, del Instituto Cervantes, para evitar que únicamente Ambiciones y Reflexiones,
editado por Espasa, cumpliera escrupulosamente con las normas
ortográficas (incluidas las últimas, pues en los primeros párrafos ya se
encuentra un «guion» sin tilde). En la otra conocida librería nos
conformamos con encontrar En llamas, de Suzanne Collins,
editado por RBA, que igualmente respeta esta norma en otras obras,
después de ojear cuatro ejemplares de los más vendidos que infringían la
regla ortográfica (y en algún caso, varias más).
No
es necesario ser más exhaustivos para reconocer una derrota en este
asalto. Solo nos queda confiar en el criterio de nuestros lectores para
ganar la batalla final.
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