El humor sigue siendo nuestro mayor consuelo ante muchas situaciones de la vida. Eso lo saben muy bien los lectores de esta columna. Por ejemplo, el doctor Ariel Sánchez, que escribe un correo electrónico desde Rosario.
"Coincido con lo expresado por Beatriz Sarlo en la
columna del 17/2. Los ejemplos de errores en los avisos publicitarios
son muchos -observa Sánchez-. Algunos resultan graciosos: en uno del restaurante del hotel
Llao-Llao de Bariloche (¡nada menos!) prometían, como guarnición de un
plato de carne, «brotes alineados». Fue cómico imaginar los brotes de
soja (o de lo que fuera) puestos en línea,
uno al lado del otro, como una guardia de honor militar, fusil al
hombro, listos para disparar una salva de homenaje. Seguramente
quisieron decir «aliñados», pero? ¡les salió el tiro por la culata!"
Al humor y a la memoria recurre también el lector Guillermo Bellotti. El 19/2, escribe: "En un artículo publicado
en el diario la semana pasada, se decía que Hebe de Bonafini había
decidido poner, al fin, «blanco sobre negro» alguna de sus
declaraciones. Leyendo Recuerdos literarios, de Martín García
Merou (1862-1905), intelectual de la generación del 90, que trabajó como
corrector en la nacion a los 15 años y luego como columnista, rescato
una cita de, creo, Théophile Gautier, sobre « mettre du noir sur du blanc
», para describir la pasión irrefrenable de escribir, y de «poner negro
sobre blanco», al hacerlo, es decir, tinta sobre papel".
La cita en francés suele atribuírsele a Stéphane
Mallarmé, pero ejemplifica bien el orden de las acciones, en este caso.
Trae otros aportes el mail del lector Bellotti, muy apropiados para
Línea directa: "Sirva como apostilla agregar el cálido recuerdo de
García Merou sobre aquella época feliz en que la nacion le ofreció
entrada a la literatura «por la trastienda, encorvado en el oficio
manual», corrigiendo pruebas en compañía de sus primeros compañeros, el
chispeante poeta Casimiro Prieto y el simpático periodista Benigno
Lugones. Y también, por fin, el general Mitre, quien con su marcha
pausada y tranquila, ocupaba a veces un sitio en la mesa de correctores
dejando en esas pruebas «la marca de fábrica
del maestro», utilizando un lápiz de dos colores". Para completar esta
verdadera semblanza del escritor y periodista García Merou, Bellotti
repara en que también fue a los 18 años secretario de Miguel Cané,
embajador más tarde en Colombia y Venezuela, y que dejó abundante "negro
sobre blanco" en libros y diarios.
Alguna reflexión puede sacarse de estas generosas
contribuciones a la columna de los lectores Sánchez y Bellotti: la
precisión y el humor (y el sentido común, por qué no) son elementos
infaltables cuando se trata de poner "negro sobre blanco" (locución
adverbial que significa "por escrito o impreso en papel", define RAE) lo
que se quiere expresar.
En cuanto al hipotético blanco sobre negro que
tan a menudo se lee ahora, o se está hablando de las viejas fotocopias
de las partidas de nacimiento, que eran sí "blanco sobre negro", casi
ilegibles, o, en realidad, es un ejemplo más de esta particular etapa
del idioma en el que hasta las frases hechas se destruyen o se
distorsionan.
[Fuente: www.lanacion.com.ar]
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