Por Alfredo García
Más cine latinoamericano en Mar del Plata. Carne de perro refleja
la vida de Alejandro, extorturador durante la dictadura de PInochet.
Alfredo García entrevistó a Fernando Guzzoni, su director.
AG: ¿Cómo surge después de La Colorina encarar tu primera ficción con “Carne de Perro”, donde reflejas la búsqueda de identidad de un torturador?
FG: Bueno, el móvil de la película fue una pregunta
que estaba en mi cabeza y que era donde estaban estos agentes de la
policía, personajes no cuantificados en la sociedad chilena, muchos
tienen un nuevo oficio, me parecía que era prudente hablar de eso porque
revelaba en el fondo una fractura que no todo el mundo quería advertir.
Ahí empecé a construir mi investigación para armar el perfil de este
personaje en la ficción.
AG: ¿Cuál es la investigación que realizaste para elaborar el personaje de Alejandro?
FG: Trabajé con mucha literatura, crónica y ensayo
sobre el tema que no es mucha pero algo hay. Hice mucha investigación
vivencial, de ir a lugares como instituciones de militares por ejemplo,
donde podía sentir un poco como piensan, trabajé con abogados de
derechos humanos con causas, ellos me dieron muchos perfiles de como son
estos personajes.
AG: Creés que gran parte de la sociedad chilena no quiere ver
a los Alejandros que la rodea habiendo una responsabilidad de la
derecha económica chilena que los usó en su proyecto económico?
FG: Por supuesto, yo creo que Chile en general es un
país que tiene muy poca memoria y que la postdictadura ha tenido una
miopía muy brutal, y no pudo mirar ni entender cómo fue ese pasado y
como están estos vestigios dando vuelta en nuestra sociedad ahora. Chile
ha demostrado muy poca madurez cívica e intelectual con respecto a lo
que significan estos personajes o lo que significa nuestra fractura
reciente.
AG: ¿Esa búsqueda final que Alejandro tiene en una comunidad religiosa es un uso de la religión como paraguas de protección?
FG: Bueno, el final de la película opera como una
analogía en términos que este personaje que antes pertenecía al ejercito
y necesitaba vivir bajo un dogma, ahora, para dar un sentido a su vida, usa la iglesia evangélica como un ejército de la fe, donde él puede
sentirse útil, como antes fue el establishment político del ejército y
la represión.
AG: Tu película realiza una reflexión sobre la postdictadura.
Creés que era un verdadero compromiso el que tenían los realizadores
chilenos y que empezás a cumplir?
FG: En general el cine siempre reflexionó sobre la
dictadura chilena del lado de la victima, cosa lógica por otra parte
como reacción natural frente a algo tan determinante, pero teníamos que
empezar a reflexionar qué cosa había del otro lado, para desnudar la
verdad de la complejidad que había detrás de esos personajes, que puede
ser el taxista que te lleva a tu casa o el conserje de tu edificio. Me
parecía que era urgente hablar de ellos.
AG: El que hayas ganado en un festival del prestigio de San
Sebastián en la sección Nuevos Directores como mejor director superando a
16 películas de todo el mundo nos tiene que enorgullecer a todos los
latinoamericanos. Como viviste esas noches en San Sebastián y lo de
Valdivia con sala siempre completa y el premio que te permitirá
emprender tu próximo proyecto?
FG: Lo de San Sebastián fue una gran sorpresa, nos
permitió tener acceso a la distribución en España y por lo tanto a mayor
visibilidad del tema, que es lo que nos interesa. En Valdivia, fue
increíble, es un festival que tiene una muy buena curaduría, muy de
autor y al que se le tiene mucho respeto los premios son bienvenidos y
lo disfruto.
AG: Gracias Fernando, mucho éxito con tu película
[Fuente: www.leedor.com]
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