Entrevistamos a Reyes García Burdeus, una traductora que lleva más de
dos décadas estudiando la figura y traduciendo la obra de una de las
escritoras rusas más importantes de todos los tiempos: Marina
Tsvietáyeva.
En
su historial de traducción hay una figura que sobresale sobre el resto, Marina Tsvietáyeva. ¿Siente una predilección especial por esta literata rusa? ¿cuál es el origen de su interés?
Sí, Marina Tsvietáyeva
es, sin duda
alguna, mi escritora preferida. Curiosamente la descubrí a través
de una biografía suya que cayó en mis manos en el año 89, concretamente
la
que escribió
su hija Ariadna Efron, ‘Acerca de Marina Tsvietáyeva: recuerdos de su
hija’,
publicada por la editorial Sovietski pisatel ese mismo año. En ella, a
parte
de aspectos muy interesantes de la vida
de su madre, Ariadna describe detalles de su ingente obra. Su lectura me
impactó enormemente y surgió en mí la imperiosa necesidad
de leer todo cuanto pudiera de esa autora. Finalmente tuve la fortuna de
que se
cruzara en mi camino Lev Abrámovich
Mnujin, quien, a la sazón
(principios de los 90) era el director de la casa museo de Tsvietáyeva
en Moscú y que más tarde sería el codirector de mi
tesis doctoral. Gracias a su inestimable ayuda, pude conseguir mucha
bibliografía de Tsvietáyeva que por aquel
entonces todavía
era inédita,
tuve acceso a algunas de sus cartas y diarios, que utilicé en algún
capítulo de mi trabajo de
investigación.
De ese modo, me fue posible traducir gran
parte de su correspondencia y también de su “prosa
biográfica”. Desde entonces, sigo “enamorada” de su obra y mi
admiración
por la escritora es, si cabe, cada vez mayor.
Cuéntenos, ¿cómo es traducir a Tsvietáyeva? ¿qué aspectos hay que tener en cuenta para
que su traducción al español llegue a buen puerto?
Traducir a Tsvietáyeva es un constante
reto, es una lucha continua para intentar “resolver” (verbo muy usado por
los traductores) muchas de las locuciones, frases o palabras que utiliza la
escritora. Con sus juegos fónicos
con las palabras, tanto por su musicalidad, como por su capacidad para sugerir
otros significados en el contexto de la frase: distorsiona la estructura sintáctica; descompone las
palabras y, en ocasiones, las elimina (en particular los verbos). Precisamente
la elípsis
verbal es una de las características
más
inherentes de su escritura; juega con los signos de puntuación (en particular con el
guión
largo, que le sirve para dar una mayor
precisión
emotiva a sus ideas); hace uso tanto de arcaismos como de neologismos; utiliza
aliteraciones y repeticiones de fonemas…
Crea, en fin, un lenguaje poético, no sólo
en la poesía
sino también
en la prosa. Además
a su estilo conciso, a la par que sonoro, tenemos que añadir una gran riqueza y
heterogeneidad estética,
ambos rasgos consecuencia evidente de su gran formación cultural.
Reyes García Burdeus es doctora por la Universidad Jaume I y diplomada en lengua rusa
por la Universidad Estatal de San Petersburgo. Traductora literaria y profesora
de ruso en la Escuela Oficial de Idiomas de Castellón. Su interés por la
literatura rusa, en especial por el siglo de plata, la ha llevado a participar
en diversos congresos, entre los cuales cabe destacar los celebrados en el
Instituto de Lenguas Eslavas de la Sorbona, París (Francia), o en las
casas-museo de Tsvietáieva en Bolshevo y Moscú (Rusia).
Trasladar al español, toda esa musicalidad es tarea ardua y en ocasiones casi imposible y no queda más remedio que, tras poner sobre aviso al lector, respetar en lo posible la sintáxis utilizada por Tsvietáyeva, aunque en ocasiones ésta no se ciña a la lengua terminal.
Tengo
entendido que la primera traducción que realizó sobre la autora fue ‘El relato de Sóniechka’, ¿qué valoración global podría hacernos de la evolución de la traducción de su obra?
En realidad, ‘El relato de Sóniechka’ es mi primera traducción de Tsvietáyeva publicada, pero
antes de esa obra, como he señalado
anteriormente, para la realización
de mi tesis, ya había
traducido la mayoría
de su prosa de memorias: ‘Una
tarde de otro mundo’,
‘Historia
de una dedicatoria’,
‘Un
espíritu
prisionero’…
y mucha de su correspondencia, así
como las obras de teatro que Tsvietáyeva
escribió
para el Tercer Estudio de Evgueni Vajtángov:
‘La
sota de corazones’,
‘La
tempestad de nieve’,
‘La
aventura’, ‘Fortuna’, ‘El Ángel de piedra’ y ‘El final de Casanova’, todas ellas concebidas
para el lucimiento de Sóniechka
(Sofía
Holliday).
‘Locuciones de la Sibila’ es una obra de aforismos seleccionada por usted misma, ¿qué criterio siguió para seleccionarlos?, ¿fue especialmente difícil esta traducción ‘aforística’?
Cada vez que me sumerjo
en lectura de la obra de Tsvietáyeva
voy subrayando aquellas afirmaciones, sentencias que sugieren, que seducen, que
deslumbran. Es algo que hago habitualmente, porque esos mensajes tan profundos e
inteligentes me ayudan en la vida. Se me ocurrió que, igual que a mí, podrían ayudar a otros lectores, y decidí
seleccionar algunos. En ese sentido fue un gran trabajo porque tuve que releer
casi toda su obra, pero apoyándome
en las anotaciones que previamente había
realizado en mis primeras lecturas. Luego decidí agrupar los diversos temas que trata
Tsvietáyeva
y dividirlos en apartados: orígenes,
formación,
aprendizaje, emociones, gratitud, juicios, muerte y consejos. En mi opinión ‘Locuciones de la Sibila’ es una buena entrada en
el mundo de Tsvietáyeva
para un lector que no conozca su obra. Creo que invita a querer saber más sobre la autora.
En cuanto al grado de
dificultad, la traducción
de los ‘aforismos’, como he señalado más arriba, debido a la
forma de hacer de la escritora, resultó
tan complicada como la del resto de su obra.
Háblenos acerca de su última traducción ‘Ensayos’, sin duda parece un elemento fuera de
lo común
en la obra de Marina Tsvietáyeva que se constituye principalmente por poesía y novela.
Los tres ensayos que
componen el volumen publicado (‘Un
poeta respecto a la crítica’, ‘El poeta y el tiempo’ y ‘El arte a la luz de la
conciencia’)
están
relacionados entre sí.
Son el fruto de la permanente preocupación
de la autora por los temas que atañen
al arte y los lazos que lo unen con la conciencia y el tiempo.
En ‘Un poeta respecto a la
crítica’, Tsvietáyeva analiza el vínculo que los escritores
mantienen con los lectores debido a la mediación de la crítica. Esta obra llevará a la autora a
profundizar acerca de la relación
entre el poeta y su época
en ‘El
poeta y el tiempo’.
Y esos dos escritos conducirán
a Tsvietáyeva
a un análisis
más
interior que desarrollará
en ‘El
arte a la luz de la conciencia’,
donde meditará
sobre la relación
entre la literatura y la moral.
En estos escritos es muy
curiosa la manera de hacer de Tsvietáyeva,
en sus reflexiones la autora conversa con el lector, discute con él sus puntos de vista, tratando de convencerle y exigiéndole
una respuesta.
La autora era plenamente
consciente de la dificultad que entrañaba
la lectura de su obra y ella misma decía
al respecto:
“El lector está agotado de leer mi obra – es decir que ha leído bien y – lo que ha leído es bueno. El cansancio del lector no
es devastador sino creador. Co-creativo. Hace honor tanto al lector como a mí misma.”
Tsvietáyeva sí que cultivó este género, escribió varios ensayos y artículos, la mayor parte de
ellos dedicados a discutir temas
literarios, haciendo referencia a poetas y escritores o a obras literarias que
habían
dejado huella en su vida: ‘El
cedro’,
‘Épica
y lírica
en la Rusia contemporánea’, ‘Poetas con historia y
poetas sin historia’,
‘El
poeta alpinista’,
‘Pushkin
y Pugachov’,
‘Carta
a la Amazona’…
este último
dedicado al amor lésbico
y escrito en francés.
Se
podría
calificar su vida de trágica, dolorosa y llena de remordimientos. Debido a la pérdida de diversos familiares, ¿existen suficientes palabras en español para reflejar este dolor de su
experiencia rusa?
En efecto, la vida de
Tsvietáyeva
fue extremadamente trágica, pero fue sobre todo la pérdida
de su hija menor, Irina, lo que le hizo sentir esos remordimientos que usted
menciona.
Tsvietáyeva, en noviembre de
1919, tomó
la terrible decisión
de dejar a sus dos hijas en un orfanato, en Kuntsevo, en las afueras de Moscú, ella sabía mejor que nadie que
sola en la gran ciudad no podría
ocuparse de ellas. En el orfanato, la hija mayor, Alia, cayó gravemente enferma y
Tsvietáyeva
decidió
llevársela
a Moscú,
dejando a Irina en el orfanato, donde murió
de frío
e inanición.
Su dolor se refleja en varias cartas dirigidas a sus amigos Alexander Erofeev y
Vera Zviaguintseva, así
como en un poema escrito en esa época:
“Dos
manos posadas suavemente…”
Tanto los poemas como
las cartas a las que hago referencia formaban parte de uno de los capítulos de mi tesis, así que tuve que
traducirlas y trasladar el profundo dolor que expresaba Tsvietáyeva en esos escritos al
lector de lengua española
o, por lo menos, intentarlo.
Fue una tarea difícil, pero cuando estaba
realizando mi trabajo de investigación
estaba tan inmersa en esa época
histórica y en el mundo que rodeaba entonces a Tsvietáyeva que la situación vivida por la
escritora me conmovió
profundamente.
¿Hasta dónde llega la incomprensión que sufrió tanto en Rusia como en Europa?
En Rusia, antes del
exilio, yo diría
que esa incomprensión
fue la consecuencia de no dejarse encasillar en ningún movimiento literario
de los existentes en la época.
Durante sus años
de exilio también
fue coherente con su manera de pensar y, fiel a sí misma, marcó límites con el
antibolchevismo del exilio y mantuvo contactos con escritores como Pasternak o
Isaak Bábel, que residían
en Rusia. Pero también,
por ejemplo, tradujo al francés
a Mayakovski, cuyos escritos eran muy polémicos.
Actuaba siempre tal cómo
sentía, sin importarle los colores de la política.
Esa actitud, constante en su vida, la llevó
a provocar la antipatía
y la marginación
del exilio ruso. Se sentía
“exiliada
dentro del exilio”.
Esta situación
se agravó
con las actividades de su marido Serguéi Efron, que eran
cercanas al régimen
soviético
y conocidas por los rusos exiliados.
Al mismo tiempo, a su
regreso del exilio, ocurrió
de nuevo lo mismo en Rusia, para los rusos era una escritora antibolchevique y,
por el hecho de haber vivido en el extranjero, persona non grata para el régimen.
Su
vida parece una historia de mala suerte continua: experimentó una guerra civil
con una gran hambruna de por medio; acusada de ser pro soviética en París; sospechosa
por haber vivido en el extranjero en la URSS, parece que su suicidio fue una
consecuencia lógica de todo ello.
Sí, es cierto. En junio de 1939 con
su hijo Mur llegó a Moscú. Regresaba del exilio una antisoviética que tuvo,
como hemos mencionado con anterioridad, una estrecha relación con autores como
Mandelshtam o Bábel acosados y más tarde
arrestados, casada con un agente
soviético en el extranjero que anteriormente había pertenecido al Ejército
Blanco. Nada más llegar, su hermana menor Anastasia fue arrestada, más tarde su
hija Ariadna y luego su marido Serguéi Efron, quien sería conducido a un
paradero desconocido.
Los últimos tiempos de su vida en Bolshevo
y Moscú y más tarde, ya evacuados tras la invasión nazi, en Elábuga, se reflejan
en los diarios de su hijo: ‘Gueorgui Efron: diarios’, publicados por la
editorial Vagrius de Moscú en 2004, todavía no traducidos al español, pero cuya
lectura aconsejo vivamente a aquellos lectores que dominen la lengua
rusa. En sus páginas, escritas con un estilo y madurez difícil de pensar en un
adolescente de pocos años, describe la tortuosa existencia que llevaron los dos
hasta el fatídico día del suicidio de su madre el 31 de agosto de 1941.
Tanta desgracia es difícil de
soportar cuando se acumula de manera extrema. Su suicidio es un enigma, en
forma de hipótesis, de los factores vinculados a las circunstancias políticas y
sociales que pudiesen añadir presión y dolor
a una vida tan conmovedora como la de Tsvietáyeva, pero eso se oculta en
el espacio velado del misterio.
“El
heroísmo del alma – vivir, el heroísmo del cuerpo – morir.”
Con la Revolución
rusa las mujeres alcanzaron derechos que no habían sido obtenidos aún en otros
países, como el derecho al voto, la incorporación plena al mundo laboral e
incluso una mayor participación en el mundo del arte, tanto en literatura como
en pintura, escultura... ¿Cómo valora la participación femenina en el mundo del
arte en la actualidad?, ¿difiere mucho de aquella época?, ¿qué escritoras rusas
destacaría del panorama ruso actual?
Aquella época, como
muchas otras, es irrepetible. Tras la revolución de octubre de 1917, la mayor
parte de los escritores de la Edad de Plata y los artistas plásticos no
aprobaron el nuevo régimen y abandonaron el país. Estos escritores y artístas
dieron comienzo a la literatura y al arte
rusos del exilio. Pero quienes optaron por quedarse en Rusia, durante la
primera época soviética, llegaron al
apogeo de su libertad creativa. Se dieron todas las circunstancias para que la
mujer tuviera un espacio para sí misma y participara de ese apogeo de manera
activa e igualitaria. Stepanova, Popova y tantas otras en el mundo del arte y Ajmátova y Tsvietáyeva en el mundo de
la literatura, por citar a las más grandes, gozaron de esa libertad de
expresión para la realización de su obra. Más tarde, desgraciadamente, todo
cambió.
Actualmente no existe
un movimiento tan importante como las vanguardias rusas porque, como he dicho
anteriormente, aquello fue excepcional, único y fascinante. Pero creo que la
mujer, en el mundo del arte y la literatura, hoy en día, ocupa un lugar
relevante y es admirada y respetada tanto como el hombre.
En la actualidad en
Rusia hay muchas pintoras de renombre como, Ekaterina Kornilova, cuyas obras,
amén de en infinidad de galerías privadas de diversos países, se encuentran en
la Galería Tretiakov de Moscú, Natalia
Nesterova, famosa paisajista, o Tatiana Nazarenko,
todas ellas son miembros de la Academia de Bellas Artes de
Rusia y han sido merecedoras de los más prestigiosos premios en el mundo del
arte.
En cuanto a las
escritoras, citaré a Viktoria Tokarieva, Liudmila Ulitskaya, Tatiana Tolstaya, Dina
Rubina o Svetlana Shenbrunn, las dos últimas de origen judío y residentes en
Israel. De las poetas actuales destacaría a María Stepanova, quien ha recibido
un sinfín de reconocimientos y cuya obra ha sido traducida a muchísimos idiomas.
[Fuente: www.rusiahoy.com]
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