quinta-feira, 5 de abril de 2012

Günter Grass: Lo que hay que decir

El poeta alemán se opone a un ataque israelí contra Irán

 









 

Este poema del premio Nobel alemán de Literatura Günter Grass 
fue rechazado por el semanario Die Zeit, aunque apareció hoy en
los periódicos Süddeutsche Zeitung, La Repubblica, The New York
Times y El País.


  Por qué guardo silencio, demasiado tiempo,
  sobre lo que es manifiesto y se utilizaba
  en juegos de guerra a cuyo final, supervivientes,
  solo acabamos como notas a pie de página.

  Es el supuesto derecho a un ataque preventivo
  el que podría exterminar al pueblo iraní,
  subyugado y conducido al júbilo organizado
  por un fanfarrón,
  porque en su jurisdicción se sospecha
  la fabricación de una bomba atómica.
  Pero ¿por qué me prohíbo nombrar
  a ese otro país en el que
  desde hace años —aunque mantenido en secreto—
  se dispone de un creciente potencial nuclear,
  fuera de control, ya que
 es inaccesible a toda inspección?
  El silencio general sobre ese hecho,
  al que se ha sometido mi propio silencio,
  lo siento como gravosa mentira
  y coacción que amenaza castigar
  en cuanto no se respeta;
  “antisemitismo” se llama la condena.
  Ahora, sin embargo, porque mi país,
  alcanzado y llamado a capítulo una y otra vez
  por crímenes muy propios
  sin parangón alguno,
  de nuevo y de forma rutinaria, aunque
  enseguida calificada de reparación,
  va a entregar a Israel otro submarino cuya especialidad
  es dirigir ojivas aniquiladoras
  hacia donde no se ha probado
  la existencia de una sola bomba,
  aunque se quiera aportar como prueba el temor...
  digo lo que hay que decir.

 ¿Por qué he callado hasta ahora?
  Porque creía que mi origen,
  marcado por un estigma imborrable,
  me prohibía atribuir ese hecho, como evidente,
  al país de Israel, al que estoy unido
 y quiero seguir estándolo.

 ¿Por qué solo ahora lo digo,
  envejecido y con mi última tinta:
  Israel, potencia nuclear, pone en peligro
  una paz mundial ya de por sí quebradiza?

  Porque hay que decir
  lo que mañana podría ser demasiado tarde,
  y porque —suficientemente incriminados como alemanes—
  podríamos ser cómplices de un crimen
  que es previsible, por lo que nuestra parte de culpa
  no podría extinguirse
  con ninguna de las excusas habituales.

  Lo admito: no sigo callando
  porque estoy harto
  de la hipocresía de Occidente; cabe esperar además
  que muchos se liberen del silencio, exijan
  al causante de ese peligro visible que renuncie
  al uso de la fuerza e insistan también
  en que los gobiernos de ambos países permitan
  el control permanente y sin trabas
  por una instancia internacional
  del potencial nuclear israelí
  y de las instalaciones nucleares iraníes.

 Solo así podremos ayudar a todos, israelíes y palestinos,
  más aún, a todos los seres humanos que en esa región
  ocupada por la demencia
  Viven enemistados codo con codo,
  odiándose mutuamente,
  y en definitiva también ayudarnos.

Traducción de Miguel Sáenz
[Fuente: www.tlaxcala-int.org]

 

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