“Hoy en día los únicos escritores vivos son los clásicos, por estar muertos. Por estar muertos son inalcanzables a la criminal estupidez de la corrección política. Pero solo Dios sabe cuánto durará este estado beatífico, o al menos de limbo, del que goza Don Francisco de Quevedo”, señala el marqués de Tamarón en el prólogo del libro.
Escrito por ÁLVARO ALCÁZAR
Este nuevo libro contiene un tesoro lingüístico de 1.571 entradas, pero no es de los autores. Firma el prólogo el Marqués de Tamarón (exdirector del Instituto Cervantes en Londres, reciente embajador de España para la Diplomacia Cultural, escritor y diplomático). Todos los insultos han sido extraídos de las obras de Quevedo por los autores José Antonio Martínez Climent y Ricardo María González-Haba.
El "Diccionario de Insultos de D. Francisco de Quevedo" es un libro de uso, no una curiosidad académica: llévenlo en el bolso, en la mochila, en la valija, y comoquiera que lo impropio es el exabrupto (cosa bien grosera) y no el insulto (que requiere cultura e intuición), no duden en abrirlo cuando la ocasión lo reclame, en estos tiempos de censura, de todo-me-ofende, de las mayores hipocresías en nombre de un progreso más que dudoso.
José Antonio Martínez Climent (Alicante, 1965). De familia de pastores y agricultores, se malcría en los decrépitos restos de la huerta litoral en una bendita semisoledad. Los paseos por la playa invernal, la literatura y la filosofía terminan por echarlo a perder a tan temprana edad. Deja la universidad antes de que esta le maldiga con un título en Biología y comienza a viajar para cumplir trabajos y aventuras en páramos pictos, bosques escandinavos y en aguas tropicales. Sobreviene un largo periodo de oscuridad, y al cabo comienza, era fatal, a escribir novelas (Premio Iberoamericano Verbum de Novela, 2017), aforismos y artículos en gacetillas reaccionarias. Sea.
Ricardo Mª González-Haba. De ascendencias extremeñas, nacido en Salamanca (1967). Trasplantado temprano a una esquina de las estribaciones litorales del Maestrazgo Tauritano, su afición por la botánica y la geología lo llevaron a la ingeniería agronómica, que apenas ha ejercido. Tuvo un breve paso por el legionario Tercio melillense, sin llegar a valiente. Servidor de la industria del cemento, ha trabajado en una veintena de países medianamente difíciles. Acumula repetidos estudios nunca terminados en matemáticas, un inicio de doctorado, e instrumentos musicales cuyo uso desconoce. Ha trotado varias maratones pero sigue sin saber qué estudiar cuando se retire: latín, fundamentos del derecho, teoría de números, economía del comportamiento. Corredactor de una gacetilla disparatada digital. No está casado y vive con tres mujeres.
[Fuente: www.todoliteratura.es]
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